Nueva York (CNN Business) – El mundo está lidiando con aumentos de precios de la energía que desafían la gravedad, desde la gasolina y el gas natural hasta el carbón. Algunos temen que esto sea tan solo el principio.
Funcionarios actuales y anteriores del sector energético dicen a CNN que les preocupa que la invasión de Rusia en Ucrania, tras años de falta de inversión en el sector energético, haya llevado al mundo a una crisis que rivalizará o incluso superará las crisis del petróleo de la década de 1970 y principios de los 80.
A diferencia de esos infames episodios, éste no se limita al petróleo.
“Ahora tenemos una crisis del petróleo, una crisis del gas y una crisis de la electricidad al mismo tiempo”, dijo Fatih Birol, jefe del comité de vigilancia de la Agencia Internacional de la Energía (EIA, por sus siglas en inglés), en una entrevista publicada esta semana en Der Spiegel. “Esta crisis energética es mucho mayor que las crisis del petróleo de los años setenta y ochenta. Y probablemente durará más”.
La economía mundial ha podido resistir en gran medida el aumento de los precios de la energía hasta ahora. Pero los precios podrían seguir subiendo hasta niveles insostenibles mientras Europa intenta desprenderse del petróleo ruso y, potencialmente, del gas. La escasez de suministro podría llevar a algunas decisiones difíciles en Europa, incluyendo el racionamiento.
Joe McMonigle, secretario general del Foro Internacional de la Energía, dijo estar de acuerdo con esta deprimente previsión de la EIA.
“Tenemos un grave problema en todo el mundo del que creo que los legisladores están despertando. Es una especie de tormenta perfecta”, dijo McMonigle, cuyo grupo sirve de intermediario entre los países productores y consumidores de energía, en una entrevista telefónica con CNN.
El alcance de esa tormenta perfecta, la falta de inversión, la fuerte demanda y las interrupciones de la oferta debido a la guerra, tendrá consecuencias de gran alcance, que podrían amenazar la recuperación económica del covid-19, exacerbar la inflación, alimentar el malestar social y socavar los esfuerzos por salvar el planeta del calentamiento global.
Birol advirtió de demoras en el suministro de gasolina y diésel, especialmente en Europa, así como de un racionamiento de gas natural el próximo invierno en Europa.
“Es una crisis para la que el mundo desgraciadamente no está preparado”, dijo Robert McNally, que fue uno de los principales asesores energéticos del expresidente George W. Bush.
No solo los precios de la energía son muy elevados, sino que la fiabilidad de la red eléctrica se ve amenazada por las temperaturas extremas y la grave sequía. Un regulador de la red eléctrica estadounidense advirtió el mes pasado que algunas partes del país podrían sufrir escasez de electricidad e incluso apagones este verano boreal.
“Nuestros temores se han confirmado”
El exasesor de energía de Obama, Jason Bordoff, y la profesora de la Universidad de Harvard, Meghan O’Sullivan, escribieron un artículo en The Economist a finales de marzo en el que advertían que el mundo estaba en la cúspide de “lo que podría convertirse en la peor crisis energética desde la década de 1970”.
“Desde que lo escribimos, nuestros temores se han confirmado”, dijo Bordoff, decano cofundador de la Escuela del Clima de Columbia, a CNN.
Por supuesto, hay diferencias clave entre la actualidad y la década de 1970. Los precios no se han disparado tanto como entonces y los legisladores no han recurrido a medidas extremas como el control de precios.
“Si tuviéramos que recurrir a los controles de precios y a los topes de precios, podríamos tener escasez”, dijo McNally.
Cuando comenzó la guerra, Occidente trató de evitar atacar directamente los suministros energéticos de Rusia porque, sencillamente, era demasiado importante para los mercados mundiales. Rusia no solo es el mayor exportador de petróleo del mundo, sino también el mayor exportador de gas natural y un importante proveedor de carbón.
Pero cuando la brutalidad de la guerra se hizo evidente para el mundo, ese enfoque de no intervención no duró, y Estados Unidos y otros países prohibieron las importaciones rusas de energía.
Rusia tomó represalias contra las sanciones occidentales restringiendo o incluso deteniendo su envío de gas natural a múltiples países europeos.
La Unión Europea anunció esta semana sus planes de eliminar el 90% de las importaciones de petróleo ruso para finales de año. Esta medida ha hecho surgir la expectativa de nuevas represalias por parte de Rusia.
Esta situación de “ojo por ojo” no ha hecho más que agravar la escasez de suministro en unos mercados energéticos que ya estaban muy ajustados.
“Todavía no hemos visto hasta dónde llegará esta crisis energética”, dijo Bordoff.
Los precios de la gasolina en EE.UU. se han disparado un 52% en el último año, alcanzando máximos históricos, lo que ha enfurecido al público y ha contribuido a la crisis de inflación del país.
Los precios del gas natural, un combustible vital para calentar los hogares y alimentar la red eléctrica, casi se han triplicado en el último año en Estados Unidos. Los precios del gas natural se han disparado aún más en Europa, aunque están muy lejos de sus peores niveles.
“Putin nos llevó allí más rápido”
La convulsión energética actual no es simplemente el resultado de la guerra en Ucrania. También es el subproducto de una inversión en petróleo y gas natural que se está agotando y que requiere enormes sumas de dinero solo para mantener su producción, por no hablar de aumentarla.
La inversión en el sector del petróleo y el gas ascendió a tan solo US$ 341.000 millones en 2021, un 23% por debajo del nivel anterior a la crisis del covid-19, que era de US$ 525.000 millones, y muy por debajo del máximo de 2014, de US$ 700.000 millones, según el Foro Internacional de Energía.
Este déficit de inversión se debe a una serie de factores, como el impulso de los inversores y los gobiernos a apostar por las energías limpias, el futuro incierto de los combustibles fósiles y años de precios débiles y volátiles del petróleo.
“Debido al deseo de reducir las emisiones de carbono, hay mucho menos apetito por invertir en hidrocarburos. Y eso agrava la volatilidad de los precios y hace más difícil resolver el lado de la oferta”, dijo Francisco Blanch, jefe de materias primas globales de Bank of America.
Europa ya estaba lidiando con una crisis energética el año pasado y los precios del gas natural, el carbón y el petróleo eran altos mucho antes de que los primeros tanques rusos comenzaran a rodar en Ucrania.
“Nos dirigíamos a una crisis de todos modos. Putin solo nos llevó allí más rápido y de una manera más brusca”, dijo McNally, que ahora es el presidente de la empresa de consultoría Rapidan Energy Group.
¿Escasez y filas para obtener gasolina?
La crisis del petróleo de 1973 estuvo marcada por largas filas de horas en las gasolineras, escasez de combustible y pánico.
Los expertos dicen que hoy les preocupa la escasez de combustible, aunque consideran que es un riesgo mayor en Europa que en Estados Unidos.
“La escasez de combustible es un problema mundial. Se va a notar muy pronto, aunque quizá no en Estados Unidos”, dijo Blanch, de Bank of America.
Blanch cree que este riesgo es menor en Estados Unidos porque el país sigue siendo uno de los mayores productores de petróleo del planeta y es un gran exportador de energía. Europa, en cambio, depende más del petróleo y el gas natural extranjeros, especialmente de Rusia.
El director de la EIA advirtió del racionamiento de gas natural en Europa, que depende en gran medida de Rusia para obtenerlo.
Blanch señaló que los elevados precios del gas natural ya han provocado el cierre de fábricas en Europa.
“Europa ya está en modo de racionamiento de gas natural”, dijo.
“Debemos actuar con cautela”
Los expertos en energía dijeron a CNN que les preocupa que los responsables de las políticas estén gestionando mal la crisis climática, centrándose demasiado en la reducción de la oferta y no lo suficiente en la reducción del apetito mundial por los combustibles fósiles.
“No estamos haciendo lo suficiente para reducir la demanda de hidrocarburos en consonancia con nuestros objetivos climáticos”, dijo Bordoff.
Si nos centramos en una sola parte de la ecuación, corremos el riesgo no solo de que suban los precios, sino también de que se produzcan disturbios sociales y de que el público se aleje de las acciones a favor del medio ambiente.
“Tenemos que tener cuidado porque si permitimos que el público equipare los altos precios de la energía con la transición energética, estamos condenados”, dijo McMonigle. “Perderemos esencialmente el apoyo del público, probablemente de forma permanente”.
McMonigle instó a los gobiernos a enviar señales a los inversores de que no solo está bien seguir invirtiendo en combustibles fósiles, sino que es “necesario” para la economía mundial y el progreso de la transición energética.
Pero incluso si los legisladores convencen a los inversores para que aumenten sus inversiones, se necesitaría un tiempo considerable para que se produjera una mayor oferta.
¿Qué podría poner fin a la crisis energética?
Por supuesto, nadie puede decir con certeza cómo se desarrollará todo esto. Y podría haber sorpresas que aliviaran la crisis de suministro.
Por ejemplo, un avance diplomático que ponga fin a la guerra en Ucrania y permita el levantamiento de las sanciones a Rusia sería un punto de inflexión.
Birol dijo que otras sorpresas que podrían aliviar la crisis energética son un acuerdo nuclear por parte de Irán, una mayor desaceleración económica en China o un acuerdo de Arabia Saudita y otros productores de la OPEP para aumentar la producción de petróleo.
También reiteró que los gobiernos están dispuestos a liberar más reservas de petróleo de emergencia. Sin embargo, incluso la liberación de las reservas de emergencia de EE.UU., que alcanzó un nivel récord, tuvo un impacto modesto y fugaz en los precios de la gasolina.
En marzo, la EIA también instó a los gobiernos de todo el mundo a considerar medidas drásticas para reducir la demanda de petróleo, como reducir los límites de velocidad en las carreteras, trabajar desde casa hasta tres días a la semana cuando sea posible y domingos sin autos en las ciudades.
Y hay al menos otro acontecimiento que ha estado en primer plano últimamente y que aliviaría la crisis energética: una recesión económica, o al menos una lo suficientemente profunda como para provocar un colapso de la demanda.