(CNN) –– El secretario de Justicia de Estados Unidos, William Barr, anunció este lunes que renunciaría la próxima semana, con lo que termina el mandato de un funcionario leal al presidente Donald Trump que llevó el mensaje de “ley y orden” de la administración. Pero, en última instancia, Barr asestó el golpe más creíble a las afirmaciones infundadas del mandatario sobre que las elecciones de 2020 estuvieron plagadas de fraude.
Su salida fue anunciada por el presidente en Twitter, apenas momentos después de que el recuento en el Colegio Electoral pusiera al presidente electo Joe Biden sobre los 270 votos necesarios para asegurar formalmente la presidencia.
Las crecientes tensiones entre Trump y Barr estallaron recientemente a la vista del público. Sin embargo, el presidente enmarcó la partida de Barr como amigable.
“Acabo de tener una reunión muy agradable con el secretario de Justicia Bill Barr en la Casa Blanca. Nuestra relación ha sido muy buena, ¡él ha hecho un trabajo excelente! Según una carta, Bill se irá justo antes de Navidad para pasar las festividades con su familia”, tuiteó Trump este lunes al anunciar la noticia.
“El subsecretario Jeff Rosen, una persona destacada, se convertirá en el secretario de Justicia interino. El muy respetado Richard Donoghue asumirá las funciones de subsecretario de Justicia. ¡Gracias a todos!”.
En los últimos meses, los asesores disuadieron a Trump de despedir a Barr. El presidente pareció encontrar una forma de compromiso de despedir a Barr al tuitear sobre su “muy buena” relación con él.
Pero la relación de los dos hombres no fue, según consideraron asistentes, muy buena. Trump volvió a decir este viernes a funcionarios en una reunión que quería despedir a Barr. Y durante el fin de semana no pareció moverse de su posición.
Aún así, un funcionario de la Casa Blanca dijo que Barr no fue expulsado ni despedido.
“No le pidieron que renunciara”, dijo el funcionario. También insistió en que no hubo enfrentamientos durante la reunión entre Trump y Barr el lunes por la tarde. “Fue una reunión muy amistosa”, comentó.
Otra persona familiarizada con el asunto describió la reunión como “cordial”. Horas antes, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany, dijo en una entrevista en Fox News que Trump se había sentido frustrado con Barr en los últimos días.
En su carta, Barr dijo que las acusaciones de fraude electoral continuarían revisándose. Esto a pesar de afirmar a principios de este mes que no había evidencia generalizada de votaciones fraudulentas. También elogió al presidente por persistir a pesar de lo que describió como una oposición política implacable.
“Su historial es tanto más histórico porque lo logró frente a una resistencia incesante e implacable”, escribió Barr.
“Ninguna táctica, por abusiva y engañosa que fuera, estaba fuera de los límites”, prosiguió Barr. “El punto más bajo de esta campaña fue el esfuerzo por paralizar, si no derrocar, a su administración con acusaciones frenéticas y sin fundamento de colusión con Rusia”.
Barr fue defensor acérrimo de Trump
Barr priorizó repetidamente y sin arrepentimiento los objetivos políticos de Trump, mientras fomentaba la propia visión del mandatario de un poder presidencial expansivo. En su decisión más destacada, Barr entregó un resumen engañoso del informe del fiscal especial Robert Mueller. Lo que esencialmente exoneró a Trump en la investigación de la trama Rusia y que provocó una fuerte reprimenda del propio Mueller.
Barr se mantuvo firme en su apoyo al presidente de cara al día de las elecciones. Incluso mediante el despliegue de varias operaciones en todo el país para combatir la violencia y el tráfico de drogas. También al reiterar el mensaje de Trump de no participar en la votación por correo antes de las elecciones presidenciales. Además, nombró a un asesor especial para continuar investigando uno de los viejos caprichos de Trump. Específicamente, que la inteligencia y las fuerzas de seguridad violaron la ley al investigar la campaña de Trump de 2016.
Pero, la decisión del ahora exsecretario de Justicia de reprender las falsas afirmaciones del presidente sobre un supuesto fraude generalizado en su derrota ante el demócrata Joe Biden representó un fracaso final del intento de Trump, frecuentemente exitoso, por convertir al Departamento de Justicia en un arma política personal y potente.
Después de las elecciones de 2020, el equipo legal de Trump presentó decenas de demandas civiles en tribunales federales y estatales de todo el país. Esto, en un esfuerzo por demostrar que Biden no ganó las elecciones de manera justa. Barr le dijo a Associated Press en una entrevista el 1 de diciembre que el Departamento de Justicia no había encontrado ninguna evidencia de ese tipo.
“Hasta la fecha, no hemos visto fraudes a una escala que pudiera haber tenido un resultado diferente en las elecciones”, dijo.
El presidente estaba frustrado con los comentarios de su secretario de Justicia, y tuvo una reunión “polémica” prolongada en la Casa Blanca el día en que se publicó la entrevista, según una persona familiarizada con la reunión.
A principios de diciembre, Barr estaba considerando dejar su cargo antes del 20 de enero, el día en que Trump dejará de ser presidente, dijo a CNN una fuente con conocimiento del asunto días después de que puliera las afirmaciones de fraude electoral del presidente. La fuente dijo que Barr no estaba contento con Trump y que el funcionario “¡no es alguien que acepta el acoso y pone la otra mejilla!”.
Barr no es ajeno a la controversia
Barr hizo eco de la ira de Trump por los confinamientos contra el coronavirus. Los calificó, además de la esclavitud, como “la mayor intromisión en las libertades civiles en la historia de Estados Unidos”. También pidió que el Departamento de Justicia tomara la defensa del presidente en una demanda por difamación presentada que presentó Jean E. Carroll, quien lo acusó de agresión sexual.
En una escena dramática en junio pasado, Barr ordenó a las autoridades dispersar una gran multitud de manifestantes pacíficos cerca de la Casa Blanca. Esto para que Trump pudiera caminar hasta la cercana iglesia histórica de St. John. Allí se había producido un incendio en el sótano la noche anterior, durante las protestas que desató la muerte de George Floyd tras estar bajo custodia policial.
La extraordinaria decisión de Barr de usar la fuerza contra los manifestantes subrayó su compromiso con el mensaje de ley y orden de Trump. Y en los días posteriores al incidente, defendió sus acciones y afirmó que no había conexión entre su orden y una sesión fotográfica que Trump organizó en la iglesia.
El entonces secretario también enfrentó críticas por decir que el racismo sistémico no es un problema en las agencias de seguridad de EE.UU. Estos comentarios se produjeron mientras multitudes de personas salían a las calles de todo el país a protestar contra la violencia policial y el racismo.
“Creo que todavía hay racismo en Estados Unidos. Pero no creo que el sistema de ejecución de la ley sea sistemáticamente racista. Entiendo la desconfianza, aún así, de la comunidad negra dada la historia de este país”, dijo en una entrevista con CBS en junio.
Y ordenó a sus fiscales que desestimaran los cargos contra el primer asesor de seguridad nacional de Trump, Michael Flynn. Flynn fue indultado posteriormente por el presidente.
A pesar de ofrecer tal servicio al presidente, hubo indicios de que Trump se sentía cada vez más frustrado con Barr. Atacó al secretario de Justicia antes de las elecciones. En esa ocasión se quejó de que Barr no había acusado a los funcionarios de la era de Obama por su papel en la investigación de Rusia.
La tensión sugirió que, a pesar de todos los aparentes movimientos de Barr para aplacar a Trump y su clara simpatía con el presidente por la investigación de Rusia en especial, se mantuvo dentro de las líneas de evidencia y procedimiento legal sobre el tema de la interferencia electoral.
Una posición pública difícil
La lealtad de Barr con Trump durante su período en el Departamento de Justicia lo puso algunas veces en una posición pública difícil. Como ocurrió en septiembre, cuando se le preguntó sobre antifa, un grupo de izquierda que el Departamento de Justicia afirmó genera protestas hacia la violencia.
A Barr se le pidió referirse a la afirmación de Trump de que “matones” intimidaron a un pasajero en un avión. Barr le dijo a Wolf Blitzer de CNN en ese momento que las autoridades estaban rastreando a personas que habían volado de una ciudad a otra para provocar violencia. Sin embargo, no dio ejemplos y dijo que no sabía específicamente qué estaba describiendo Trump.
Barr protagonizó titulares el año pasado cuando sugirió durante un testimonio ante la Comisión de Asignaciones de la Cámara de Representantes que se espió la campaña de Trump. En ese sentido, señaló que investigaría la “génesis” de la investigación de contrainteligencia del FBI que comenzó en 2016 sobre los posibles vínculos entre la campaña y el gobierno ruso. Más tarde defendió su comentario, al decir que lo hizo “de improviso” y que no usó la palabra “espionaje” de manera ofensiva.
Barr también enfureció a los demócratas cuando se tomó apenas dos días después de que Mueller entregara los hallazgos de su investigación en marzo de 2019 para anunciar en una carta que el fiscal especial “no encontró” que ningún socio de la campaña de Trump se coordinara con la interferencia rusa en las elecciones. También que Mueller “no sacó una conclusión, de una forma u otra” sobre si el presidente obstruyó la justicia. Sus pronunciamientos llevaron a Trump a proclamar “no colusión” y “no obstrucción”.
Mueller objetó esto, primero en una carta a Barr y luego en una declaración pública. Volvió a hacerlo cuando testificó ante el Congreso el año pasado. El pronunciamiento de Barr “no captó completamente el contexto, la naturaleza y la sustancia del trabajo y las conclusiones” del informe, dijo Mueller. El fiscal especial había documentado múltiples vínculos entre los funcionarios de la campaña de Trump y personas relacionadas al gobierno ruso.
En eco al nombramiento de Mueller, Barr designó a principios de diciembre al fiscal federal de Connecticut, John Durham, para que actuara como fiscal especial en la investigación de las elecciones de 2016. El nombramiento virtualmente aseguró que Durham mantendrá su investigación y redobló uno de los viejos caprichos de Trump: que la seguridad nacional y las preocupaciones criminales sobre su campaña y Rusia en 2016 mancharon la legitimidad de su elección y presidencia.
La medida dejó una bomba política en marcha para el sucesor de Trump y su nuevo secretario de Justicia.