Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Camilo. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
(CNN Español) – El 16 de junio de 2015, dos días después de su cumpleaños, Donald Trump anunció su precandidatura a la presidencia de Estados Unidos.
Casi nadie le tomó en serio al principio, pero consiguió ser el candidato y ganar la Casa Blanca.
Cinco años después de intentar comprender al Trump político, lo que queda para muchos es una suerte de resignación: un vía crucis.
Para otros, una bendición. Trump no los representa, pero funciona para ellos como un espejo. Y uno, sea quien sea, necesita verse, aunque sea alguna vez, reflejado en algo o en alguien. Aunque sea un espejismo.
En 1935, el escritor estadounidense Sinclair Lewis publicaba “Eso no puede pasar aquí”. Once años después nacería Donald Trump.
El libro cuenta cómo en un EE.UU. hecho pedazos por el la fractura de 1929, un senador –en este caso demócrata–, vocinglero y oportunista, explota el sentido de humillación de la gente más humilde, les promete el cielo en la Tierra y gana la presidencia. Y convierte al país en lo más parecido a un estado fascista.
Es lo que en el mundillo de los géneros literarios llaman una distopía.
Antes de la pandemia, lo de Trump podría haber encajado en un cómic.
Hoy, con más de tres millones de casos confirmados de coronavirus en este país, Trump quedaría mejor en otro género: la tragedia.
Donald Trump parece tan básico que jamás alcanzaría la estatura de un auténtico personaje literario, como Madame Bovary de Flaubert; ni siquiera como el atormentado Heathcliff, de “Cumbres Borrascosas”.
Pero Trump, muy a su pesar, protagoniza decenas de libros. Él, que aparentemente no lee libros y ni siquiera tiene paciencia para leer como debería los informes de sus asesores, ha dado mucho trigo a escritores y editoriales.
La Casa Blanca no ha podido bloquear la publicación de dos nuevos libros sobre –o mejor– contra Trump: las memorias de John Bolton, el embajador hijo de un bombero de Baltimore que llegó a ser el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, y el libro de Mary Tump, una sobrina del presidente, doctora en psicología clínica, que asegura que Donald Trump destruyó a su padre y va camino de destruir al país.
Son dos libros que rezuman desprecio.
Puede que lleve razón quien diga que tales libros son una finísima muestra de oportunismo político, pero ¿hay algo más oportunista que el ejercicio político? ¿No habíamos quedado que la política es el arte de hacerse con el poder casi que a cualquier precio?
En aquella novela que Sinclair Lewis publicara once años antes de que naciera Donald Trump, un personaje dice: “Eso no podría pasar aquí: somos un país de hombres libres”.
De niños deberían enseñarnos a huir de las grandes palabras.