(CNN) – El nuevo caos en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés) respecto a la revisión de la directriz sobre la propagación de covid-19 es una nueva señal de mensajes mixtos que plagaron durante mucho tiempo la fallida respuesta de la Casa Blanca ante la pandemia.
El último drama muestra cómo el manejo errático del desastre del presidente Donald Trump ha dejado a los estadounidenses a oscuras respecto a cuáles pasos en falso se deben a la incompetencia y cuáles son el resultado de una politización extrema.
También ofrece un presagio sombrío para el proceso de lanzamiento de una vacuna, en el que el presidente ya se ha adelantado mucho a la ciencia. Y parece estar haciéndole daño a la confianza del público en lo que probablemente sea la mejor oportunidad para eventualmente terminar con la crisis.
Y la insondable tragedia de 200.000 estadounidenses muertos a causa del covid-19 se ve agravada por el hecho de que Trump todavía niega la emergencia.
Terrible marca
A medida que se alcanza el terrible hito, Trump no está más comprometido en la lucha contra el virus de lo que estaba en febrero.
Para ese entonces, le dijo a Bob Woodward que entendía la amenaza “mortal”, pero se negó a alertar al pueblo estadounidense. Increíblemente, el presidente se otorgó a sí mismo el lunes una “A+” por su liderazgo en la crisis.
El mismo día, los CDC se echaron repentinamente para atrás en la guía anterior sobre cómo se transmite el coronavirus, abandonando el lenguaje sobre la transmisión aérea que habían publicado en su sitio web solo unos días antes.
La medida se produjo menos de una semana después de que Trump reprendió públicamente al director de la agencia, el Dr. Robert Redfield.
Este expuso un calendario para que todos los estadounidenses recibieran una vacuna para el segundo o tercer trimestre del próximo año, mucho menos optimista que los presentados por el presidente a medida que se avecina la elección.
Si bien ha habido una amplia evidencia de interferencia política por parte de la Casa Blanca en el trabajo de los científicos del gobierno, un funcionario federal insistió a CNN, quien fue el primero en informar el cambio de orientación de los CDC, que no se produjo presión política en este caso.
Incluso si eso fuera cierto, no absolvería a una administración que ha desafiado constantemente el consejo de los expertos de las preguntas sobre su competencia.
Incertidumbre
Tal incertidumbre solo se ve agravada por las dudas sobre la sinceridad del presidente en la lucha contra un virus que estrelló la economía y obstaculizó sus esperanzas de reelección.
El Dr. Richard Besser, exdirector interino de los CDC, le dijo a Erin Burnett de CNN que, si bien la publicación de la nueva guía se hizo por error, estaba escuchando desde dentro de la agencia que el episodio aún alimentaba el tema de la confianza.
“Me preocupa eso. Me preocupa que la gente cuestione la gran ciencia que publican los CDC porque no están seguros de qué es la gran ciencia y… qué tiene las huellas digitales de la política y eso es muy, muy preocupante”, dijo Besser.
Lejos de ser castigado por un número de muertos que ha promediado alrededor de 800 por día en las últimas semanas, el presidente celebró su liderazgo en un mitin en Swanton, Ohio.
El lunes por la noche, hizo la falsa afirmación de que Estados Unidos había hecho un mejor trabajo que Europa en la lucha contra la pandemia.
Y aparentemente se regodeó ante una aparente segunda ola de infecciones que se está acumulando al otro lado del Atlántico.
También hizo la extraordinaria declaración de que el virus afecta a pocas personas mientras el país está al borde de las 200.000 muertes por covid-19.
“Ahora conocemos la enfermedad; no la conocíamos. Ahora la conocemos, afecta a personas mayores con problemas cardíacos y otros problemas. Si tienen otros problemas, eso es lo que realmente afecta. En algunos estados, afecta miles de personas, nadie joven. De menos de 18 años, como, nadie”, dijo Trump.
Y, así, repitió una declaración falsa que ha sido parte habitual de sus comentarios durante la pandemia. “Tienen un sistema inmunológico fuerte, quién sabe. Quítense el sombrero ante los jóvenes porque tienen un sistema inmunológico increíble”.
“Pero prácticamente no afecta a nadie. Es algo asombroso”.
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Trump compromete a las agencias de salud de EE. UU.
Las instituciones de salud pública de EE. UU. han sido consideradas durante mucho tiempo como pioneras mundiales y el estándar de oro para que las emulen otras naciones.
Pero han sido consistentemente puestas en peligro por un presidente que ha levantado sospechas por un maligno “Estado profundo” de burócratas que contradicen sus corazonadas con ciencia.
Organismos como los CDC y los Institutos Nacionales de Salud (NIH) han estado a la vanguardia de los esfuerzos de salud de Estados Unidos y el mundo.
Esto incluye la lucha de Estados Unidos contra el VIH/SIDA en África y la movilización exitosa para limitar una epidemia de ébola entre 2014 y 2016.
Pero el presidente ha escuchado mucho más a los comentaristas conservadores que a los expertos mundiales que han estado a su mando durante los últimos ocho meses.
El ataque incesante del presidente a las mascarillas, minimizando las pruebas de covid-19 y las demandas de que las escuelas y los estados se abran antes de que se suprima el virus están diluyendo los mensajes preventivos necesarios para mitigar la crisis.
Su aceptación de terapias no probadas como la hidroxicloroquina y sus repetidas declaraciones de victoria sobre la pandemia han agravado el daño.
A principios de este año, Trump arremetió contra las pautas de los CDC sobre la reapertura de escuelas. Dijo que eran demasiado restrictivas, lo que llevó a la agencia a producir información complementaria.
Mitin de campaña
En un acto que simbolizaba su negativa a enfrentar la realidad, el presidente se dirigió el lunes a otro mitin de campaña abarrotado que contradecía todas las buenas prácticas de salud. Los mítines de Trump son uno de los pocos eventos de participación masiva en el mundo occidental en este momento; en EE. UU. y en el extranjero. Por ejemplo, las ligas deportivas se juegan casi exclusivamente en estadios vacíos.
Antes de que llegara el presidente, su multitud abucheó repetidamente cuando el vicegobernador republicano del estado Jon Husted intentó que los partidarios de Trump usaran máscaras.
“Estoy tratando de hacer que las máscaras en Estados Unidos sean grandiosas nuevamente y tengo las máscaras del presidente Trump”, dijo Husted, mientras comenzaba a promocionar máscaras estampadas con anuncios de campaña.
“Sé que a todos no nos gusta usarlas”, dijo finalmente Husted. “Tranquilos, tranquilos. Entiendo”.
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En otro ejemplo de la negativa de la administración a tomar el virus en serio, los expertos que entienden el verdadero alcance de la amenaza, como el Dr. Anthony Fauci y la Dra. Deborah Birx, han desaparecido de las pantallas de televisión de Estados Unidos.
Trump vuelve a exigir que se abran los estados, a pesar de que aquellos que siguieron su consejo en verano se hundieron en un vórtice de enfermedad y muerte. La confianza del público en la vacuna que eventualmente podría terminar con la pandemia está disminuyendo.
Esto, a medida que Trump hace promesas politizadas de que todos los estadounidenses pueden obtener una para fines de abril. Aunque hasta ahora las pruebas clínicas aún no han producido una dosis que se demuestre que es segura y efectiva.
Estados Unidos carece del esquema nacional de pruebas y rastreo que a estas alturas podría haber logrado avances reales para limitar la propagación de la infección.
Hito trágico
La nueva controversia sobre la respuesta de la administración a la pandemia se produce cuando EE.UU. se acerca al hito trágico de 200.000 muertes por covid-19.
En lugar de volver a dedicarse a prevenir más muertes, Trump muestra pocas señales de que esté listo para reparar su negligencia.
Está concentrado en su intento de reelección. Y parece haber gastado más energía en los últimos días trabajando en su repentina oportunidad de llenar una vacante en la Corte Suprema de lo que ha gastado durante semanas en los esfuerzos para frenar el baño de sangre que está causando covid-19.
En una entrevista en una de sus plataformas de medios favoritas “Fox and Friends” el lunes, se le pidió a Trump que calificara su propio desempeño durante la pandemia.
“Estamos doblando la esquina”, dijo. “Hemos hecho un trabajo fenomenal. No solo un buen trabajo, un trabajo fenomenal. Aparte de las relaciones públicas, pero eso es porque hay noticias falsas. En relaciones públicas, me doy una D. En el trabajo en sí, tenemos una A+”.
Trump se jacta de su propio éxito en conflicto con los hechos y signos de un aumento en las infecciones por coronavirus a medida que el verano comienza a ceder al clima otoñal en los estados del norte.
El promedio de siete días de nuevas infecciones por coronavirus aumentó en más del 10% en 28 estados durante la última semana. Solo seis estados han disminuido los casos durante ese período de tiempo, según la Universidad Johns Hopkins.
Biden apunta
El candidato presidencial demócrata Joe Biden ha puesto la mala respuesta del presidente a la pandemia en el centro de su caso de que Trump no merece un segundo mandato. Un argumento que llevará a colación cuando se reúnan en el escenario en Ohio la próxima semana en el primer debate presidencial.
El lunes, el exvicepresidente, que llevaba una máscara en marcado contraste con el comportamiento del presidente, lamentó el inminente hito de 200.000 muertes.
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“Lo que me preocupa ahora es que hemos estado viviendo con esta pandemia durante tanto tiempo. Me preocupa que nos arriesguemos a volvernos insensibles al precio que nos ha cobrado a nosotros y a nuestro país y comunidades como esta”, dijo Biden durante una visita al crucial estado indeciso de Wisconsin.
“No podemos permitir que eso suceda, no podemos perder la capacidad de sentir el dolor, la pérdida y la ira por tantas vidas perdidas”.
Las estrategias que sigue cada candidato reflejan y están dando forma a la percepción de la emergencia actual en el tramo final de las elecciones del 3 de noviembre.
En una encuesta de CNN / SSRS a principios de este mes, el 87% de las personas que tienen la intención de votar demócrata dijeron que estaban preocupadas por la pandemia. Pero solo el 29% de los votantes registrados que votaría por Trump dijeron lo mismo.
Biden, cuya campaña está impulsando su empatía después de una vida de tragedias familiares personales como antídoto al estilo de liderazgo de Trump, intentó poner un rostro humano a la tragedia de una manera que el presidente generalmente no ha logrado.
“No podemos permitir que los números se conviertan en estadísticas, un ruido de fondo, solo un borrón que vemos en las noticias nocturnas”, dijo Biden. Y recordó: “mamás, papás, hijos, hijas, abuelos, tíos, tías, amigos, compañeros de trabajo que ya no están con nosotros. Y muchos de ellos no tendrían que perder la vida por este virus, francamente, si el presidente hubiera actuado antes”.
Jeremy Diamond de CNN contribuyó a este informe.