Washington (CNN) – El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, necesita hacer mucho más para calmar el pánico demócrata por su terrible actuación en el debate con el expresidente Donald Trump. Y debe hacerlo rápido.
Después de que el representante de Texas, Lloyd Doggett, se convirtiera este martes en el primer legislador demócrata en romper filas y exigir que Biden se haga a un lado, las principales figuras del partido ahora están pidiendo más apertura y detalles sobre la salud y el estado mental del presidente, a medida que la ansiedad sobre su campaña de reelección evoluciona hacia una amenaza cada vez más genuina a su control sobre la candidatura demócrata.
Cada esfuerzo que el presidente y sus equipos de campaña y de la Casa Blanca hacen para solucionar el problema acaba agravándolo. Biden, por ejemplo, bromeó este martes por la noche con los donantes diciendo que “casi se queda dormido en el escenario” con Trump después de dos agotadores viajes a Europa el mes pasado. Fue una forma extraña de rebatir las afirmaciones de que ya no está en condiciones de cumplir las exigentes obligaciones de su cargo, mientras pide un segundo mandato a los 81 años.
Las repercusiones del debate han dado otro giro extraordinario a una impresionante campaña en la que se enfrentan dos presidentes, uno que es un delincuente convicto y otro que ya es el más veterano de la historia en ocupar el cargo. El debate cristalizó muchos temores de los demócratas sobre las perspectivas de Biden e hizo el juego a meses de afirmaciones de Trump, de 78 años, de que su rival es débil y está mentalmente disminuido.
Este martes la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, tuvo que soportar una sesión informativa que fue casi tan dolorosa de ver como el propio debate. Dijo que, aunque Biden estaba resfriado en el debate, no había tomado medicación y que ahora se encontraba mejor. Pero se negó a ir más allá de los resultados del examen físico anual de Biden, que ya se habían hecho públicos y que le declararon apto para el servicio en febrero. Las explicaciones no cuentan por qué Biden se entretuvo en algunas respuestas, a veces parecía incoherente y miraba con la boca abierta mientras Trump hablaba durante el debate en CNN.
El equipo de Biden también sigue respondiendo a la pregunta equivocada.
“El mejor predictor del comportamiento futuro es el rendimiento pasado”, dijo Jean-Pierre, subrayando que la verdadera prueba de las capacidades de Biden era su historial en el cargo durante los últimos 3 años y medio.
Pero la cuestión que realmente se planteó en el debate fue si los votantes pueden imaginarle —en su mermado estado actual— capaz de cumplir plenamente otro mandato que terminaría cuando tenga 86 años. Jean-Pierre insistió en que “entendemos cómo se siente el pueblo estadounidense. Lo entendemos”. Pero su sesión informativa solo creó más intriga sobre lo que realmente ocurría dentro del estrecho círculo íntimo del presidente.
Mientras aparecen las primeras grietas en el cortafuegos demócrata que rodea al presidente, los llamamientos públicos a que se aparte para que el partido pueda elegir a otro candidato aún no se acercan a la masa crítica. Pero Biden y su equipo no pueden ignorar las peticiones de los demócratas más veteranos para que el presidente dé más explicaciones y haga campaña con más energía. Y el resultado final del pánico por la actuación de Biden es ahora imposible de predecir, una posición enormemente vulnerable para un presidente que aspira a un segundo mandato.
El senador demócrata Peter Welch, de Vermont, dijo este martes: “La gran pregunta que se planteaba en ese debate era la cuestión de la edad. […] El resultado del debate fue que esa cuestión sobre la edad se intensificó”.
“Tenemos que ocuparnos de eso. Esa es la verdadera cuestión, y tener conversaciones francas sobre ello, porque al final del día, la cuestión existencial a la que se enfrenta el Partido Demócrata es cómo evitamos que Trump sea presidente, y cueste lo que cueste, cada decisión que cada uno de nosotros tome, desde el presidente Biden hasta un capitán de distrito en el South Side de Chicago, debe ser a través de la lente de cómo proteger mejor la democracia y proteger a Estados Unidos”, dijo Welch a Abby Phillip, de CNN, en “NewsNight”.
Quizá lo más importante es que la comparación entre el sabio, sobrio y estadista Biden y el salvaje y anárquico Trump que la campaña del presidente había anticipado durante meses ha quedado anulada por las especulaciones sobre la salud y la resistencia de Biden. Biden necesitaba utilizar el debate para dar la vuelta a una carrera que estaba en peligro de perder, y ahora puede haber desperdiciado su mejor oportunidad de superar al expresidente.
Biden dará una entrevista a ABC
En un nuevo esfuerzo por calmar la inquietud de la opinión pública, Biden concederá este viernes una entrevista a George Stephanopoulos, de ABC News, en lo que se perfila como una prueba aún más crítica de su agudeza que el debate. Y este miércoles se reunirá con gobernadores demócratas en Washington, tanto en persona como virtualmente, tras las demandas de contacto directo que subrayaron el hecho de que muchos demócratas creen que el círculo íntimo de Biden ha estado alejado y no ha respondido a sus preocupaciones durante meses.
Uno de esos gobernadores, Andy Beshear, de Kentucky, dijo este martes en una entrevista notablemente sincera con CNN que el debate de Biden fue “duro” y que, digan lo que digan las encuestas, dañará su campaña.
“Joe Biden es nuestro candidato y, en última instancia, la decisión de continuar o no recaerá sobre él y su familia”, dijo Beshear –que ha sido mencionado como posible sustituto del candidato, si Biden se retira– a Pamela Brown. “Pero no creo que haya nada de malo en pedir al presidente que hable al pueblo estadounidense un poco más sobre su salud o sobre su actuación en el debate”.
Y añadió: “Es como ver a alguien a quien no has visto en un tiempo y parece un poco apagado, y le preguntas cómo está y luego escuchas su respuesta. Es tanto mostrar preocupación por ellos como tratar de asegurarte de que todo va bien”.
Al igual que Beshear, la expresidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, formuló sus comentarios diciendo que Biden es un gran presidente y que Trump supondría una grave amenaza para el Estado de derecho. Pero también especuló sobre la salud del presidente.
“Creo que es legítimo preguntarse si se trata de un episodio o de una enfermedad”, se preguntó este martes en la cadena MSNBC, añadiendo que también era justo preguntarse por el posible candidato republicano.
Un mal día que empezó al amanecer
La posición política de Biden se deterioró este martes al amanecer, cuando el congresista por Illinois, Mike Quigley, dijo a Kasie Hunt, de CNN, que el presidente tenía que entender que su decisión sobre si seguir o no en la carrera repercutiría durante años y que la Cámara de Representantes y el Senado estaban en juego.
Pocas horas después, Doggett se convirtió en el primer legislador demócrata en pedir a Biden que renunciara a la candidatura del partido.
“Hay un grupo grande y creciente de demócratas de la Cámara de Representantes preocupados por la candidatura del presidente, que representan a una amplia franja de la bancada”, dijo otro legislador demócrata de la Cámara a Brianna Keilar, de CNN, bajo condición de anonimato para hablar con franqueza. “Estamos profundamente preocupados por su trayectoria y su capacidad para ganar. Queremos darle espacio para que tome la decisión [de apartarse], pero expresaremos cada vez más nuestra preocupación si no lo hace”.
Una nueva encuesta de CNN/SSRS mostró que tres cuartas partes de los estadounidenses creen que los demócratas tendrían más posibilidades de vencer a Trump con un candidato que no fuera Biden. E incluso a la impopular vicepresidenta Kamala Harris le fue mejor en el enfrentamiento con Trump que a su jefe.
Otra señal de peligro para el presidente es que, a pesar de su insistencia en que seguirá en la carrera, algunos demócratas están empezando a responder a preguntas sobre qué pasaría si él dejara de ser el candidato, a pesar de los extraordinarios retos logísticos que eso supondría en la Convención Nacional Demócrata de agosto.
El representante por Carolina del Sur, James Clyburn —uno de los más vehementes partidarios de Biden—, dijo este martes en MSNBC que seguía queriendo ver al presidente al frente de la candidatura. Pero también ofreció su apoyo a la vicepresidenta.
“La apoyaré si él se hiciera a un lado”, dijo Clyburn. “Este partido no debería de ninguna manera hacer nada para rodear a la señora Harris”.
Y añadió: “Deberíamos hacer todo lo posible para reforzarla, ya sea en segundo lugar o en la cabeza de la candidatura”.
La senadora Laphonza Butler también dijo que sigue apoyando a Biden, pero ofreció un fuerte respaldo a su colega californiana.
“Creo que ha hecho un trabajo increíble siendo compañera del presidente y liderando el partido y el país, y creo que seguirá siéndolo”, dijo Butler.
En su entrevista, Beshear —quien, como gobernador de un estado republicano, atraería las especulaciones sobre la vicepresidencia en una candidatura diferente— también elogió a Harris, afirmando que había estado encantado de trabajar con una vicepresidenta cuya adaptación al cargo, inicialmente vacilante, significa que no sería ni mucho menos una certeza para ocupar el puesto si Biden decidiera abandonar la carrera.
La encuesta de CNN/SSRS muestra a Harris a poca distancia de Trump en un hipotético enfrentamiento, con un 47% a favor y un 45% en contra, dentro del margen de error. Biden estaba 6 puntos porcentuales por debajo del expresidente.
Pero la vicepresidenta se aseguró de que no hay distancia entre ella y Biden durante una breve entrevista con CBS News.
“Joe Biden es nuestro candidato. Derrotamos a Trump una vez y vamos a derrotarle de nuevo, punto”, dijo, y añadió: “Estoy orgullosa de ser la compañera de fórmula de Joe Biden”.