(CNN) — “Si a Capriles lo agreden, soy capaz de irme a Caracas a defenderlo”. El lenguaje bélico no es el de un soldado. Quien esgrime estas palabras es Daniela Maggiolo, una publicista venezolana de 35 años que apoya al candidato opositor Henrique Capriles Radonski, derrotado por un mínimo margen en las elecciones del domingo.
Su enojo por los resultados de los comicios presidenciales es tal que aseguró que no tendrá hijos en Venezuela porque allí no recibirán lo que describe como “vida digna”.
Teme la división. Ferozmente opositora al gobierno, jamás votó por el exmandatario Hugo Chávez, que lideró el país entre 1999 y 2013, y cuya muerte obligó a una nueva convocatoria a las urnas. Nunca creyó en la gestión chavista. Pero pese a las diferencias políticas, quiere un país unido.
Las protestas que siguieron a la victoria del oficialista Nicolás Maduro, designado como heredero por Chávez antes de morir, han sacudido las calles del país. ¿El motivo? La oposición denuncia el fraude y la ilegitimidad de los comicios.
Desde el domingo, por lo menos ocho personas han muerto como consecuencia de la violencia postelectoral, según señalaron fuentes oficiales. Si bien CNN no lo pudo confirmar, la agencia estatal de noticias indicó que todas las víctimas estaban identificadas con el chavismo.
Finalmente, luego de varios días de cacerolazos y pedidos públicos de Capriles, el Consejo Nacional Electoral anunció que se realizará el recuento de la totalidad de los votos emitidos el domingo pasado. La decisión se tomó tras un largo debate, precisó Tibisay Lucena, presidenta del CNE, que agregó que se realizará la auditoría del 46% de las cajas que resguarda y que no fueron auditadas el 14 de abril.
Pero algunos temen que ya sea demasiado tarde: Maduro prestó juramento este viernes como presidente de Venezuela y se desconoce de qué manera la auditoría impactará en la asunción. Tampoco hay certezas sobre el curso de las movilizaciones opositoras en los diversos puntos del país.
¿Por qué están tan enojados?
Las explicaciones no son difíciles de encontrar. La economía venezolana permanece estancada y los expertos estiman que la inflación alcanzará este año el 30%. La escasez de alimentos también atenta contra el humor social en un país con enormes riquezas petroleras.
La cuestión de clase no es un tema menor en el engranaje social del país. El socialismo bolivariano de Chávez encuentra su mayor adhesión en los sectores populares que se han beneficiado de sus políticas. Aquellos que apoyan a Capriles, por el contrario, están más identificados con la clase media o con una clase trabajadora que aspira a la movilidad social.
La brecha entre los sectores pudientes y los menos privilegiados siempre ha sido marcada en Venezuela, pero se ha profundizado en los últimos años. Hoy, la sociedad venezolana se encuentra totalmente polarizada. Los resultados del domingo, más allá de las acusaciones de fraude, parecen indicar un menor entusiasmo por el chavismo y un móvil para las protestas opositoras.
Daniel Medina es seguidor de Capriles y participó de los cacerolazos en Caracas de esta semana. Agitó su cacerola hasta que, según contó, partidarios del gobierno que se movilizaban en moto lo obligaron a buscar refugio.
“No es la primera vez que participo en manifestaciones pacíficas; siempre he tenido la misma tendencia de oposición al actual ilegítimo gobierno”, señaló. Temiendo por su seguridad, Daniel dijo a CNN que planea abandonar el país hasta que la situación se normalice.
No sólo en Caracas
Luis J. González solía trabajar como guía turístico en la Isla Margarita. La industria, sin embargo, mermó y este hombre de 40 años perdió su trabajo. Ahora oficinista, culpa al gobierno actual y anterior por alejar a los turistas de uno de los lugares más visitados del país.
El malestar por su propia situación, y por lo que considera millones de voces no escuchadas por el gobierno, le empujó a apoyar a la oposición. “Somos más de siete millones de venezolanos que no compartimos la ideología del gobierno”, lanzó y agregó que “hay abusos de poder que se cometen a diario sin que tengamos ningún tipo de justicia”.
Las protestas también se han replicado en las comunidades venezolanas expatriadas. En Nueva York, Andrea Martínez, partidaria de Capriles, dijo sorprenderse al descubrir a cientos de personas en las inmediaciones del consulado venezolano de la ciudad estadounidense.
“Capriles presidente, queremos reconteo, esto es un fraude. Esto es Venezuela, no Cuba. Nuestros votos sí cuentan”, fueron algunas de las consignas más repetidas, según el relato de Martínez.
Los opositores aseguran que se han adherido al pedido de reclamo pacífico lanzado por Capriles. El miércoles pasado, el líder de la Mesa de la Unidad Democrática suspendió una concentración temiendo actos de violencia.
No todos los disidentes estuvieron desde el principio con la oposición. Pía Páez, de 27 años, es una cantante de Mérida que participó de las protestas de esta semana. Si bien nunca se consideró una persona con vocación política, salió a las calles en los últimos días y participó de varias movilizaciones.
Con una auditoría de votos que demandará 30 días, el futuro de Venezuela parece incierto. La oposición, por lo menos, no muestra señales de retroceder. “No estoy de acuerdo con este gobierno y con la manera que está planteado”, dijo Páez. “Soy una persona de valores y en estas elecciones nos están pasando por encima”, concluyó.