(CNN) – En una zona boscosa en el lado polaco de la frontera entre Polonia y Ucrania, los hombres vestidos con un camuflaje nítido y limpio reciben torniquetes. Se arrodillan en el suelo lodoso y comienzan a aprender entrenamiento básico de supervivencia.
Se llaman a sí mismos el Batallón Pohonia, un grupo de menos de 30 exiliados bielorrusos que viven en su mayoría en Polonia y otros países de Europa, que esperan unirse a cientos de sus compatriotas que ya participan en la batalla por Ucrania.
Los aspirantes a combatientes voluntarios afirman que para liberar a su país del control del presidente de Rusia, Vladimir Putin, primero hay que derrotarlo en Ucrania.
El grupo, cuyas edades oscilan entre los 19 y los 60 años, lleva réplicas de armas Kalashnikov. Casi ninguno tiene experiencia de combate.
Entre ellos hay un jugador de póquer profesional, un músico de rock y un electricista.
Están dirigidos por el empresario disidente Vadim Prokopiev. “Vemos una oportunidad”, dijo Prokopiev a CNN el lunes.
“Hice el llamamiento a los bielorrusos para que se unieran a la batalla por Ucrania porque es el primer paso antes del segundo, que es la batalla por Belarús”.
La mayoría de los miembros, incluido Prokopiev, se vieron obligados a huir de su país en 2020, cuando el presidente de Belarús Alexander Lukashenko, un aliado de Putin respaldado por el Kremlin, reprimió un movimiento de protesta masivo después de que reclamara la victoria en unas elecciones ampliamente disputadas, que se vieron empañadas por el fraude.
“Si Ucrania pierde esta guerra, Belarús tendrá cero posibilidades de liberarse”, dijo Prokopiev. “Si Ucrania gana esta guerra significa que Putin tiene las manos demasiado ocupadas y está demasiado debilitado y no apoyará a Lukashenko con recursos”.
Pohonia quiere unirse a la Legión Internacional de Defensa de Ucrania, una unidad militar formada por voluntarios extranjeros, pero hasta el momento de escribir este artículo no han sido admitidos.
Otros cientos de voluntarios bielorrusos ya están sobre el terreno luchando junto a las tropas ucranianas. Cuatro de ellos han muerto desde el comienzo de la guerra, dijo la líder de la oposición bielorrusa Svetlana Tikhanovskaya.
“El pueblo bielorruso entiende que el destino de Belarús depende del destino de Ucrania y ahora es muy importante liberar a Ucrania para que sea más fácil deshacerse del régimen de Lukashenko en nuestro suelo”, declaró Tikhanovskaya el miércoles a CNN.
Moscú utiliza Minsk como base satélite para su guerra no provocada contra Ucrania. Al comienzo del conflicto, Putin ordenó la entrada de tropas en Ucrania a través de las fronteras rusa y bielorrusa.
Belarús ha sido utilizada como trampolín para muchas de las operaciones aéreas de Rusia en Ucrania, según la información recopilada por los aviones de vigilancia de la OTAN.
Y el Ejército de Ucrania dice haber derribado varios misiles disparados hacia su territorio desde Belarús.
Después de que Rusia no consiguiera ganar el terreno que quería alrededor a Kyiv, las fuerzas se retiraron a Belarús para reagruparse y volver a desplegarse.
Y la OTAN teme que el Kremlin pueda incluso pedir a Lukashenko que despliegue su ejército para reforzar las fuerzas de Moscú en el campo de batalla. Es una perspectiva que vería a los exiliados bielorrusos y al Ejército de Minsk en lados opuestos de la línea del frente.
El gobierno de Biden ha castigado a Minsk con sanciones dirigidas a las empresas de defensa bielorrusas y al ministro de defensa del país, y ha suspendido las relaciones comerciales normales con el país.
Pero Lukashenko no ha mostrado ningún remordimiento por su papel de facilitador. “Nosotros no empezamos esta guerra, tenemos la conciencia tranquila. Me alegro de que haya empezado”, declaró a los periodistas en marzo.
Y a principios de esta semana, Putin agradeció a Lukashenko su apoyo inquebrantable, diciendo: “Nunca tuvimos dudas de que si alguien tenía que ofrecernos su hombro, sería Belarús”.
La resistencia bielorrusa, fracturada y frágil desde la represión de 2020, dijo que los combatientes voluntarios forman parte de esfuerzos más amplios para desestabilizar el régimen de Lukashenko.
“Todos esos combatientes bielorrusos son verdaderos héroes”, dijo Tikhanovskaya sobre los voluntarios. “Ahora defienden a Ucrania y tal vez un día puedan defender también a Belarús”, dijo, refiriéndose al deseo de la oposición de ver derrocado el régimen de Lukashenko.
En Belarús, una línea de ferrocarril utilizada por las fuerzas rusas para transportar suministros a Ucrania fue parcialmente cortada por activistas en abril, cuando la policía de Belarús abrió fuego y detuvo a tres hombres calificándolo de acto terrorista, según la agencia estatal de noticias bielorrusa Belta.
Y los ciberactivistas hackearon recientemente las instituciones estatales de Belarús implicadas en la guerra contra Ucrania y siguen luchando contra la desinformación rusa en Internet, dijo Tikhanovskaya.
Pero estas pequeñas medidas aún no han supuesto una amenaza real para los 28 años de gobierno de Lukashenko, al que a menudo se le llama el último dictador de Europa.
“Un largo viaje comienza en algún lugar, así que construimos una pequeña fuerza para construir una fuerza mayor”, dijo Prokopiev.
Los exiliados esperan ahora que la dependencia de Lukashenko de Moscú vincule su futuro al de Putin, y al resultado de lo que, hasta ahora, es una tambaleante invasión militar de Ucrania.