(CNN) – Le tomó unas horas el jueves al presidente de Rusia, Vladimir Putin, romper la paz y la seguridad de Europa en su intento de despojar a los ucranianos de su derecho a la autodeterminación.
Con ataques aéreos, marítimos y terrestres, la invasión a gran escala de Ucrania continuó hasta el viernes, y fuentes estadounidenses familiarizadas con la inteligencia advirtieron que la capital, Kyiv, podría caer en cuestión de días.
Putin ha sido muy claro acerca de sus objetivos básicos al invadir: quiere desarmar a Ucrania, romper sus lazos con la alianza militar de la OTAN y acabar con las aspiraciones del pueblo ucraniano de unirse a Occidente.
“Buscaremos desmilitarizar y desnazificar a Ucrania”, dijo Putin sobre el país, encabezado por un presidente judío, Volodymyr Zelensky, en un discurso transmitido minutos antes de que comenzaran los ataques el jueves.
“Además de llevar a juicio a quienes perpetraron numerosos crímenes sangrientos contra civiles, incluso contra ciudadanos de la Federación Rusa”, dijo Putin, repitiendo una acusación infundada de genocidio en áreas de la región ucraniana de Donbás controlada por separatistas respaldados por Rusia.
Esos, en definitiva, son los objetivos de Putin. Pero adivinar exactamente cómo planea ejecutar ese plan es un asunto diferente.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, se negó el viernes a responder preguntas repetidas sobre los objetivos de su invasión de Ucrania y cuándo podrían terminar las hostilidades. Pero la historia puede servir como guía para comprender los posibles objetivos finales de Putin.
Desde la anexión de Crimea de Ucrania por parte de Rusia en 2014, se han hecho evidentes varios escenarios posibles:
Anexión de Crimea 2.0
El gobierno ruso ya ha reconocido a los pequeños estados separatistas de las Repúblicas Populares de Donetsk y Luhansk en el este de Ucrania.
Esta semana, el ejército ruso se apoderó de territorios mucho más grandes, presionando una ofensiva alrededor de Járkiv, la ciudad más grande en el este de Ucrania, y en el sur, alrededor de la ciudad de Kherson.
Si las fuerzas rusas son capaces de capturar la ciudad portuaria de Odesa en Ucrania, es posible imaginar un puente terrestre que se extienda a lo largo del sur de Ucrania, potencialmente incluso uniendo Transnistria, un enclave separatista en Moldova, donde están estacionadas las tropas rusas, con Odesa, Crimea y el sur y el este de Ucrania.
Una Ucrania dividida
Putin, en su historia tendenciosa de los ucranianos y los rusos como “un solo pueblo”, ha señalado que el borde occidental de la actual Ucrania fue incorporado a la Unión Soviética por el difunto dictador Joseph Stalin.
Partes de esta región pertenecieron previamente a la Polonia de entreguerras, Checoslovaquia y Rumania y, antes de eso, al imperio austrohúngaro. Si Putin tiene en mente la partición, la Ucrania gallega y la ciudad de Lviv, cerca de la frontera con Polonia, podrían ser parte de una especie de estado ucraniano, mientras que Rusia centra su atención en el este del país.
Una división en este sentido podría hacer que Ucrania “pareciera Alemania en la era de la Guerra Fría, con el oeste de Ucrania más dependiente de Europa y la parte oriental” absorbida por las esferas de influencia rusas, que incluyen a Belarús, dijo a CNN el historiador y autor ruso Alexander Etkind.
Ese tipo de rediseño de las fronteras puede ser una fantasía expansionista, pero podría separar lo que Moscú, con razón o no, percibe como una parte más nacionalista de Ucrania.
“A Putin le encantaría que todos los (ucranianos) políticamente activos e independientes abandonaran su parte de Ucrania”, agregó Etkind.
Putin insinuó dividir el país en su transmisión del miércoles por la mañana. “Permítanme recordarles que a las personas que viven en territorios que forman parte de la actual Ucrania no se les preguntó cómo querían construir sus vidas cuando se creó la URSS o después de la Segunda Guerra Mundial”, dijo, indicando un referéndum al estilo de Crimea.
“La libertad guía nuestra política, la libertad de elegir independientemente nuestro futuro y el futuro de nuestros hijos. Creemos que todos los pueblos que viven en la Ucrania de hoy, cualquiera que quiera hacer esto, debe poder disfrutar de este derecho a elegir libremente”, dijo Putin.
Un estado prorruso
Funcionarios de inteligencia occidentales advierten que Rusia planea derrocar al gobierno elegido democráticamente de Ucrania, reemplazándolo con un régimen títere.
Putin ha sugerido que considera ilegítimo al actual gobierno elegido democráticamente en Ucrania y lamentó la destitución del presidente prorruso Viktor Yanukovych en 2014. Ucrania tiene otros políticos que podrían estar ansiosos por llenar las filas de un gobierno prorruso, instalados posiblemente por la fuerza.
Uno de los principales aliados de Putin en Ucrania es Viktor Medvedchuk, un destacado político y oligarca. Se enfrenta a acusaciones de traición en Ucrania y ha estado bajo arresto domiciliario.
Un sombrío Zelensky prometió quedarse en Kyiv el jueves, diciendo que los grupos de sabotaje rusos ya habían ingresado a la capital y lo habían marcado “como el objetivo número uno, mi familia, como el objetivo número dos”, dijo en un comunicado en video. “Quieren destruir Ucrania políticamente destruyendo al jefe de Estado”.
Una ocupación incómoda
Rusia dice que no quiere ser un ocupante, pero es fácil imaginar un escenario en el que Rusia intente imponer su forma de gobierno de mano dura sobre Ucrania.
Esa sería una píldora difícil de tragar para los ucranianos: viven en un país con una prensa libre, una política local despreocupada y una tradición de protesta callejera. Muchos ucranianos ven el sistema político ruso, donde las protestas genuinas de la oposición están en gran parte prohibidas o son muy difíciles de organizar, con gran aprensión.
Una ocupación violenta
Putin no ha tenido ningún problema en respaldar a hombres violentos con escasa consideración por los derechos humanos.
La fuerza aérea de Rusia respaldó al presidente Bashar al-Assad en la guerra civil en Siria, proporcionando una potencia de fuego abrumadora para aplastar a los grupos armados de oposición del país y arrasando barrios enteros en el proceso.
El propio ascenso político de Putin comenzó con la pacificación de Chechenia, una república separatista en el norte del Cáucaso de Rusia.
La campaña de Rusia allí culminó con la instalación de Ramzan Kadyrov, un señor de la guerra local y exrebelde acusado de dirigir la república del Cáucaso como su feudo personal. Los activistas dicen que las personas LGBTQ y los opositores políticos son acosados y perseguidos, y algunos presuntamente han sido secuestrados, torturados o desaparecidos.
Una república del miedo
Rusia tiene un temible aparato de seguridad nacional que encarcela y persigue a los disidentes y mantiene a los opositores potencialmente problemáticos fuera de la política.
Los ucranianos que viven en Crimea, que fue ocupada por Rusia en 2014 y anexada después de un referéndum ampliamente visto como una farsa, experimentaron de primera mano lo que es vivir en un estado donde el Servicio Federal de Seguridad de la Federación de Rusia (FSB, por sus siglas en inglés), es todopoderoso.
El cineasta Oleg Sentsov, uno de los expresos de conciencia más prominentes de Ucrania, fue acusado de lo que los grupos de derechos humanos han descrito como cargos ridículos, que incluyen terrorismo, tráfico de armas y organización de un grupo terrorista.
Fue arrestado en Crimea en 2014 tras oponerse pacíficamente a la ocupación rusa. Recibió una sentencia de prisión rusa de 20 años en 2015, pero fue liberado en un intercambio de prisioneros con Ucrania en 2019 y desde entonces ha hablado extensamente sobre su tortura bajo la custodia de las autoridades rusas.
Al igual que Senstov, Ucrania ahora enfrenta el brazo fuerte de Rusia por atreverse a oponerse a la visión revanchista de Putin. La capacidad del país para elegir su propio futuro ahora depende de sus combatientes, que luchan solos contra las fuerzas rusas.