(CNN Español) – El último dictador de Europa. Así es como muchos califican -condenan- al presidente de Belarús, Alexander Lukashenko, cuyos métodos represivos llegan a causar estos días enormes dolores de cabeza en una comunidad internacional que no siempre sabe cómo actuar.
Escucha el nuevo episodio de Desafíos Globales con José Levy.
Saludos, les habla José Levy en un nuevo episodio del podcast de CNN Desafíos Globales.
Son de esos casos en los que la realidad pareciera superar a la ficción.
El escenario: los Juegos Olímpicos en Tokio. La protagonista: una joven de 24 años, Krystina Tsimanouskaya, velocista del equipo bielorruso, quien cometió un error craso: atreverse a criticar en las redes, no ya a su gobierno, sino muy lejos de eso, la decisión de sus entrenadores de ponerla en una carrera para la que, asegura, no fue preparada.
Por lo visto se trataba de una falta de disciplina, de un error imperdonable, que provocó que sus delegados decidieran interrumpir su participación en los Juegos Olímpicos y trataran de devolverla inmediatamente a su país.
Luego, dijo a CNN que en el camino al aeropuerto telefoneó a su abuela, quien le advirtió de no regresar por temor a terminar en un sanatorio para problemas mentales o, alternativamente, en la cárcel. Cuenta que la abuela le dijo que en los medios de comunicación locales se referían a ella como alguien que sufría problemas emocionales y psicológicos, y que eso podía ser mala señal.
En el aeropuerto en Tokio pidió ayuda a los agentes de seguridad y, de esta forma, pudo impedir que la devolvieran a Belarús.
Tsymanouskaya pidió asilo diplomático a Polonia y, cuando se lo concedieron, se trasladó a Varsovia, pero no lo hizo -por razones de seguridad- en un vuelo directo, sino haciendo escala en Viena. Ahora afirma temer por los familiares que están todavía en su país.
Es de suponer que no la tranquilizó saber que este martes fue encontrado colgado en un parque de Kiev un disidente bielorruso, Vitaly Shishov, también joven, de 26 años. Shishov encabezaba la Casa de Belarús en Minsk, que intenta dar cobijo a aquellos bielorrusos que buscan asilo en Ucrania.
Sus amigos aseguran que había llegado al lugar corriendo, haciendo deporte. Dicen que su cuerpo sin vida mostraba la nariz rota y otras contusiones. La policía afirma que los hematomas podían haber sido de una sola caída y verifican si se trató de un suicidio o, alternativamente, de un asesinato que se pretendía hacer pasar por suicidio.
Y los intentos de escapar del régimen de Alexander Lukashenko a veces no logran su objetivo ni siquiera fuera de sus fronteras. En mayo, otro disidente, Roman Protasevich, lo sintió en su propia piel cuando viajaba en un avión de la compañía internacional Ryanair, que fue desviado de su ruta original y obligado a aterrizar en Minsk, la capital bielorrusa.
La excusa del gobierno era que había una amenaza de bomba. Que el avión estuviera en el aire ya más cerca de su destino original que de Minsk no fue suficiente motivo para impedir que un avión de guerra Mig 29 escoltara al aparato, con 171 personas a bordo, hacia la capital bielorrusa. Ni qué decir sobre que no se encontró ningún explosivo a bordo.
La indignación de muchos gobiernos fue enorme. Se culpaba al régimen de Lukashenko de una peligrosa piratería aérea al -decían- “secuestrar” un avión civil y obligarlo a cambiar de ruta para, en realidad, hacerse de uno de sus pasajeros.
Pero, ¿quién es el presidente de Belarús desde hace ya 27 años?
Escucha el resto en el podcast.
Bueno. Hasta aquí este podcast. Espero sus comentarios en Twitter: @joselevycnn. La semana que viene volveremos con más Desafíos Globales que nos presente este terrible o apasionante rincón del universo donde nos tocó vivir.
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