Ucrania Central (CNN) – El comandante del batallón, Dmytro Kukharchuk, habla en voz baja pero con firmeza. Con sus manos tatuadas tras la espalda, cuenta a los hombres, todos convictos, su experiencia luchando por Ucrania en Bakhmut y Avdiivka.
Kukharchuk, de 34 años, está en una prisión del centro de Ucrania, intentando reclutar prisioneros físicamente fuertes, sanos y motivados para su unidad, la 3° Brigada de Asalto Separada.
Transcurridos más de dos años desde la invasión rusa a gran escala, Ucrania se esfuerza por reponer sus mermadas filas militares. Para hacer frente a esta situación, el gobierno introdujo el mes pasado una nueva ley que permite el reclutamiento de convictos. En virtud de esta ley, las personas que cumplan determinadas condiciones podrán obtener la libertad condicional anticipada si firman un contrato de servicio militar.
Kukharchuk no promete mucho a los presos. “No será fácil. Pero cuando vienes a nosotros, vienes a una familia”, dice a los hombres, explicando que la brigada no tendrá unidades “penales” especiales. En lugar de eso, dice, los prisioneros reclutados se integrarán en los batallones existentes.
Algunos de los hombres escuchan atentamente, otros muestran una sonrisa de incredulidad.
Pero incluso los que sonríen empiezan a prestar atención cuando el colega de Kukharchuk empieza a hablar. El hombre, que pidió a CNN que lo identificara solo por su código de llamada “Dato” por motivos de privacidad, es uno de ellos.
Ha pasado gran parte de su vida encarcelado. Condenado por varios delitos, se fugó de la cárcel tres veces y salió en libertad condicional en febrero de 2022 tras cumplir 31 años. Se alistó en el ejército ucraniano pocas horas después de que Rusia lanzara su invasión a gran escala de Ucrania el 24 de febrero de 2022.
Dato, de 58 años, impone respeto a su audiencia. Su voz atraviesa el patio y, cuando hace una pausa, el silencio es profundo. Decenas de presos están pendientes de cada una de sus palabras. Algunos están de pie en el patio, otros asomados a las ventanas de sus celdas. Su discurso está salpicado de jerga carcelaria. Habla de honor, deber y reputación. “Esta es su oportunidad de rehabilitarse a los ojos de sus hijos”, les dice.
Reclutadores de varias brigadas ya han visitado esta prisión de 700 hombres, y unos 100 reclusos ya han firmado contratos con distintas unidades.
La nueva ley no permite reclutar a personas condenadas por delitos contra los fundamentos de la seguridad nacional de Ucrania o por delitos de corrupción especialmente graves. También se excluye a quienes hayan cometido los delitos más violentos. Las personas condenadas por dos o más asesinatos premeditados, por delitos cometidos con crueldad, o por asesinatos combinados con violación o violencia sexual, tienen prohibido enlistarse.
Queda por ver cómo funcionará exactamente la ley en la práctica. Tras su aprobación, el Ministerio de Justicia ucraniano afirmó que los reclusos, que deben enlistarse por voluntad propia, servirían en unidades separadas. Pero Kukharchuk y Dato, representantes de la 3° Brigada de Asalto Separada, desearían que los reclutas de las prisiones sirvieran con la infantería regular.
Kukharchuk declaró a CNN que los soldados de su brigada no tienen ningún problema en combatir junto a convictos. “¿Cómo puedes tener una actitud especial hacia personas que vienen a ti, que se sentarán en la misma trinchera contigo, que participarán en operaciones de asalto contigo y te cubrirán las espaldas?”, afirmó.
Pero otros mandos, aunque apoyan el reclutamiento de presos, no están tan seguros de la integración. “Los prisioneros deben luchar en unidades separadas. Y necesitan gente muy buena para dirigirlos”, dijo a CNN un comandante que se identifica como “Teren” y que está combatiendo en Avdiivka. El comandante de reconocimiento de artillería de la 110° Brigada Mecanizada pidió que no se utilizara su nombre real por motivos de seguridad.
“No estoy en contra de que luchen prisioneros, en absoluto. Me sorprende que no utilizáramos esta idea al principio de la guerra. Siempre hay muchas bajas entre la infantería, y si los presos quieren (arriesgar sus vidas) para ir a luchar en la infantería, es una buena decisión”, añadió.
El impulso para reclutar presos en el ejército parece a primera vista muy similar a una campaña de reclutamiento de presos por parte de la compañía rusa de mercenarios Wagner a principios de la guerra, y continuada por el Ministerio de Defensa desde el año pasado. Miles de presos rusos han perdido la vida en asaltos denominados “trituradoras de carne”, especialmente en los combates por la ciudad ucraniana oriental de Bakhmut.
Pero el ministro de Justicia de Ucrania, Denys Maliuska, rechazó la comparación en declaraciones a CNN desde Kyiv. “En Ucrania, la motivación se basa en gran medida en el patriotismo. Nuestros prisioneros se alistan en el ejército voluntariamente. En Rusia, era voluntario y forzado. Yo personalmente vi a prisioneros (rusos) que fueron obligados a unirse a Wagner”, dijo, añadiendo que en Rusia, los reclusos fueron reclutados en la compañía militar privada notoriamente brutal, mientras que en Ucrania, se unen a las Fuerzas Armadas de Ucrania.
“Se trata de un servicio militar estatal regular con todas las garantías: salario, seguridad social, pagos en caso de lesión, muerte, etcétera. Esta es una historia completamente diferente en cuanto a motivos y mecanismos”.
Sacudirse la etiqueta de “exconvicto”
Los reclutas convictos disfrutarán de los mismos permisos familiares que los demás soldados y tendrán derecho al mismo salario, pero no recibirán las vacaciones anuales habituales para el resto de efectivos, según la ley.
Según el Ministerio de Justicia, actualmente hay 26.000 personas encarceladas en Ucrania. Desde la entrada en vigor de la ley, 5.000 reclusos han solicitado alistarse en el ejército, según el ministerio. Cerca de 2.000 ya han pasado el reconocimiento médico y han sido excarcelados por los tribunales. Según Maliuska, el primer grupo de reclusos reclutas ya está recibiendo formación básica.
El ministro dijo que esperaba que se apuntaran más presos. Muchos están esperando a ver qué pasa con la primera tanda de reclutas, dijo, pero la reacción inicial ha sido positiva.
Maliuska cree que muchos presos ven el programa como una oportunidad de quitarse de encima la etiqueta de “exconvicto” que suele acompañar a las personas incluso después de su puesta en libertad. “No cabe duda de que existen riesgos. Pero la moral y el estado de ánimo de quienes salen de prisión son mucho más altos que los de quienes fueron movilizados en algún lugar de la calle”, declaró a CNN.
“Una persona movilizada a la fuerza que no quería ir al ejército lo ve como una tragedia y un deterioro de sus condiciones de vida. Y se puede esperar la deserción de esta categoría (de soldados) mucho más que de una persona para la que es un ascenso en la escala social, ingresos, estilo de vida y respeto. Para los prisioneros, es un ascenso en la escala social”.
El ministro declaró a CNN que el gobierno es consciente de que los prisioneros pueden plantear problemas a los mandos sobre el terreno, pero afirmó que la ley puede modificarse según sea necesario en función de cómo se vean las cosas en la práctica. Dependerá mucho de los mandos de las unidades y de su capacidad para establecer la disciplina en las unidades de prisioneros, afirmó.
“Ahora protegeré a otras familias”
En un campo de entrenamiento del centro de Ucrania, un grupo de prisioneros se encuentra ya en la segunda semana de formación básica. Entre ellos se encuentra Dmytro, de 28 años, cuya esposa y dos hijos pequeños murieron en un ataque ruso en la ciudad oriental de Izium a las pocas semanas de la invasión total de Ucrania, mientras él cumplía una condena de cuatro años y medio en prisión. Pidió a CNN que no publicara su apellido por motivos de seguridad.
Dmytro declaró a CNN que supo que quería luchar desde el momento en que empezó la guerra. Cuando los reclutadores visitaron su prisión, fue de los primeros en alistarse.
“Tenía mujer e hijos, y sabía que alguien tenía que protegerlos. Pero como yo no pude, ahora protegeré a otras familias que quieren vivir y tener hijos”, declaró a CNN.
Dmytro contó a CNN que creció huérfano y empezó a robar cuando era joven. Cree que la cárcel enseña a la gente a sobrevivir en un entorno duro, lo que significa que los exconvictos podrían soportar las presiones del frente mejor que los civiles comunes.
Declaró a CNN que, cuando mataron a su familia, quiso vengarse. Ahora no soporta hablar de los que perdió, pero sueña con el día en que pueda empezar de nuevo y tener hijos que se sientan orgullosos de él.
“Me queda un año y cinco meses de condena. No es mucho. Podría quedarme en la cárcel y no ir a la guerra. Pero estoy motivado. No quiero que otras personas pasen por esto”, dijo, refiriéndose a la pérdida de su familia.
De vuelta en la prisión, Kukharchuk y Dato seleccionan cuidadosamente a sus reclutas. Sentados frente a ellos en una sala de entrevistas, preguntan a cada uno de los voluntarios por sus antecedentes y su motivación. La brigada no acepta a mayores de 50 años, con problemas graves de salud o físicamente incapacitados. Los huérfanos, en cambio, son favorecidos de inmediato.
Kukharchuk declaró a CNN que los huérfanos que han tenido una infancia difícil y están acostumbrados a sobrevivir y a hacer frente a las dificultades suelen tener buenos resultados en el ejército. Después de cada entrevista, los prisioneros estrechan la mano de los reclutadores. Los seleccionados rellenan el papeleo y esperan nuevas instrucciones.
De los 17 reclusos que querían alistarse el día que CNN visitó la prisión, la 3° Brigada de Asalto Separada reclutó a 12 de ellos. Kukharchuk dijo que era “un número muy bueno”. La brigada es una de las unidades más solicitadas y suele rechazar a más de la mitad de los convictos que quieren unirse a ella.
Hay excepciones a las normas. Uno de los presos tiene mala vista y Dato y Kukharchuk dudan al principio en reclutarlo. Pero tras una breve charla, lo aceptan.
“La vista se puede corregir. La motivación es más importante que la vista”, dice Dato.