(CNN) — En una historia impresionante de supervivencia y recuperación, la joven paquistaní atacada por los talibanes en octubre pasado dejó el hospital.
Malala Yousufzai salió del Queen Elizabeth, en Birmingham, este viernes. En las últimas dos semanas, la joven famosa por defender la educación de las niñas en Pakistán —lo que alimentó la ira de sus atacantes— demostró su increíble fuerza al soportar dos operaciones para reparar su cráneo y restaurar su audición.
El ataque a tiros causó una hinchazón en el cráneo de Malala y una fractura de huesos delicados que ayudan a convertir el sonido en impulsos sensoriales en el cerebro.
“Dios me ha dado esta nueva vida”, dijo Malala recientemente, al hablar por primera vez ante los medios después del ataque. “Quiero servir a la gente. Quiero que cada niña, cada niño, sea educado”.
Tras recibir disparos en el cuello y la cabeza muchos dudaban de que volviera a caminar, pero Malala ha seguido mejorando en los últimos meses.
“Puedo caminar un poco y me siento mejor”, dijo la joven de 15 años el 6 de febrero. Malala agregó que esperaba estar totalmente recuperada en un mes.
Su equipo médico decidió que estaba lo suficientemente bien como para dejar el hospital este jueves. La adolescente continuará su rehabilitación en el hogar temporal de su familia en Birmingham y visitará el hospital de vez en cuando para consultas externas.
Malala dice que su supervivencia es gracias a “las oraciones de la gente”.
Su historia atrajo atención de todo el mundo, tras lo cual Pakistán prometió emprender una lucha más intensa por los derechos de las niñas y en contra de los talibanes. También llevó a los líderes mundiales a presionar al país a cumplir esos objetivos.
En 2009, la joven escribió en un blog publicado por la BBC sobre cómo ella quería ir a la escuela, pero tenía miedo.
“Los talibanes han atacado reiteradamente las escuelas en Swat”, escribió.
En ese momento, los talibanes emitieron un edicto, que cubrió su casa en el Valle de Swat, en Pakistán, con la prohibición de que las niñas fueran a la escuela. En el blog, Malala elogió su padre, que operaba una de las pocas escuelas que desafiaron esa orden.
“Mi padre dijo que hace unos días alguien trajo la copia impresa de este diario diciendo lo maravilloso que era”, escribió. “Mi padre dijo que él sonrió, pero ni siquiera podía decir que fue escrito por su hija”.
Malala pronto atrajo la atención internacional. Empezó a dar entrevistas a medios de noticias, incluido CNN.
“Tengo el derecho a la educación”, dijo en una entrevista de 2011 con CNN. “Tengo el derecho a jugar. Tengo derecho a cantar. Tengo derecho a hablar. Tengo derecho a ir al mercado. Tengo derecho a hablar”.
“¿Por qué arriesgar su vida para levantar la voz?”, preguntó un reportero.
En perfecto inglés, ella respondió que su gente la necesita. “Voy a levantar mi voz”, insistió. “Si no lo hago, ¿quién lo haría?”, cuestionó.
El 9 de octubre pasado, los talibanes interceptaron un vehículo que llevaba a Malala y a otros estudiantes, y exigieron que los niños la identificaran.
Aterrorizados, lo hicieron, y los hombres dispararon e hirieron a otras dos jóvenes, además de golpear a Malala.
“No toleramos a la gente como Malala que habla contra nosotros,” dijo un portavoz talibán luego del ataque, mientras la joven ya era atendida en un hospital paquistaní, donde respiraba con ayuda de un ventilador.
Los talibanes prometieron que si Malala sobrevivía, volverían a atacarla.