(CNN) – Michael Anderson preparaba bebidas en el Club Q de Colorado Springs la noche del sábado cuando escuchó estallidos en medio de la música fuerte y estruendosa.

Al principio no se preocupó. Los estallidos se parecían a algunos efectos de sonido populares en los clubes LGBTQ, le relató el bartender a Don Lemon de CNN. Entonces levantó la vista y una figura apareció en su horizonte, empuñando un arma.

“Vi la silueta” de alguien “con un rifle en la entrada del club”, dijo.

Anderson se quedó inmóvil.

Confundido y repentinamente aterrorizado, se agachó detrás de la barra. A su alrededor se produjo una mezcla caótica de disparos, gritos y cristales rotos.

“Los cristales empezaron a volar por todas partes a mi alrededor”, dijo. “Me di cuenta de que esto estaba sucediendo en la vida real, a mí y a mis amigos… Temí que no fuera a salir vivo de ese club. Nunca he rezado tan sincera y prontamente en mi vida como en ese momento”.

Anderson mantuvo la cabeza agachada hasta que cesaron los disparos, y luego salió corriendo del edificio para ponerse a salvo. Otros no lo lograron.

La policía de Colorado Springs dijo que recibió la primera llamada al 911 a las 11:56 p.m. En menos de un minuto, había enviado agentes al club nocturno. A las 12:02 a.m., la persona atacante estaba bajo custodia.

Seis minutos. Algunas personas atrapadas en el Club Q dijeron que les pareció una eternidad.

Esos agonizantes minutos dejaron a cinco personas muertas: Daniel Aston, Kelly Loving, Ashley Paugh, Derrick Rump y Raymond Green Vance. Otras 19 resultaron heridas.

En esos seis minutos, la reputación del club como un refugio seguro para las personas LGBTQ en Colorado Springs se hizo pedazos. El ataque dejó atónita a la comunidad y recordó a la masacre de 2016 que dejó 49 muertos en Pulse, un club gay de Orlando.

Estaba pidiendo una bebida cuando le dispararon

El Club Q se encuentra en una concurrida calle comercial de los suburbios de Colorado Springs, rodeado de centros comerciales y complejos habitacionales. Cerca hay un Walgreen’s, un Subway, un boliche y un taller de reparación de teléfonos móviles.

Es un lugar muy divertido, con frecuentes espectáculos de drags y nombres divertidos para los platillos, como las “Gayoli Fries”, papas fritas cubiertas con alioli de ajo, y el “Death by Rainbow Flight”, un grupo de seis tragos con sabor a caramelo. “Nadie se divierte como el Club Q”, dice la página de Facebook del club.

Esa misma noche, el club había tenido un espectáculo drag de temática punk a cargo de un artista llamado Del Lusional. A continuación, un DJ comenzó a tocar. Un folleto promocional del club prometía “bailar hasta las 2 de la madrugada”. La entrada era de US$ 7.

Las autoridades marcan las pruebas en el exterior del Club Q en Colorado Springs la mañana siguiente al tiroteo.Crédito: RJ Sangosti/MediaNews Group/The Denver Post/Getty Images

Los primeros disparos sonaron poco antes de la medianoche.

Ed Sanders, de 63 años, estaba pidiendo una bebida en el bar cuando las balas lo impactaron.

Todo sucedió tan rápido que apenas se dio cuenta de lo que estaba pasando hasta que le dispararon de nuevo, esta vez en la pierna, según contó a CNN en una entrevista desde un hospital cercano.

“Me dieron en la espalda, me di la vuelta y vi (a la persona atacante), y fue muy rápido”, dijo Sanders. “La segunda bala me dio en la pierna y me caí. Todo el mundo cayó, más o menos”.

Junto a él, en el suelo, había una mujer herida.

“Le puse mi abrigo encima. Estaba temblando y no respiraba muy bien”, dijo. Sanders recuerda haber oído a la gente intentando ayudar a otras víctimas del tiroteo con torniquetes.

Huyó al camerino, apagó las luces y llamó al 911

Pasando el bar y bajando una rampa, Joshua Thurman, cliente regular del Club Q, estaba en la pista de baile cuando oyó lo que parecían disparos.

“Pensé que era la música”, dijo Thurman a los periodistas a la mañana siguiente. “No escuché ningún grito ni nada parecido”. Así que siguió bailando.

Pero entonces Thurman dijo que escuchó otra ronda de disparos.

“Me di la vuelta y no vi el arma… sino la luz que salía del arma”, dijo. Los destellos de la boca del cañón continuaron, seguidos de más sonidos de estallido.

Thurman y otro cliente corrieron al camerino del club, donde se encontraron con un artista de striptease. Cerraron la puerta, apagaron las luces, se tiraron al suelo y llamaron al 911.

Joshua Thurman estaba en el Club Q de Colorado Springs cuando un hombre armado entró y empezó a disparar.Crédito: Jason Connolly/AFP/Getty Images

“Mientras estábamos al teléfono diciéndole a la policía que se diera prisa, oímos más disparos, gente gritando. Oí disparos, cristales rotos…”, dijo a los periodistas antes de cubrirse el rostro con sus manos y sollozar.

Thurman dijo que los pocos minutos en el vestidor le parecieron eternos. Pensó en su madre y en todos sus seres queridos, y rezó para salir con vida y poder hacer las paces a quien pudiera haber lastimado.

“¿Cómo, por qué? Como chico negro, es un tabú ser gay. Este es uno de los primeros lugares en los que me he sentido aceptado por ser quien soy”, dijo sobre el Club Q. “¿Qué se supone que debemos hacer? ¿A dónde se supone que debemos ir? ¿Cómo se supone que vamos a sentirnos seguros?”.

Oyó tantos disparos que pensó que había varios atacantes

Gil Rodríguez estaba en el club con su amiga, Felicia Juvera, cuando empezaron los disparos. La amiga de Juvera estaba trabajando en la cabina del DJ.

Rodríguez declaró a Erin Burnett, de CNN, que fueron tantos los disparos que al principio pensó que había varios atacantes.

“Recuerdo los sonidos. Honestamente, pensé que era la música hasta que olí la pólvora real”, dijo Juvera a CNN. “El olor es lo que me llegó”.