El sonido de disparos de celebración llenó las calles de Damasco en las horas posteriores al colapso del régimen del presidente Bashar al-Assad.
Pero las escenas jubilosas del fin de semana que celebraron el fin de medio siglo de tiranía no pudieron ocultar la magnitud del desafío que enfrentan los rebeldes islamistas victoriosos, cuya rápida avanzada sobre la capital siria capturó la atención mundial.
Esos rebeldes, liderados por el grupo Hayat Tahrir Al-Sham (HTS), deben ahora intentar unir un país dividido por más de una década de guerra civil, en el que permanecen decenas de milicias fuertemente armadas y remanentes del antiguo régimen.
El caos que siguió en las horas después de la caída de la capital dio un recordatorio claro de la enormidad de esa tarea.
Al menos 28 personas murieron por esos disparos de celebración, dijo el ministro de Salud de Siria al canal de noticias Al-Arabiya. Mientras tanto, civiles irrumpieron en los palacios de Assad, saquearon tiendas y robaron bolsas de dinero del banco central, lo que llevó a los rebeldes a declarar un toque de queda de 13 horas.
Al anochecer, aparte de las ocasionales balas perdidas, el silencio solo se veía interrumpido por el sonido de los ataques aéreos. Israel declaró desde entonces que atacó “sistemas de armamento estratégico, capacidades residuales de armas químicas y cohetes de largo alcance” que pertenecían al Ejército de Assad.
“Los disparos duraron 11 horas. Después de cuatro horas rompí a llorar, sintiendo que me estaban torturando… en cuanto empezó a disminuir, los israelíes empezaron a bombardearnos”, dijo a CNN un abogado de 25 años y residente en un barrio lujoso de Damasco, quien pidió permanecer en el anonimato por razones de seguridad.
Los rebeldes llevaban años soñando con este día, pero incluso a ellos parece haberles sorprendido la rapidez y facilidad de su avance.
Ahora su prisa es tapar la caja de Pandora de Siria, evitar un vacío de poder y prevenir el tipo de caos que surge casi inevitablemente cuando un régimen de 50 años cae en cuestión de días.
Assad planeaba ‘abandonar el Gobierno’
Por ahora, ni siquiera está completamente claro qué forma tomará el próximo Gobierno.
Después de la captura de Damasco, los rebeldes instruyeron al primer ministro de Assad, Mohammad Ghazi al-Jalali, para que continuara con sus funciones junto a su gabinete hasta que se asigne un equipo de transición.
Pero Jalali tuvo pocas respuestas sobre el futuro del Gobierno de la ciudad cuando habló con Sky News Arabia.
Sus colegas parecían igualmente inseguros.
“Hablamos con el primer ministro y la dirección fue que el trabajo debería continuar, estamos decididos a que la vida normal regrese… hemos escuchado que se formará un Gobierno de transición, pero no sabemos cuándo”, aseguró el ministro de Industria del Gobierno de Assad, Mohammad Samer al-Khalil, a CNN en una entrevista telefónica.
El vacío que enfrentan los rebeldes podría incluso verse como un regalo de despedida de Assad.
Assad, quien no ha emitido declaraciones públicas desde que comenzó el avance rebelde hace dos semanas, parecía haber planeado “abandonar su Gobierno, su pueblo y su país y dejarlo en el caos” si la situación se deterioraba, dijo su primer ministro. “Quizás para enviar un mensaje al pueblo de que ‘es o yo, o el caos’”.
Jalali dijo que había hablado con Assad horas antes de que el presidente huyera a Moscú, para expresar su preocupación por los movimientos de los rebeldes, pero el presidente fue indiferente.
“Cuando le dije que la situación es crítica, la gente está huyendo de Homs hacia la costa y las fuerzas armadas se han derrumbado… su respuesta fue ‘lo atenderemos mañana’”, afirmó el primer ministro. “Me sorprendió”.
De Al Qaeda a estadista
Por ahora, las respuestas al futuro inmediato del país parecen recaer en el líder de la coalición rebelde HTS, Abu Mohammad al-Jolani (nombre real, Ahmad Al Sharaa), quien se reunió con Jalali, el primer ministro saliente, el lunes por la mañana.
La llegada de Jolani a Damasco el sábado marcó su primer regreso a la ciudad donde se crió desde que se fue hace dos décadas para unirse a la lucha de Al Qaeda contra las fuerzas estadounidenses en Iraq. Durante cuatro años, lideró la filial de Al Qaeda en Siria, el Frente Al-Nusra, pero eventualmente se separó de ella, declaró la guerra a su rival ISIS y orquestó el asesinato de su líder.
Ahora, está enviando un mensaje de transformación y moderación, diciendo a CNN la semana pasada que la oposición armada de Siria planea finalmente formar un Gobierno definido por instituciones y un “Consejo elegido por el pueblo”.
El grupo que lidera es uno de los más organizados entre las muchas facciones rebeldes que participaron en la ofensiva, habiendo pasado los últimos años gobernando a 4 millones de personas en Idlib a través de un cuerpo semi-tecnocrático llamado el Gobierno de Salvación de Siria. Movilizó a sus políticos para gobernar las principales ciudades, incluida Aleppo, la segunda más grande de Siria, que capturó la semana pasada, y desplegó sus propias fuerzas policiales para asegurar las calles de Damasco.
“Tengan en cuenta que Idlib es pequeño y sin recursos, pudimos hacer mucho en el pasado”, dijo al-Jolani al primer ministro en una sesión informativa sobre el equipo de transición entrante.
Aun así, el grupo islamista nunca ha gobernado un gran territorio con diversas minorías religiosas y étnicas, numerosas facciones rebeldes armadas y recursos escasos.
“Idlib es un territorio mucho más pequeño para gobernar, y tres cuartas partes de la población son personas desplazadas, por lo que hay mucha asistencia de la ONU y ONG en la provisión de ayuda”, declaró Aaron Y. Zelin, investigador principal en el Instituto de Washington. “HTS solo tuvo que centrarse en una cuarta parte de la población”.
Incluso en Idlib, Jolani pasó años tratando de eliminar amenazas políticas, mientras aquellos a quienes gobernaba protestaban por las condiciones de vida y las detenciones injustas.
Ahora busca crear un cuerpo de Gobierno transicional para 25 millones de sirios y 6 millones adicionales de refugiados que huyeron del país durante la guerra civil.
Por si fuera poco, debe lidiar al mismo tiempo con decenas de grupos militantes respaldados por Turquía que podrían negarse a quedar al margen en el periodo de transición, y con un poderoso grupo armado kurdo que controla amplios territorios en el noreste de Siria.
Además, hay que tener en cuenta a las poderosas milicias respaldadas por Irán en el vecino Iraq.
‘Cualquiera es mejor que Assad’
Los habitantes de Damasco dijeron a CNN que se alegraban de la marcha de Assad, pero seguían preocupados por la ideología islamista que siguen los rebeldes.
Por ejemplo, los grupos religiosos minoritarios, como los alauíes, los ismaelíes, los drusos y los cristianos, tendrán que contar con la posible aplicación de una interpretación estricta de la sharia, que los rebeldes han dicho que intentarán implantar.
Al Jolani dijo a CNN la semana pasada que los cristianos, drusos y otras minorías estaban “a salvo” y que en Aleppo, que los rebeldes tomaron pocos días antes que Damasco, se habían protegido “iglesias y hogares”.
Los grupos de derechos humanos también están preocupados, y algunos han acusado a HTS y a otros grupos contrarios al régimen de torturar y maltratar a disidentes en las zonas bajo su control, incluidas las provincias de Idlib (noroeste), Homs (oeste) y Aleppo.
Aun así, hay muchos en Damasco que, como Ranim, de 45 años y madre de dos hijos, se muestran cautelosamente optimistas, diciendo que “cualquiera es mejor que Assad”.
“La gente ha llegado a un punto en el que no podía vivir más, un punto en el que aceptaría que cualquiera nos gobernara”, dijo a CNN.
La vida aún no había vuelto a la normalidad, admitió Ranim, pero estaba dispuesta a esperar y ver.
“Hay gente preocupada por el Gobierno islámico y las facciones rebeldes, pero en mi opinión, si hemos esperado 50 años de Gobierno de Assad, ¿por qué no dar una oportunidad a quienes dieron su vida y se esforzaron por liberarnos?”, afirmó.