Nota del editor: Frida Ghitis, (@fridaghitis), exproductora y corresponsal de CNN, es columnista de asuntos mundiales. Es colaboradora de opinión semanal de CNN, columnista colaboradora de The Washington Post y columnista de World Politics Review. Las opiniones expresadas en esta columna son suyas. Ver más opinión en CNN.
(CNN) – ¿Qué es eso que estamos escuchando? ¿Es el sonido de conservadores prominentes y aliados de Trump que reprenden abiertamente al expresidente Donald Trump? ¿Son estos los primeros murmullos de una reacción conservadora contra Trump? ¿Y es posible que se abra un carril político para otro candidato presidencial republicano en 2024?
Es demasiado pronto para saberlo, por supuesto, y hay mucha evidencia de que aquellos que se oponen al vengativo Trump terminarán aplastados por sus formas de intimidación o por sus leales seguidores, con poco apoyo del resto del Partido Republicano. Y, sin embargo, es digno de mención que en los últimos días hemos escuchado de dos figuras importantes en el campo conservador decirle a Trump que debería dejar de quejarse de las elecciones que perdió y dejar que el Partido Republicano se concentre en problemas reales, en lugar de en sus fantasías.
Las declaraciones de Rupert Murdoch –quien controla un imperio mediático que incluye, entre otras propiedades, al descaradamente pro-Trump Fox News– y del exgobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, un asesor que trabajó con el expresidente y le ayudó a prepararse para los debates presidenciales durante las elecciones de 2020; puede servir como una prueba para los republicanos que comprenden cuán dañino es el dominio de Trump sobre el Partido Republicano y cómo podría, en última instancia, hundir al partido.
Fue sorprendente cuando Murdoch, dirigiéndose a su compañía en la reunión anual de accionistas, el miércoles, dijo que Estados Unidos enfrenta una serie de decisiones políticas importantes que los conservadores no tomarán forma a menos que Trump siga adelante. “El debate político estadounidense actual es profundo”, dijo, citando la educación, el bienestar y las oportunidades económicas. “Es crucial que los conservadores jueguen un papel activo y contundente en ese debate”, agregó, “pero eso no sucederá si el presidente Trump se mantiene concentrado en el pasado”.
Murdoch no es el único que sostiene que Trump es una amenaza para los conservadores. Christie, quien acaba de publicar un nuevo libro que se parece mucho a su entrada no oficial en la carrera presidencial de 2024, está presentando el mismo caso, solo que de manera más contundente.
Considera el título del libro de Christie, que efectivamente etiqueta a Trump como una amenaza para el Partido Republicano: “Republican Rescue: Saving the Party from Truth Deniers, Conspiracy Theorists, and the Dangerous Policies of Joe Biden” (que se traduce como Rescate republicano: Salvando al partido de los negacionistas de la verdad, los teóricos de la conspiración y las peligrosas políticas de Joe Biden). Ten en cuenta que Trump se ajusta a dos de las tres razones por las que el partido necesita ser salvado (por Christie, presumiblemente).
Murdoch y Christie no son los primeros republicanos que se han enfrentado al expresidente, pero sus reproches a Trump son marcadamente diferentes. Los primeros críticos de Trump, como los senadores Marco Rubio, Ted Cruz, Lindsey Graham y otros, se convirtieron en defensores apasionados una vez que sus críticas demostraron ser peligrosas para su propia posición. Sus echadas para atrás me recuerdan una cita a menudo atribuida a Groucho Marx: “Esos son mis principios, y si no te gustan… bueno, tengo otros”.
Christie dice que muchos en el Partido Republicano le tienen miedo a Trump, cuya “conducta está destinada a infundir miedo”. Los republicanos conservadores que se niegan a seguir la línea, como la representante Liz Cheney, están siendo expulsados de un partido que se rehace cada vez más en la marca rabiosa, iconoclasta e intolerante del expresidente.
Claro, es posible que las palabras de Murdoch y Christie tampoco cambien el curso del Partido Republicano, pero sus críticas son diferentes. Ambos ayudaron a Trump a lo largo de su presidencia, y es significativo que sean ellos los que ahora se pronuncian en contra de él. Su súplica de que deje de quejarse de las últimas elecciones, sin embargo, solo caerá en oídos sordos, ya que Trump simplemente es incapaz de admitir que perdió. Pero Murdoch y Christie están enviando un mensaje importante a otros miembros del partido, y al resto del país, de que seguir apoyando a Trump es una locura peligrosa.
Coincidentemente o no, la presidenta del Comité Nacional Republicano, Ronna McDaniel, finalmente reconoció la victoria de Biden, el jueves, más de un año después de la votación de 2020. “Dolorosamente, Joe Biden ganó las elecciones y es muy doloroso verlo. Él es el presidente. Lo sabemos”, concedió McDaniel.
Sin duda, Murdoch y Christie tienen sus propios motivos personales para hablar en contra de Trump en este momento, y hay muchas pruebas que justifican las acusaciones de hipocresía. Murdoch, cuyo Fox News, hogar de Tucker Carlson, un proveedor de mentiras dañinas y propaganda sobre todo, desde la vacuna contra el covid hasta la democracia estadounidense, sigue cumpliendo los objetivos de Trump. Pero Fox News ahora enfrenta demandas por difamación de miles de millones de dólares presentadas por dos compañías de tecnología de votación que alegan que la red difundió reclamos falsos de fraude electoral.
Murdoch podría estar impulsado por el temor a la responsabilidad y el daño potencial que las demandas adicionales podrían infligir en su balance final si Fox News continúa siguiendo a Trump en una madriguera de teorías de conspiración y afirmaciones infundadas. También existe la posibilidad de que se preocupe por el futuro de la política conservadora, y realmente teme que el Partido Republicano sea pisoteado si Trump no para de presionar.
Christie, por su parte, está tratando de promover su libro y sus perspectivas de ocupar la Casa Blanca.
Sin embargo, es notable que hayan hecho los cálculos y hayan decidido que pueden beneficiarse al hablar en contra del expresidente, incluso después de que otros republicanos se hayan visto gravemente afectados al hacer lo mismo.
Creo que su cálculo tiene sentido.
Con los índices de aprobación del presidente Joe Biden cayendo, la sabiduría convencional parece ser que los demócratas están condenados. Pero son los republicanos quienes pueden estar condenados si continúan con el expresidente.
No hay duda de que la administración de Biden es terrible en dar mensajes. La economía está en auge y, sin embargo, los consumidores se sienten pesimistas. Mientras tanto, Biden está logrando importantes avances legislativos, y las presiones inflacionarias que están creando la falsa impresión de que la economía está fallando podrían resolverse a tiempo para impulsar la suerte de los demócratas.
Incluso si los demócratas todavía están abajo en 2024, es difícil imaginar que los votantes anhelen otros cuatro años de caos trumpiano. Biden puede parecer poco inspirador ahora, pero el expresidente, que tuvo los índices de aprobación más consistentemente bajos de cualquier presidente en la era moderna, sigue siendo muy impopular y controvertido.
¿Quieren los republicanos un candidato envuelto en interminables –y serios– problemas legales? Según The New York Times, es probable que los fiscales involucren a un jurado investigador en Georgia en la investigación criminal del intento del expresidente de anular las elecciones de 2020 (en septiembre, sugirió que estaba siendo un blanco injusto, diciendo: “Incluso el fiscal distrital del condado de Fulton me persigue”). Mientras tanto, los fiscales de Nueva York han convocado a un segundo jurado investigador para escuchar pruebas sobre las prácticas comerciales de la Organización Trump, según The Washington Post. (El primer jurado investigador, que se reunió esta primavera, acusó a dos empresas de Trump y a un ejecutivo de evasión fiscal. Trump, que no fue acusado, criticó la acusación y calificó la investigación como una “cacería de brujas política”).
Una encuesta de Pew, realizada en septiembre, descubrió que dos tercios de los republicanos quieren que Trump siga siendo una fuerza importante en el partido, pero solo el 44% quiere que se postule de nuevo. Un tercio de los republicanos y el 92% de los demócratas no quieren que él sea una figura política nacional importante en el futuro. Esa no es la aritmética de la victoria.
Existe la posibilidad de que un Partido Republicano posterior a Trump gane terreno. Todavía parece una posibilidad remota en este punto, pero si sus críticos logran persuadir al Partido Republicano para que se mueva en una dirección diferente, existe la posibilidad de que la democracia estadounidense pueda volver a algo parecido a la normalidad, donde los líderes políticos debaten qué políticas son las mejores para Estados Unidos, sin miedo a trastornar los tiernos y explosivos sentimientos de un muy mal perdedor.