Ammán, Jordania (CNN) – Por las estrechas calles del campo de refugiados de Jabal Al-Hussein, en la capital de Jordania, Ammán, el ambiente es claro.
“¡Palestina! No Estados Unidos, no Estados Unidos… Palestina”, grita un vendedor de fruta local entre la multitud del mercado.
Establecida hace más de 70 años por las Naciones Unidas, la comunidad alberga ahora a más de 30.000 refugiados palestinos, descendientes de algunos de los más de 700.000 que fueron expulsados o huyeron de sus hogares en lo que hoy es Israel tras la guerra árabe-israelí de 1948. Los israelíes la llaman la Guerra de la Independencia. Para los árabes, ese acontecimiento se conoce como la Nakba, o catástrofe.
Las familias de este campo, que ahora es una comunidad urbana edificada, conocen muy bien el exilio, luego de que se les negara el derecho a regresar a sus hogares ancestrales en lo que hoy es Israel. Según Naciones Unidas, actualmente hay unos 5,9 millones de refugiados palestinos en todo el mundo, la mayoría descendientes de aquella generación de exiliados de 1948.
Estos refugiados dicen que es una cadena perpetua de separación de la familia, los amigos y su patria. Y para quienes aún tienen seres queridos en Gaza, es una condena a la forma más cruel de angustia.
Israel lanzó una ofensiva aérea masiva sobre el enclave en el que viven más de dos millones de palestinos después de que combatientes de Hamas de Gaza mataran a 1.400 personas en un ataque dentro de Israel el 7 de octubre, y secuestraran a más de 200 personas.
Abdel-Munim Dababsheh, de 49 años, residente en el campamento, cuenta que su familia se trasladó a Jordania tras la guerra de 1967, cuando Israel arrebató la Ribera Occidental a Jordania y Gaza a Egipto. Dice que dejó atrás a la mayor parte de su familia.
Ha perdido a varios familiares en las sucesivas guerras israelíes en Gaza. Su madre fue asesinada en 2009 y su hermana en 2012, y su tía y su hija mayor murieron en la última ronda de ataques aéreos israelíes. “En cualquier momento podría recibir una llamada telefónica diciéndome que mi hermana y sus hijos también han muerto”.
Según Naciones Unidas, al menos 2.789 civiles palestinos han muerto en Gaza en los últimos 15 años, a menudo en operaciones que, según Israel, se lanzaron contra Hamas y otros grupos de combatientes.
Según las autoridades sanitarias palestinas del enclave gobernado por Hamas, el número total de víctimas mortales del actual conflicto en Gaza supera ya las 5.000, poco más de dos semanas desde que Israel lanzara su implacable campaña aérea.
A pesar del creciente número de víctimas civiles y del rápido deterioro de la situación humanitaria, Israel ha prometido intensificar sus bombardeos aéreos sobre la asediada Gaza y ampliarlos a una operación en varios frentes en los próximos días, pues afirma que pretende acabar con Hamas, designada organización terrorista por Israel, la Unión Europea y Estados Unidos.
Y con los miles de ataques punitivos de Israel, el temor a que la historia se repita, a otra Nakba, se hace sentir en toda la región.
Aunque Israel no ha dicho que pretenda desalojar a los gazatíes a Egipto u otros lugares, el temor a esa posibilidad surgió después de que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) pidieran a los gazatíes que evacuaran el norte de la franja y se desplazaran hacia el sur, mientras continuaba su operación militar, así como después de que el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, dijera que Estados Unidos estaba en conversaciones con Egipto e Israel para establecer un corredor humanitario en la península egipcia del Sinaí para los estadounidenses y otros civiles que huyeran de Gaza.
El domingo, Blinken declaró en el programa “Meet the Press” de la NBC que Israel no tiene “absolutamente ninguna intención” de dirigir Gaza.
Pero la perspectiva de que cientos de miles de palestinos más se vean obligados a desplazarse a países vecinos, o incluso más lejos, está siendo condenada en todo el mundo árabe.
El presidente de Egipto, Abdel Fattah el-Sisi, dijo la semana pasada que un traslado de palestinos de Gaza probablemente iría seguido de una “expulsión similar de palestinos de la Ribera Occidental a Jordania”. El ministro de Relaciones Exteriores de Jordania dijo más tarde que tal medida se consideraría una declaración de “guerra”.
Comentaristas de medios de comunicación árabes han advertido que Israel podría estar planeando despoblar Gaza de palestinos e incluso volver a ocuparla.
“Vergüenza colectiva”
Pero algunos palestinos preferirían morir antes que ser convertidos en refugiados una vez más.
“Por supuesto, nadie quiere ir a Egipto. Es imposible. Mis familiares lo rechazan, yo lo rechazo. Esto es un desplazamiento. Gaza es su hogar. Se quedarán allí aunque eso signifique ser aniquilados por un ataque aéreo”, dice Dababsheh refiriéndose a sus familiares.
Los palestinos, dice, no aceptarán ser desplazados esta vez. “La nueva generación no lo permitirá”, afirma. “Se ponen firmes”.
De los más de dos millones de habitantes de Gaza, 1,7 millones son refugiados, según la UNRWA.
“Los israelíes siempre fueron inflexibles sobre el no retorno de los refugiados, y por eso los palestinos se aferran a… el derecho al retorno”, dice el senador jordano Mustafa Hamarneh, añadiendo que 75 años después, el mundo árabe aún no se ha recuperado de la pérdida de la patria palestina.
“No creo que Occidente se dé cuenta de la profundidad de la vergüenza colectiva que sentimos a raíz de 1948 y de la sensación de injusticia que se nos ha infligido y que necesitamos corregir. Hay un sentimiento muy profundo de vergüenza, de que lo que nos ocurrió en 1948 no debería haber ocurrido”, afirma Hamarneh. “Cualquier nuevo desalojo masivo de refugiados palestinos, para nosotros, es una repetición de 1948”.
Las autoridades israelíes han afirmado que no tienen “ningún interés” en volver a ocupar Gaza. Israel retiró unilateralmente sus tropas del territorio y sacó a los colonos judíos en 2005.
La lucha de los palestinos se siente con especial intensidad en Jordania, donde más de la mitad de la población es palestina o de ascendencia palestina, incluidos más de dos millones de refugiados palestinos.
Pero esa pasión por la causa palestina resuena en todo el mundo árabe, donde viven más de 450 millones de personas.
En un encendido intercambio con Clarissa Ward, de CNN, en el paso fronterizo de Rafah, entre Egipto y Gaza, que se hizo viral en las redes sociales la semana pasada, una activista egipcia gritó que, a pesar de los intentos de “dividir” a los árabes, “estamos con los palestinos y estamos con los árabes”.
La activista, Rahma Zein, era una de los muchos árabes de toda la región indignados por la guerra, cuyas sangrientas imágenes han llegado a casi todos los canales de noticias y plataformas de redes sociales árabes.
Desde hace más de dos semanas han estallado protestas en solidaridad con los palestinos en países como Líbano, Egipto, Libia, Túnez, Iraq, Yemen, Kuwait e Irán. Cientos de miles de personas han salido también a las calles de varias capitales europeas y ciudades estadounidenses, todas ellas pidiendo el fin de los bombardeos israelíes sobre Gaza y del bloqueo del territorio, que lleva ya 17 años.
Jóvenes de todo el mundo árabe han coreado los mismos gritos de guerra que sus padres y abuelos corearon antes que ellos. Se trata de una causa multigeneracional que, más de 75 años después de la expulsión de los palestinos, no ha perdido relevancia en la región.
“Para gran parte del mundo árabe, la cuestión de Palestina representa al último pueblo árabe colonizado que intenta conseguir su libertad”, afirmó H.A. Hellyer, experto en estudios de seguridad internacional de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional y del Real Instituto de Servicios Unidos de Londres.
Aunque en los últimos años los Estados árabes han tendido a centrarse en problemas más cercanos, la última guerra “ha hecho que la cuestión palestina vuelva a estar en el orden del día”, afirmó.
Para muchos manifestantes, las protestas no son una expresión de apoyo a Hamas, ni una expresión de indiferencia ante la matanza de civiles israelíes. Muchos manifestantes creen que esta crisis comenzó mucho antes de los atentados del 7 de octubre, citando lo que, según ellos, es una opresión israelí de los palestinos que dura décadas.
En la capital iraquí, Bagdad, donde cientos de manifestantes salieron a la calle durante el fin de semana, Ahmed El-Saied, de 45 años, afirmó que en los últimos años los gobiernos occidentales obligaron a los Estados árabes y a sus poblaciones a olvidar la cuestión palestina, especialmente mientras los árabes lidiaban con “conflictos internos y sectarios”.
En Egipto, donde se permitieron protestas masivas el viernes por primera vez en una década, Alya, que participó en la protesta, dijo que la reciente ola de acuerdos de normalización árabe con Israel provocó una sensación de “derrotismo”.
“Sin embargo, lo que vimos después del 7 de octubre fue un impactante recordatorio para nosotros mismos y para el mundo de que, en realidad, toda esta situación no se ha normalizado”, dijo Alya, que solo dio su nombre de pila por temor a represalias de las autoridades.
“Prefieren morir en Gaza que desplazarse”
Los analistas afirman que el temor de los árabes a un nuevo desplazamiento de palestinos es especialmente elevado debido a la retórica incendiaria que han proferido en el pasado algunos miembros del gobierno derechista de Israel.
El ministro de Finanzas Bezalel Smotrich en 2017, como miembro del Parlamento, escribió en un ensayo que la emigración de los palestinos debe ser alentada e incentivada, y agregó que la noción de que la emigración es cruel es “absurda”. El proceso, argumentó, no debería ser “una expulsión cruel”, sino hacerse de una manera “planificada, voluntaria y basada en el deseo de una vida mejor”.
Más recientemente, causó indignación en marzo tras pedir que se “borrara” la aldea palestina de Huwara tras el asesinato de dos colonos israelíes en la localidad en un ataque palestino, que provocó ataques de venganza por parte de colonos israelíes que uno de los principales generales militares de Israel calificó más tarde de “pogromo”.
El ministro de Seguridad Nacional de Israel, Itamar Ben Gvir, fue condenado por racismo antiárabe por un tribunal israelí décadas antes de incorporarse al gobierno y fue en su día seguidor de Meir Kahane, un judío fanático que pedía abiertamente la expulsión de los palestinos. La esposa de Ben Gvir, Ayala Nimrodi, ha sido citada diciendo que desea “deshacerse” de los palestinos.
Cuando se le ha preguntado por la retórica de sus socios de coalición de derechas, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha dicho que son sus manos las que están “al volante”.
Hellyer dijo que este tipo de retórica ha dado a los árabes buenas razones para temer que la expulsión de los palestinos pueda estar realmente sobre la mesa.
“No creo que sea raro (que) muchos en el mundo árabe se tomen en serio su palabra, sobre todo teniendo en cuenta la realidad de que en todas las situaciones anteriores en las que los palestinos abandonaron el territorio palestino, nunca se les permitió volver”, dijo Hellyer.
Hanya Sabawi, una palestina que abandonó Gaza siendo un bebé pero cuya familia permanece en el enclave, declaró a CNN que no sabe si su familia tendrá hogares a los que regresar.
“Y el mayor temor, por supuesto, es que vayan a ser evacuados y convertidos en refugiados. Esto es de lo que todo el mundo habla ahora abiertamente, como si no importaran”, dijo. “No quieren desplazarse. Prefieren morir en Gaza que desplazarse”.
– Claudia Otto y Aqeel Najim, de CNN, contribuyeron a este reportaje.