Orlando (CNN) – Mientras Terry Greear miraba su selfie, en el que aparecía con una máscara de oxígeno en su primera noche en el hospital con covid-19, revivió el miedo que sintió aquel día.
“Estaba muy asustado”, dijo Greear.
No entendía lo que le estaba pasando. Era un entrenador de escuela primaria de 42 años, atlético y sano. Y ahora tenía problemas para respirar, tenía fiebre y sus dedos se habían vuelto azules. En su mente estaban sus dos hijos, Matthew, de 16 años, y Ryan, de 12, y su mujer, Stephanie.
Al describir esos momentos recientemente, Stephanie Greear rompió a llorar. En la sala de urgencias había temido lo peor, recordó.
“No dejaba de pensar: ‘Oh, Dios mío. ¿Y si esta es la última vez que (sus hijos) ven a su padre?”, dijo Stephanie.
Ese fue el comienzo de una batalla de 72 días contra el covid-19 para la familia Greear. Terry dice que no recuerda muchos detalles porque su estado se deterioró rápidamente. Pero los momentos de agonía están grabados para siempre en la mente de Stephanie. Esa noche se convirtió en madre y padre de sus hijos.
Mientras tanto, Terry luchaba por su vida.
“Es una superheroína”, dijo Terry. “Ella era mi superhéroe”.
Esta familia quiere compartir su montaña rusa de dolor, dijeron a CNN, para tratar de evitar que otros vivan el tipo de agonía que ellos padecieron, especialmente cuando el promedio de casos diarios de coronavirus se ha multiplicado por ocho en Florida en el último mes, según un análisis de CNN de los datos de la Universidad Johns Hopkins.
El mensaje de la familia Greear: vacúnate.
“Dios… por favor, sálvalo”
Era mediados de enero de 2021. Los Greear, que son fans acérrimos de los Tampa Bay Buccaneers, esperaban que los Bucs llegaran al Super Bowl. Y Terry y Stephanie estaban deseando hacer algo divertido y emocionante para su 20º aniversario. La familia estaba tomando precauciones contra el covid-19, y ambos padres planeaban vacunarse en cuanto estuviera disponible para personas de 40 años como ellos.
Pero una noche, Terry, que se conoce como el entrenador Beard porque uno de sus alumnos de jardín de infancia tenía problemas para pronunciar Greear, se dirigía a la puerta para asistir a un partido de fútbol del instituto cuando se sintió mal.
“No me sentía bien”, recuerda. “Sentía el cuerpo caliente”.
Terry tenía fiebre, dijo, así que se quedó en casa y al día siguiente se hizo la prueba de covid-19. El resultado fue positivo.
“Te vas a poner bien”, recuerda Stephanie que le dijo a Terry. “Vas a estar enfermo entre siete y diez días. Te vas a poner bien”.
Pero en cuestión de días, el saludable entrenador de escuela primaria de 42 años se desmayó, sus dedos se volvieron azules y fue llevado de urgencia a la sala de emergencias. Más tarde fue trasladado a la unidad de cuidados intensivos.
Cada vez que sonaba el teléfono de Stephanie, sentía pánico, sin saber el tipo de noticias que le esperaban al otro lado de la línea, dijo.
“Contuve la respiración todo el tiempo”, dijo Stephanie. “Nunca sabía lo que me iban a decir”.
La peor llamada telefónica se produjo a las 5 de la mañana del 24 de enero, cuando se enteró de que su marido iba a ser intubado y puesto en coma inducido, dijo.
“Fue la peor llamada que he recibido en mi vida. No podía creer lo que había pasado”, dijo Stephanie. “Pregunté a los médicos y a las enfermeras si podía oírme. Ella (la doctora) dijo: ‘Ve a hablar con él. Puede que te oiga. No lo sabemos’”.
Stephanie recuerda los sonidos de las máquinas a su alrededor. Rompió a llorar al describir cómo rezaba sobre su cuerpo y luego ponía su música favorita, reggae rock, con la esperanza de que ahogara los sonidos de las máquinas.
“Le pedí a Dios que lo salvara”, dijo Stephanie.
“No lo recuerdo porque estaba inconsciente”
Los estudiantes y el personal decoraron la oficina de la escuela de Terry con carteles que decían: ” ♥️ entrenador Beard”, “Te extrañamos” y “¡El mejor entrenador de la historia!”.
Los profesores de educación física diseñaron camisetas “#CoachBeard” para que todos las usaran.
Y Stephanie llenó su habitación de hospital con fotos de familiares y amigos. Quería que los médicos y las enfermeras supieran que era un profesor, un padre y un marido y que le querían, dijo.
“Cada vez que volvía en sí, o me despertaba, veía fotos, y la primera foto que veía era este corazón que dice ‘Te queremos’”, dijo Terry. “Eso me daba un poco de alivio. Saber que no están físicamente allí pero que puedo verlos”.
Con el paso de los días y las semanas, la emblemática barba de Greear fue afeitada. Perdió 22 kilos. Sus pulmones se colapsaron dos veces.
Le pusieron un respirador, una sonda de alimentación y una máquina de bypass pulmonar.
“No lo recuerdo porque estaba inconsciente”, dijo.
Se perdió la victoria de los Tampa Bay Buccaneers en el Super Bowl. Se perdió el 20º aniversario que tanto esperaba. Los recuerdos de su 43º cumpleaños son muy escasos: recuerdos parciales de los globos que su mujer dice haber entregado en su habitación del hospital.
Pero Stephanie se acuerda de cada uno de los giros y los cambios de su estado, especialmente cuando sintió que tenía que explicar a sus hijos la gravedad de la enfermedad de Terry.
“Lo peor fue decirles a mis hijos que su padre podría no volver a casa. Y pensar que ni siquiera pudieron despedirse de él”, dijo Stephanie, con lágrimas en los ojos. “Fue duro. Y él es mi compañero de vida. Era inimaginable para mí pensar en seguir la vida sin él”.
‘Tuve que empezar a luchar’
Terry tuvo que mentalizarse para luchar contra el covid-19. Le da el crédito a Stephanie por haberle ayudado a sacar sus instintos competitivos y por haberle hecho volver a la lucha.
“Mi mujer me dijo: ‘Tienes que hacer esto’”, dijo Terry. “Algo me impulsó a empezar a luchar. Y luché mucho”.
Después de unos dos meses, dio un giro de 180 grados. Terry estaba venciendo al covid-19, pero ahora su cuerpo estaba tan débil que no podía hacer tareas básicas.
“Intentar ponerme un calcetín con las dos manos era imposible. No había forma de que pudiera hacerlo”, dijo Terry. “Mi cerebro decía: Esto es lo que debes hacer. Pero mi cuerpo me decía: No, no puedes”.
Terry entró en un programa intensivo de rehabilitación en el que volvió a aprender a realizar tareas básicas, como vestirse, lavar los platos, caminar y entrar y salir del coche, dijo.
“Quiero hacer cosas normales”, dijo Terry.
Pero volver a casa desde el hospital fue todo menos normal. Dependía de un tanque de oxígeno y de un andador. Caminar desde la puerta de su casa hasta el buzón era agotador, dijo, y tenía que sentarse, descansar y comprobar sus niveles de oxígeno.
“Vacúnate”
Hoy, la barba de Terry ha vuelto y la máquina de oxígeno se ha ido. Le pasó el andador a su abuela. Y aunque puede dar una vuelta a la manzana sin que le falte el aire e incluso jugar un poco al baloncesto, no se siente al 100%.
“Quiero ir a correr, pero tengo miedo de ir a correr”, dijo Greear. “Todavía estoy esperando a saber cómo están mis pulmones en este momento”.
Su objetivo es correr una 5K en noviembre.
Poco a poco, él y su familia intentan recuperar el tiempo perdido, los 72 días que pasó en el hospital. Para revivir el momento en que los Buccaneers ganaron el Super Bowl, celebraron una fiesta del Super Bowl en casa. Revivir su aniversario de 20 años tendrá que esperar, dijo Terry, hasta que se sienta mejor.
Pero hay algo que no tiene que esperar, dijo. Es un mensaje que tiene para todos los que quieran escuchar:
“Vacúnense”, dijo Terry. “No quiero que la familia de nadie más tenga que pasar por lo que pasó mi familia. La mujer o el marido de nadie tiene que decir a sus hijos que mamá o papá pueden no volver a casa”.