(CNN Español) – Jair Bolsonaro buscará este domingo renovar su mandato presidencial por cuatro años más, en unas elecciones que lo enfrentarán por primera vez con el líder del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula da Silva.
Después de ser electo en segundo turno en octubre de 2018 con el 55,13% contra Fernando Haddad, el excapitán del Ejército apostará por un nuevo periodo al frente del Palacio del Planalto. El contexto actual es de fuerte polarización política y, según las encuestas, su rival le lleva una ventaja que ronda los 14 puntos.
Pero Bolsonaro, de 67 años, acumula una larga carrera en la política brasileña; antes de ser presidente había sido siete veces diputado por Río de Janeiro, entre 1991 y 2018. Durante todos esos años, apeló a las declaraciones incendiarias, los escándalos y las polémicas como una forma de destacarse entre sus rivales y hasta como un estilo de hacer política.
Ahora, sin embargo, las elecciones operarán como un plebiscito sobre sus cuatro años de gestión y sobre sus promesas de cara a un segundo mandato. Pero, ¿qué pasó en Brasil entre 2019 y 2022? Abajo, un repaso por su Gobierno.
Economía
Cuando Bolsonaro asumió el cargo, el 1 de enero de 2019, Brasil sufría un período prolongado de crisis económica, que se profundizó con la pandemia de covid-19 en 2020 —al experimentar una caída de su PBI sin precedentes y entrar en recesión—. De acuerdo con datos del Banco Mundial, esa caída del PBI en 2020 llegó al 4,1%.
En los últimos meses, sin embargo, el gigante latinoamericano ha visto una recuperación paulatina de su economía.
Es en esos logros en los que Bolsonaro se ha enfocado durante el último tramo de su campaña por la reelección. Ante la última sesión de la Asamblea General de la ONU, por ejemplo, afirmó que tanto la pobreza, como la inflación y el desempleo están en caída y que la economía de Brasil se encuentra “en plena recuperación”.
En efecto, esos índices han mostrado pequeñas disminuciones en los últimos dos o tres meses, aunque el panorama económico general es un poco más sombrío: uno de cada 10 brasileños actualmente desempleado y la inflación fue del 8,73% en agosto, en comparación con el mismo mes del año pasado.
Durante el mismo discurso, pronunciado el 20 de septiembre pasado desde la sede del organismo en la ciudad de Nueva York, el mandatario conservador reivindicó que la privatización y la desregulación, medidas insignia de su gobierno, promovieron un mejor entorno económico en el país. Entre las medidas que apuntalaron esa orientación se destacan la Ley de Libertad Económica y la Ley de las start-ups.
Coronavirus
La pandemia de covid-19 fue uno de los mayores desafíos del Gobierno de Jair Bolsonaro desde el punto de vista sanitario, económico y político.
Desde un principio Bolsonaro minimizó la gravedad del virus, al que definió como un pequeño resfrío, una “gripezinha”, por la que él mismo, debido su condición de “atleta”, no se preocuparía en caso de resultar contagiado, según sus propios dichos en medios locales. Más tarde, Bolsonaro participó de varias protestas que pedían por el fin de las restricciones por el covid-19. Algunos de los participantes incluso exigían una intervención militar para cerrar el Congreso y la Corte Suprema.
Así, en medio de un creciente descontento social por los efectos de la pandemia, la falta de vacunas y las sospechas de corrupción sobre el presidente, en el mes de mayo de 2021 comenzó oficialmente en el parlamento de Brasil una investigación para evaluar su manejo de la pandemia. En octubre de ese año, la comisión a cargo de la investigación votó a favor de recomendar cargos contra el presidente, aunque hasta el momento no se ha avanzado en ese sentido.
Las encuestas de Datafolha de ese periodo encontraron que el 54% de los brasileños apoyaba una propuesta de los legisladores para abrir un proceso de juicio político contra Bolsonaro, y que el 53% consideraba que su presidencia era “mala” o “espantosa”.
De acuerdo con los datos de la Universidad Johns Hopkins, Brasil acumula hasta el momento más de 34,6 millones de casos y unos 685.000 muertos, lo que lo coloca en el podio de los países con más contagios y fatalidades en el mundo, junto a Estados Unidos y la India.
La diplomacia de Bolsonaro
En Latinoamérica, uno de los primeros gestos en materia de política exterior de Bolsonaro ocurrió el 28 de febrero de 2019, al reunirse en Brasilia con Juan Guaidó, el líder de la oposición de Venezuela y considerado por varios Gobiernos como presidente interino, a quien ha apoyado desde entonces. En noviembre de ese año, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, Brasil votó en contra de retirarle el embargo a Cuba, junto a EE.UU. e Israel.
Bolsonaro también se ha pronunciado en varias oportunidades sobre lo que ocurre en Nicaragua, cuestionando a Daniel Ortega. Esta semana, llegó incluso a anunciar que “abría las puertas” de Brasil para los religiosos que están siendo perseguidos en el país centroamericano.
A nivel regional, Bolsonaro ha sido crítico del Mercado Común del Sur (Mercosur), compuesto por Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Venezuela—actualmente suspendida—. En efecto, las diferencias expresadas por él y por Luis Alberto Lacalle Pou han operado en los últimos meses como un obstáculo a su normal funcionamiento.
Bolsonaro expresó sus intensiones de una flexibilización del bloque y ha llegado a poner en duda su futuro. En simultáneo, las relaciones comerciales entre Brasil y Argentina se han visto disminuidas, mientras que China ocupa un lugar cada vez más ponderante en la economía brasileña.
Otras de las señales que dio en el comienzo de su mandato fue la apertura de una sede diplomática en Jerusalén, Israel, siguiendo los pasos tomados anteriormente por el entonces presidente de EE.UU., Donald Trump, a quien consideró uno de sus más grandes aliados.
A diferencia de su política en relación al Mercosur, Bolsonaro sí ha mantenido su interés y actividad en torno a los BRICS, un bloque originalmente formado por Brasil, Rusia, India y China, y más tarde integrado también por Sudáfrica, que buscaba agrupar a los llamados mercados emergentes. Pese a que fue fundado en 2006 bajo la presidencia de Lula da Silva, el presidente de linea conservadora ha mantenido relaciones ininterrumpidas con sus socios y participado de las cumbres —la última celebrada en Beijing, en junio de este año—.
Antes incluso de ese encuentro, y también de la agresión de Rusia a Ucrania, Bolsonaro viajó a Moscú en febrero pasado. Además de apoyar los esfuerzos de paz de último minuto que había por entonces y firmar una serie de acuerdos bilaterales, como el de intercambio de información clasificada, elogió a su par ruso diciendo: “Entiendo que el presidente Putin es una persona que busca la paz. Y a nadie en el mundo le interesa un conflicto”.
Tras el comienzo de la guerra, y aunque Brasil votó a favor de condenar la agresión de Rusia en la ONU, Bolsonaro ha evadido pronunciarse directamente, diciendo días antes de la votación que el país se mantendría “neutral”.
Brasil, según el resto del mundo
Tanto el manejo de la pandemia como la política ambiental de Bolsonaro durante los últimos cuatro años le valieron un relativo aislamiento internacional. Es que, durante su mandato, la destrucción de la selva tropical más grande del mundo se ha profundizado, alcanzando una deforestación histórica en los primeros tres meses del 2022: un área casi del tamaño de Dallas, Texas, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil (INPE).
En 2020, en medio de los incendios forestales que azotaron la Amazonía, Bolsonaro llegó a plantear que las preocupaciones ambientales expresadas por diferentes Gobiernos, grupos indígenas locales y organizaciones sin fines de lucro no eran más que el preludio a una invasión extranjera en la región. En el mismo sentido, durante la cumbre del G7 en Francia, de agosto de 2019, el presidente Emmanuel Macron anunció un fondo destinado ayudar a Brasil con los incendios, que fue rechazado por Bolsonaro, “como si fuéramos una colonia o tierra de nadie”.
También, al principio de su mandato, en un primer golpe a sus aspiraciones de estrechar vínculos con EE.UU., Bolsonaro anunció la cancelación de un viaje a Nueva York en medio de reacciones sobre sus actitudes. El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, lo calificó de “hombre peligroso”. “Su racismo manifiesto, su homofobia y sus decisiones destructivas tendrán un impacto devastador en el futuro de nuestro planeta”, agregó.
Durante su discurso ante la ONU en 2021, más calmo y tratando de generar confianza, Bolsonaro demostró que sentía ese aislamiento. “(Donald) Trump se fue, (Benjamin) Netanyahu se fue. El principal país que realmente se alinea con su línea de conservadurismo de derecha es la Hungría de Victor Orban”, dijo por entonces a CNN Brian Winter, editor en jefe de Americas Quarterly y vicepresidente de política de Americas Society/Council of the Americas.
En octubre de 2021 la organización sin fines de lucro austriaca AllRise instó a la Corte Penal Internacional (CPI) a investigar al presidente brasileño por sus política en relación a la Amazonía, que según los abogados denunciantes equivalen a “crímenes de lesa humanidad”.
Primera vuelta electoral
Bolsonaro ha sembrado dudas sobre el sistema electoral de Brasil a lo largo de la campaña por su reelección. En particular, el mandatario ha cuestionado sin fundamento la transparencia de las máquinas de votación electrónica utilizadas en el país que, paradójicamente, son el mismo sistema por el cual él mismo llegó al poder.
Esta actitud puede atribuirse al hecho de que las encuestas otorgan una ventaja a su rival, Lula da Silva. Sin embargo, a Bolsonaro todavía le resta una oportunidad si consigue llegar al balotaje, el 30 de octubre. Eso solo ocurrirá en caso de que Lula no obtenga más del 50% de los votos en el primer turno electoral.
Según CNN Brasil, hasta ahora todos los presidentes que se postularon para un segundo mandato fueron reelegidos en el país desde que se implementó ese instrumento en 1997.
Con información de Rodrigo Pedroso, Juliana Koch, Samantha Beech