(CNN Business) –– Las personas están pagando un precio más alto por alimentos, gasolina, automóviles y servicios en Estados Unidos. Y la inflación todavía no termina, pues la pandemia sigue golpeando la economía. Entonces, ¿deberían considerar los gobiernos fijar el costo de los bienes esenciales para los consumidores?
Se ha hecho antes, típicamente durante tiempos de crisis. Pero, para la mayoría de los economistas convencionales, la respuesta a esta pregunta es un “no” rotundo. Argumentan que limitar cuánto pueden cobrar las empresas distorsionará los mercados, lo que provocará escasez y exacerbará los problemas de la cadena de suministro, mientras solo reduce la inflación temporalmente.
“Los controles de precios, por supuesto, pueden manejar los costos, pero son una idea terrible”, comentó David Autor, profesor de economía en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), en una encuesta que publicó la Universidad de Chicago a principios de este mes.
Ante la pregunta de si implementar controles de precios similares a los que se usaron en Estados Unidos durante la década de 1970 podría reducir la inflación durante el próximo año, menos de una cuarta parte de los economistas encuestados dijeron estar de acuerdo. En comparación, casi el 60% dijo estar en desacuerdo o totalmente en desacuerdo.
“Simplemente deténganse. En serio”, respondió Austan Goolsbee, profesor de la Universidad de Chicago, a la pregunta. Goolsbee se desempeñó previamente como presidente del Consejo de Asesores Económicos del expresidente Barack Obama.
La actitud hacia los controles de precios parece ser similar en Washington. Allí, los políticos mostraron poco entusiasmo incluso por medidas específicas o temporales, a pesar de la creciente presión sobre las familias de clase media que sufren los aumentos de precios más que los ricos.
Aún así, con la inflación del 7% ––un máximo en cuatro décadas–– y las elecciones intermedias acercándose, los controles de precios podrían figurar en debates futuros sobre cómo reducir los precios. Especialmente, si las medidas que la Reserva Federal tomará este año no logran controlar la inflación.
El problema con los controles de precios
Los controles de precios pueden ser dirigidos o imponerse a una amplia gama de bienes, estableciendo un mínimo o un máximo. Por ejemplo, Berlín, capital de Alemania, ha tratado de limitar la cantidad de renta que los propietarios pueden cobrar a los inquilinos. En Gran Bretaña, los reguladores controlan cuánto se les puede cobrar a los consumidores por la energía y algunos tipos de tarifas ferroviarias.
Los economistas escépticos a los controles de precios señalan con frecuencia conceptos económicos básicos.
Argumentan que limitar los precios alienta a las empresas a producir menos de un producto, al tiempo que lo hace más atractivo para los consumidores. La oferta baja y la demanda aumenta, lo que lleva a que el resultado inevitable sea la escasez.
Pero eso no impide que los gobiernos de todo el mundo recurran a controles de precios cuando la inflación se sale de control. Mientras se acercaban las elecciones a finales del año pasado en Argentina y la inflación anual superaba el 50%, el gobierno congeló el costo de más de 1000 artículos para el hogar.
La semana pasada, el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, dijo que reduciría el precio de la harina, el azúcar, el aceite de girasol, la leche, la pierna de cerdo y la pechuga de pollo, justo antes de las elecciones nacionales de abril, según Reuters. También extendió los máximos a la energía, el combustible y las hipotecas.
Isabella Weber, profesora asistente de economía en la Universidad de Massachusetts Amherst, argumenta que los controles de precios también tienen un papel que desempeñar en Estados Unidos. Justamente, destaca, cuando los políticos intentan abordar la inflación que han causado las circunstancias extraordinarias de la pandemia.
“Los controles de precios llevarían a ganar tiempo para lidiar con los cuellos de botella que continuarán mientras prevalezca la pandemia”, escribió Weber recientemente en The Guardian. Y agregó que “el costo de esperar a que la inflación desaparezca es alto”. Una clave para que la política sea un éxito, escribió, es eliminar gradualmente los límites de precios para evitar un rápido aumento de los costos.
¿Libre mercado o control de precios?
Hay muchos precedentes de control de precios en Estados Unidos… Pero hay que retroceder unas décadas atrás.
La última vez que se implementaron a nivel federal fue durante la década de 1970, cuando el entonces presidente Richard Nixon estableció un Consejo de Costo de Vida en el verano de 1971 y bloqueó la mayoría de los aumentos de salarios y precios durante 90 días. La política fue popular entre el público estadounidense y la inflación se desaceleró temporalmente después de alcanzar el 5,8% en 1970.
Pero los esfuerzos posteriores de Nixon para limitar los precios tuvieron mucho menos éxito. El republicano trató repetidamente de congelar los costos durante los años siguientes, pero la inflación aumentó al 11% en 1974, exacerbada por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que declaró un embargo a los envíos de petróleo a Estados Unidos el año anterior.
Nixon había trabajado al principio de su carrera como abogado de la Oficina de Administración de Precios, que se estableció durante la Segunda Guerra Mundial para imponer costos máximos a los alquileres y una amplia gama de productos. Los controles de precios fueron en gran medida efectivos. Pero también dieron lugar a un próspero mercado negro. La agencia se disolvió en 1947.
Los controles de precios limitados también se implementan en la economía estadounidense actualmente. Algunas ciudades limitan los alquileres o la cantidad que los propietarios pueden incrementar cada año, mientras que las agencias gubernamentales controlan el precio que cobran algunos servicios públicos monopólicos.
Los políticos modernos tienden a confiar en la capacidad de la Reserva Federal para controlar la inflación. Sin embargo, el banco central puede tener dificultades a la hora de enfrentar los aumentos de precios que derivan de problemas en la cadena de suministro como resultado de la pandemia.
El presidente Joe Biden también tomó algunas medidas para combatir el aumento de los precios, al apuntar a las corporaciones y usar el poder de su cargo. Se comprometió a hacer cumplir las leyes antimonopolio e implementar acciones enérgicas contra la fijación de precios por parte de los procesadores de carne, un sector que está controlado por solo un puñado de grandes empresas. Biden también liberó petróleo de las Reservas Estratégicas de Petróleo del país, en un intento por reducir los precios de la energía. La carne y la energía contribuyen significativamente a la inflación.
Los controles de precios, al parecer, siguen siendo una medida bastante drástica.