(CNN) — Otro día de la matanza espeluznante de civiles en Ucrania volvió a subrayar la necesidad desesperada por un alto el fuego. Y también explica por qué el final de la guerra bárbara puede estar aún muy lejos.
Las fuerzas rusas intensificaron este miércoles su asalto a blancos fáciles, lo que llevó al presidente Joe Biden a llamar criminal de guerra al presidente de Rusia, Vladimir Putin. Se desconoce el destino de cientos de personas que se refugiaban en un teatro de la ciudad costera de Mariupol, después de que un bombardeo ruso arremetiera contra un edificio que tenía la palabra “niños” escrita el suelo para protegerse de los ataques. Las personas en el teatro comenzaron a salir con vida, según un breve comunicado que publicó este jueves en Facebook el exjefe de la región de Donetsk. Aunque, todavía no estaba claro si eso significa que todas las personas dentro del edificio sobrevivieron. Otro bombardeo impactó una piscina en la misma ciudad, que era utilizada como refugio.
Tras pronunciar un emotivo discurso virtual ante el Congreso de Estados Unidos, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, reveló que al menos 103 niños han muerto hasta ahora en el ataque de Moscú. La Organización Mundial de la Salud criticó lo que llamó ataques deliberados contra la infraestructura de atención médica de Ucrania. Y más de 3 millones de ucranianos han huido en un éxodo de refugiados, según la ONU.
Estas no son simplemente historias de civiles desafortunados e inocentes que quedaron atrapados en el fuego cruzado o en un conflicto mayor. No. Hay demasiados ataques para que esto no sea otra cosa que una estrategia deliberada de Rusia por tratar de someter a Ucrania, civil por civil, a punta de bombas. Es probable que este asalto, diseñado con el objetivo de causar el máximo dolor y destrucción, profundice aún más el cisma entre los dos países y dificulte llegar a un acuerdo para poner fin a la matanza.
La imprecisa y sangrienta ofensiva de Rusia es efectivamente una guerra de mediados del siglo XX que se desarrolla 20 años después del siglo XXI. Las escenas de civiles que huyen y la destrucción extraordinaria en ciudades sitiadas casi parecen ocurrir en noticieros granulados en blanco y negro de la década de 1940, tratados con modernas técnicas de color para darles vida. Pero esto está sucediendo ahora. Y es una atrocidad a gran escala moderna. La idea de que las guerras terrestres que marcaron la historia de Europa y dejaron millones de muertos ya habían terminado ha sido desacreditada ampliamente.
“Putin está infligiendo una devastación y un horror espantosos, espantosos, en Ucrania. Bombardeando edificios de apartamentos, salas de maternidad, hospitales”, dijo Biden este miércoles al anunciar otros US$ 800 millones en asistencia militar para el país. “Quiero decir, es horroroso”.
Los posibles contornos de un alto el fuego o un acuerdo a más largo plazo para terminar con los combates se han discutido ampliamente. Podrían incluir una promesa de Ucrania de no unirse a la OTAN. Rusia podría exigir alguna forma de neutralidad para su vecino y una medida de desmilitarización. Ucrania podría necesitar algunas garantías de seguridad de las potencias occidentales para firmar un acuerdo. Pero, sus aspiraciones de unirse a la Unión Europea podría ser algo muy difícil de aceptar de parte de Putin.
El Kremlin dijo este miércoles que la “desmilitarización” de Ucrania podría ser un compromiso y sugirió un modelo de Estado sueco o austriaco. Pero, la parte ucraniana rechazó esa idea.
Como lo han demostrado las tensiones entre israelíes y palestinos, saber la manera en que debe terminar un conflicto no hace necesariamente que sea más fácil llegar a ese punto. Cualquier plan diplomático para poner fin a la guerra en Ucrania probablemente estaría lleno de incertidumbres. Incluida la capacidad política de los rusos y de los ucranianos para ofrecer concesiones después de una lucha tan amarga y grandes pérdidas en cada bando. Además, cualquier conversación real sobre las garantías de seguridad de Occidente exigiría cierto nivel de participación de naciones externas que puede parecer difícil. Y también dependería de que Putin aceptara un papel de extranjero en Ucrania.
Los comentarios de Biden durante este miércoles ––cuando dijo a los periodistas en la Casa Blanca sobre Putin: “Creo que es un criminal de guerra”–– plantearon una pregunta más fundamental. Es justo cuestionarse si Occidente, y más especialmente Ucrania, será capaz alguna vez de lidiar con un líder ruso al que considera de esa manera.
Sin embargo, el terrible desastre humanitario que se desarrolla en Ucrania ––y la posibilidad de que se puedan salvar miles de vidas inocentes–– hacen que sea imperativo que Kyiv y las naciones de Occidente intenten llegar a un acuerdo con Putin… Por más amargo que sea. Pero incluso entonces: ¿lo aceptará alguna vez el líder ruso?
La resistencia de Putin a la paz
Hay muchas razones lógicas por las que Putin podría estar dispuesto a buscar la paz. La guerra ha sido un desastre estratégico y económico para Rusia. En solo unas pocas semanas, múltiples sanciones y castigos vertiginosamente amplios han convertido a Rusia en un paria diplomático, financiero y cultural. Un funcionario estadounidense dijo este miércoles que las fuerzas rusas se habían “estancado en general” cerca de Kyiv. Y, en ese sentido, añadió que las expectativas de una guerra relámpago en la capital eran un recuerdo lejano. Una nueva afluencia de armas estadounidenses y occidentales podría aumentar lo que las agencias de inteligencia de EE.UU. ya creen que son enormes bajas rusas frente a la dura resistencia ucraniana.
Sin embargo, en cada etapa del conflicto, antes y después de la invasión, Putin ha optado por escalar. Por volverse más inhumano. Las ciudades ucranianas están sitiadas. En algunas, la comida y el agua se están agotando. No hay indicios de que el presidente de Rusia tenga escrúpulos ante el cruel costo humano que están cobrando sus acciones. Sus antecedentes sugieren que si se necesita una campaña prolongada y agobiante para destruir Ucrania con armas contundentes como artillería y cohetes, estará dispuesto a desplegarla. Mientras tanto, no hay señales de que las sanciones extraordinarias que han aislado a Rusia del mundo estén debilitando su posición política interna, en un sistema del Kremlin que él ha dominado durante mucho tiempo.
La declaración de Zelensky este martes acerca de que su país tendría que aceptar que no se unirá a la OTAN parecía ser una concesión a Putin. Pero es difícil ver cómo el líder ruso podría aceptar eso como condición suficiente para retirar sus fuerzas. Justamente, dadas sus advertencias al comienzo de la guerra de que Ucrania no tenía derecho a existir y que su gente era realmente rusa.
Entonces, a pesar del terrible costo para los ucranianos y los rusos ––y pese a las dudas de Occidente sobre si él actúa de manera racional––, Putin aún puede encontrar una razón lógica para continuar con el conflicto. Un país destruido no puede unirse a Occidente. A Putin se le ofrecieron múltiples “rampas de salida” en el período previo a la invasión, en interminables conversaciones telefónicas con líderes occidentales, incluido el presidente de Francia, Emmanuel Macron. Pero, las rechazó todas. Sería imprudente esperar que cambiara de opinión ahora.
Aún así, dado el éxito del líder de Rusia en la erradicación de los medios críticos y la disidencia en el país, es teóricamente posible que pueda salvar las apariencias al declarar cualquier acuerdo eventual como una reivindicación. Sin embargo, los bombardeos recientes no sugieren precisamente que el líder ruso esté de humor para un compromiso.
Ucrania podría enfrentar compromisos dolorosos
La travesía que Ucrania tendría que emprender hacia un alto el fuego con Putin también parece alargarse. El dolor extraordinario que ya sufre el país, y el desafío que ha mostrado Zelensky mientras lidera a una nación guerrera en resistencia, pueden aumentar las apuestas para cualquier eventual plan de paz.
Para ponerlo de manera cruel, el grado de asesinatos, privaciones y daños humanitarios que el país soporte puede dar forma a la posición del gobierno en las negociaciones de alto el fuego. No está claro si la llegada de armas de Occidente y el éxito de la resistencia ucraniana animarán al gobierno de Kyiv a seguir luchando. El asesor principal de Zelensky, Mykhailo Podolyak, por ejemplo, dijo este miércoles que el Ejército de Ucrania estaba comenzando a contraatacar a fuerzas rusas mucho más grandes en varias direcciones, informó Sam Kiley de CNN.
Aunque hay algunas señales optimistas de la parte ucraniana sobre las conversaciones con funcionarios rusos, los términos de un acuerdo final podrían ser difíciles. Tras mover a la acción a una nación en una lucha por la independencia y la soberanía, Zelensky puede resistirse a permitir que Rusia se aferre a las áreas en Crimea y el este de Ucrania de las que se ha apoderado. Y probablemente exigiría retenerlas.
Cualquier requisito de desmilitarización del país para satisfacer los llamados rusos a la neutralidad podría dejarlo vulnerable a otra invasión. Y Ucrania ha tenido una amarga experiencia con las garantías de seguridad exterior. Un acuerdo posterior a la Guerra Fría que condujo al desmantelamiento nuclear del país contenía garantías de que su soberanía e independencia podrían ser reconocidas por Gran Bretaña, Estados Unidos y Rusia. Eso no detuvo la invasión de Putin. Ahora suma a eso las múltiples declaraciones de Rusia de que no tenía planes de entrar militarmente a Ucrania. Lo que significa que no hay confianza de Kyiv para Moscú.
Cualquier promesa de que Ucrania no buscaría entrar a la Unión Europea también sería un trago amargo para Zelensky. Putin podría exigir tal compromiso ya que la guerra y más de una década de injerencia en los asuntos de Ucrania fueron motivadas en gran medida por su furia ante la idea de que la nación con los lazos étnicos, culturales e históricos más cercanos a Rusia se moviera hacia Occidente.
Aún así, la invasión de Rusia ha sido contraproducente para Putin en al menos en este sentido. Ucrania se ha convertido efectivamente en parte de la gran Europa en todo menos en el nombre. Millones de sus habitantes han huido a refugiarse en la Unión Europea y tendrán vínculos a largo plazo con el bloque. Y las potencias europeas clave, incluida Alemania, han remodelado décadas de política exterior para apoyar a Ucrania. Y esa es solo una de las formas en que el continente nunca volverá a ser el mismo, cuando sea que termine la guerra, incluso si lleva mucho más tiempo.