(CNN) – El asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, ha generado una nueva ola de incertidumbre en un país golpeado en las últimas décadas por la inestabilidad política, la pobreza y los desastres naturales. Y es esperable que la situación también afecte al único vecino de Haití, la República Dominicana.
Todavía no estaba claro quién ordenó la muerte de Moïse, pero las autoridades han arrestado miembros de un presunto comando colombiano que inicialmente buscaban arrestar al mandatario, según dijo la Policía de Colombia.
Ambos países comparten la isla La Española, en el mar del Caribe, separados por una frontera de apenas 376 kilómetros.
Pero Haití y la República Dominicana viven, al mismo tiempo, dos realidades muy diferentes, separados también por sus niveles de pobreza, la riqueza de sus economías y la estabilidad de sus sistemas políticos.
Una isla, dos realidades
Haití, con capital en Puerto Príncipe, tiene una población de 11.198.240 personas y una superficie de 27.750 kilómetros cuadrados, ocupando el extremo occidental de La Española.
Según datos del Banco Mundial, el país tiene un PIB per cápita (PPP, ajustado según paridad de poder adquisitivo) de unos US$ 2.925 con una economía agraria, y una pobreza del 58,5%, según últimos datos oficiales de 2012 (estimaciones del Banco Mundial la ubican actualmente en 60%). Con estos números, se trata de uno de los países más pobres del mundo, y el más pobre del Hemisferio Occidental.
En este último punto, sin embargo, la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), impulsada por tres universidades venezolanas ante la falta de confianza sobre los informes oficiales, reportó en 2020 que Venezuela había alcanzado una pobreza aún mayor que la de Haití.
República Dominicana tiene en cambio una población de 10.597.348 personas y una superficie de 48.670 kilómetros cuadrados, de acuerdo a datos del CIA World Factbook, por lo que ocupa la mayor parte de La Española, en su sector oriental.
Su PIB per cápita (PPP) es de unos US$ 17.936, con una economía pujante basada en el turismo, los servicios y las exportaciones de azúcar, café y tabaco, y el 21% de su población se encuentra bajo el umbral de pobreza.
Un origen común
El explorador italiano Cristóbal Colón descendió en la isla, habitada por los taínas, en 1492 en su viaje financiado por la corona española y la nombró Hispaniola (La Española, en latín). Se cree que había 250.000 taínas al momento de la llegada de los europeos. Sin embargo, para 1517 la población se había reducido a 14.000, principalmente debido a las enfermedades que trajeron los europeos, según la Fundación de Investigación Médica de Oklahoma.
Fue una de las colonias más ricas de su época, con una economía basada en la agricultura y la mano de obra esclava.
En 1697 España reconoció el derecho de Francia al tercio occidental de la isla, futura Haití, que se independizó en 1804 tras una revuelta de esclavos. Se trata del segundo país de América, luego de Estados Unidos, que logró independizarse. Mientras que en el sector oriental continuó la colonia española de Santo Domingo.
La República Dominicana, en cambio, se formó como país en 1844, tras pasar 22 años bajo control de Haití. El país estuvo de ida y vuelta entre el dominio español y la independencia hasta que finalmente declaró la independencia definitivamente en 1865.
Inestabilidad, violencia y desastres naturales
El primer siglo del francoparlante Haití estuvo marcado, sin embargo, por la inestabilidad y más de 70 dictadores gobernaron el país, hasta que en 1915 tropas de Estados Unidos ocuparon el territorio. Se quedarían allí hasta 1934.
Una nueva ola de inestabilidad siguió luego, con diferentes golpes de Estado, intentos democráticos frustrados y levantamientos rebeldes, y en 2004 se desplegó una fuerza internacional de paz por orden del Consejo de Seguridad de la ONU –la Minustah– tras un levantamiento rebelde.
En 2010 Haití es golpeado por dos desastres: un terremoto que destruye gran parte de Puerto Príncipe, mata a unas 217.000 personas y deja a más de dos millones sin hogar, y una epidemia de cólera que mata a 6.600 personas. Del otro lado de la frontera, donde el terremoto tuvo pocos efectos y no se reportaron muertes, República Dominicana fue el primer país en enviar ayuda humanitaria a Haití.
No fue la primera vez que un desastre golpeaba en forma dispar a ambos países. En 2004 el huracán Jeanne, que tocó tierra en República Dominicana, provocó inundaciones que dejaron un saldo de 3.000 muertos en Haití. En su país vecino solo se reportaron 19 muertes.
Fin de la misión de la ONU
La Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah) se retiró de Haití en 2017. Actualmente el país se organiza bajo un sistema semipresidencialista, con un poder ejecutivo dividido en un presidente y un primer ministro, pero afectado siempre por la violencia política en las calles y las dificultades para organizar elecciones: desde 2020 el país funcionaba sin Congreso.
Tras la muerte de Moïse, el primer ministro interino Claude Joseph ha tomado las riendas del país pero el proceso de transición no está aún claro.
Los primeros años de República Dominicana estuvieron marcados también por la inestabilidad y la violencia política, períodos entre los que se encuentran la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo (1930-1961) y el gobierno autoritario de Joaquín Balaguer (1966-1996), aunque desde 1996 el país goza de elecciones competitivas.
El país, cuya capital es Santo Domingo, se organiza bajo un sistema presidencialista y el cargo de presidente está ocupado ahora por Luis Abinader. Cuenta además con un Congreso bicameral compuesto por un Senado y una Cámara de Diputados.
Historia de magnicidios
El asesinato de Jovenel Moïse en Haití, que murió a manos de un presunto comando colombiano en su casa de Puerto Príncipe, es el primer magnicidio que registra el país en el siglo XXI. La vecina República Dominicana tiene dos en su historia.
Ramón Cáceres fue asesinado cuando era presidente de la República Dominicana en 1911. Mientras se dirigía a Haina, el coche presidencial tirado por caballos fue interceptado por un grupo de personas, quienes dispararon contra Cáceres, quien murió instantes después de sus heridas.
Mientras que Rafael Leónidas Trujillo, descrito por el analista y colaborador de CNN Carlos Montaner como “tal vez el más sanguinario de todos los dictadores latinoamericanos del siglo XX”, fue asesinado el 30 de mayo de 1961.