(CNN Español) – Isabel II reinó durante más de 70 años, más que cualquier otro monarca en la historia británica, y en casi la totalidad de la segunda mitad del siglo XX, marcada por la reconfiguración del mundo tras la Segunda Guerra Mundial y la descolonización del Imperio británico.
Pero, por sobre todo, a Isabel, fallecida la semana pasada y sucedida por su hijo Carlos III, le tocó reinar durante la progresiva desintegración de ese imperio y su pérdida de influencia, que ya había comenzado durante el reinado de su padre Jorge VI. Este proceso, marcado especialmente por la descolonización, acabó dejando muchas sombras sobre la corona y el legado imperial, y un gran caos en todos los rincones del mundo.
En medio de esto, Isabel impulsó como ninguna otra monarca el desarrollo de la Mancomunidad de Naciones, una organización voluntaria formada por antiguas colonias británicas, en un intento de preservar la influencia del Reino Unido y de la corona.
Y no es que Isabel tuviera personalmente un rol activo en la toma de decisiones, pero en su carácter de monarca representó a un Estado británico de alcance global.
Este es un vistazo al caos mundial que dejó la descolonización del Imperio británico durante el siglo XX y bajo el reinado de la casa de Windsor.
La decadencia del Imperio
El Reino Unido de Gran Bretaña comenzó a expandirse en el siglo XVII, con sus primeras colonias en Norteamérica, África e India, y la tendencia se acrecentó en el siglo XVIII. En esta primera etapa, se trató de una serie de iniciativas comerciales y privadas, con aceptación de la corona.
Desde la segunda mitad del siglo XVIII y luego el siglo XIX, la competencia política y militar con Francia, que contaba también con su imperio global, fue uno de los motores más importantes del crecimiento de los dominios y colonias británicas por el mundo, ya con una mucho mayor presencia de la corona y el estado británico en el control de los territorios.
El pico de poder y extensión del Imperio británico llegó a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando controlaba casi un cuarto del territorio mundial y más de un cuarto de su población.
El Reino Unido se valió de todo su imperio para pelear en la Primera Guerra Mundial contra el Imperio alemán, su principal rival a nivel planetario tras el enfrentamiento de un siglo con Francia: tropas de todos los rincones del mundo combatieron en las trincheras a favor de los británicos.
Aunque el Imperio Británico y su ahora aliado, Francia, ganaron esa guerra, el conflicto los debilitó enormemente y abrió las puertas a otras potencias emergentes como Estados Unidos, Japón y la Unión Soviética.
La Segunda Guerra Mundial consolidó la debilitación británica: tras perder a su aliado Francia en los primeros años, el Reino Unido se impuso en ese conflicto solo gracias a su asociación con Estados Unidos y la URSS, que demostraron ser mucho más poderosos y contar también con sus propias ambiciones imperiales.
En la posguerra, el Imperio británico ya se encontraba en decadencia y al comienzo de un proceso de desintegración frente al creciente nacionalismo en las colonias, que buscaban su independencia amparados en el Comité de Descolonización de la ONU.
El caso de Irlanda, en las propias islas británicas
Irlanda fue incorporada a la corona en 1801, y el Estado británico comenzó a llamarse Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda.
A comienzos del siglo XX, nacionalistas irlandeses intentaron —sin éxito— terminar con el dominio británico en el Alzamiento de Pascua de 1916, y en 1922 Irlanda finalmente se independizó, en parte. La isla quedó dividida entre la República de Irlanda, con capital en Dublin, e Irlanda del Norte, con capital en Belfast y hasta el día de hoy parte del Reino Unido.
La división generó constantes tensiones, que en 1968 —durante el reinado de Isabel II— derivaron en una ola de violencia —conocida como “los problemas”, “The Troubles” en inglés— en Irlanda del Norte ente protestantes, que mayormente buscaban permanecer en el Reino Unido, y católicos, que buscaban la unificación la República de Irlanda.
Durante 30 años, Irlanda del Norte, y en buena parte el resto de la islas británicas, fueron escenarios de enfrentamientos y acciones terroristas entre el Ejércitos Republicano Irlandés (IRA) y las autoridades británicas, que culminaron con los acuerdos de 1998 y dejaron un saldo de 3.500 muertos.
India, la joya imperial en Asia
El Imperio británico construyó sus primeros asentamientos en India a comienzos del siglo XVII, y en los siglos siguientes continuó ampliando su presencia, conquistando territorios y aplastando revueltas, y derrotando también a sus rivales europeos, hasta consolidar el control casi total a finales del siglo XIX de la que sería la joya del imperio.
Aprovechando la debilidad británica tras la Segunda Guerra Mundial y potenciada por el nacionalismo, India logró su independencia en 1947, durante el reinado del padre de Isabel, Jorge VI, y en medio de una ola de protestas violentas tras la partición del territorio entre India y Pakistán por parte de Londres.
Esta partición sigue siendo uno de los focos de conflicto más importantes del mundo. India y Pakistán pelearon cuatro guerras (1947, 1965, 1971 y 1999) y numerosos conflictos fronterizos, y ambos países desarrollaron armas nucleares para defenderse el uno del otro.
Muchos otros países en Asia lograron su independencia del Reino Unido en los años siguientes: Malasia (1957), Birmania (hoy Myanmar, 1948) —sufrió un golpe militar en 2021—, Ceylon (hoy Sri Lanka, 1948), Singapur (1963), por citar sólo algunos.
Hong Kong, la última gran colonia
Fue una de las últimas colonias de importancia del Imperio Británico, devuelta a China en 1997 bajo un estatus especial de protección del sistema de gobierno, la economía y la autonomía del enclave, que los británicos controlaban desde el siglo XIX.
Carlos, entonces príncipe de Gales y futuro rey, participó de la ceremonia de traspaso de soberanía.
Este estatus especial de Hong Kong, democrático y capitalista, dentro de China, autoritaria y comunista, ha generado numerosas tensiones en los últimos años, con olas de violentas protestas en 2014 (la “Revolución de los Paraguas”), y nuevamente entre 2019 y 2021 contra una serie de proyectos de ley que afectan su autonomía.
Las Islas Malvinas y otros territorios de ultramar
La corona británica controla al día de hoy 14 territorios de ultramar, entre ellos las Islas Malvinas (conocidas como Falklands en Reino Unido), cuya soberanía reclama Argentina.
Argentina basa su reclama en el principio de integridad territorial: sostiene que heredó el territorio del Virreinato del Río de la Plata tras su independencia y que ejerció su soberanía a partir de 1820. En 1833, el Reino Unido expulsó a la población argentina, invocando un reclamo anterior, y tomó el control de las islas.
En 1982 Argentina tomó el control de las Islas Malvinas por la fuerza, y el Reino Unido envió una flota para recuperarlas. Tras una corta pero intensa guerra de dos meses en la que murieron 649 soldados argentinos, 255 soldados británicos y 3 civiles, las Islas volvieron a estar bajo control británico y desde entonces la tensiones entre ambos países persisten.
Entre los territorios de ultramar en poder de la corona británica figuran la isla Ascensión, las islas Cayman, Gibraltar y Turcas y Caicos.
El Caribe
Durante el siglo XVIII el Reino Unido estableció una fuerte presencia en el Caribe, que fue explotado económica mediante el uso de esclavos, a pesar de que la esclavitud se abolió en las islas británicas en 1807: se estima que cerca de dos millones de esclavos fueron llevados a la región.
Aún luego de abolida por completo la esclavitud en el imperio en 1830, los esclavos liberados siguieron en una situación vulnerable en el Caribe, con restricciones para la compra de tierra y bajos salarios.
Esta tensión social y política acompaña hasta el día de hoy a las excolonias británicas en el Caribe, y la Corona no ha estado exenta de críticas.
“Los británicos dejaron un desastre cuando la colonización formal comenzó a terminar en la década de 1960”, dijo Manjapra, profesor de historia en la Universidad de Tufts (Massachusetts) nacido en Bahamas, a CNN.
“Sin embargo, durante el primer discurso de la Reina en Jamaica, en 1966, solo habló de la ‘lealtad y amabilidad’ de la gente de la Mancomunidad. Nunca reconoció el daño causado por el saqueo, las masacres, las privaciones y el racismo del dominio británico”.
Entre las muchas colonias británicas independizadas en la segunda mitad del siglo XX figuran Bahamas (1973), Barbados (1966), Jamaica (1962) y Trinidad y Tobago (1962).
Medio Oriente
El Imperio británico ya tenía una importante presencia en Medio Oriente cuando, al final de la Primera Guerra Mundial, se hizo cargo de los territorios del Imperio otomano tras su disolución.
Al momento del ascenso de Isabel II, Reino Unido dominaba casi la totalidad de la región, que estaba comenzando a creer en importancia por la presencia de petróleo y gas en grandes cantidades: tenía control directo de Egipto, Palestina, Yemen e Iraq, y acuerdos firmados con Qatar, Bahréin y Emiratos Árabes Unidos.
Pero no tenía, ya, la capacidad de mantener esta dominación, y su salida fue muy caótica.
El caso del Mandato Británico de Palestina, establecido en 1920, es aún hoy el más resonante. La resolución 181 (II), aprobada en 1947 por la recién nacida Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas, llamaba a la partición del mandato de dos Estados —uno árabe y otro judío— y recomendaba al Reino Unido, como potencia mandataria, aplicar esta partición.
Pero el Imperio británico se retiró del territorio en mayo de 1948 sin alcanzar este objetivo, e inmediatamente estalló la guerra árabe-israelí (Guerra de Independencia, para Israel). No fue la primera: Israel y los países árabes volvieron a enfrentarse en la crisis de Suez en 1956 —en la que participó Reino Unido—, en la Guerra de los Seis Días en 1967 y en la Guerra del Yom Kippur en 1973, y el conflicto entre palestinos e israelíes sigue siendo uno de los principales focos de tensión en la actualidad.
El retiro británico de Iraq y Yemen también abrió las puertas al caos: ambos países pasaron de la violencia y la inestabilidad a dictaduras militares y guerra civil.
Reino Unido de hecho retornó a Iraq en 2003, participando de la invasión de Estados Unidos para derrocar a Saddam Hussein, llevando nuevamente al país a un década de caos y violencia sectaria, de la cual surgieron grupos terroristas como Estados Islámico.
Iraq sigue sufriendo esta violencia sectaria e inestabilidad actualmente, mientras que Yemen, uno de los países más pobres del mundo, está desde 2015 en guerra civil.
África
Al momento de pensar en colonialismo e imperialismo europeo, pocos lugares lo muestran tan fielmente como África, donde las potencias se repartieron violentamente los territorios durante buena parte del siglo XIX.
Es allí donde el legado de Isabel II se vuelve más complejo: ningún otro rey o reina británica viajó como ella por el continente, pero esta presencia la convirtió tanto en una figura popular como en un símbolo de la opresión británica sobre los países africanos.
En Kenia, dominada por Reino Unido desde 1895, se produjo una de las peores atrocidades bajo el dominio británico: la represión del levantamiento Mau Mau de 1952, el año que fue coronada Isabel.
En ese tiempo funcionarios de la administración colonial torturaron, castraron y agredieron sexualmente y en campos de concentración que albergaron hasta 150.000 kenianos, muchos de los cuales demandaron y obtuvieron una indemnización en 2011.
Reino Unido también participó activamente de la guerra civil en Nigeria, suministrando armas en secreto al gobierno para que las utilizara contra los biafranos que querían formar una república separatista. Murieron entre uno y tres millones de personas.
En Sudáfrica la autoridad británica es asociada con el período de apartheid, la segregación racial legalizada que impuso el gobierno hasta la década de 1990, y el país está pidiendo ahora la devolución de un diamante extraído en 1905 y montado en cetro real perteneciente a la reina.
Isabel mantuvo, al mismo tiempo, una buena relación con Nelson Mandela, el líder sudafricano que tuvo un rol importante en el levantamiento del apartheid, visitándolo dos veces, lo cual pone énfasis en el ambivalente legado de la corona.
Sudán, independizado en 1956, también vivió décadas de tensión y violencia sectaria, que llevó a la independencia de Sudán del Sur en 2011.
Y Namibia, excolonia alemana luego tomada por el Imperio británico, fue controlada por Sudáfrica hasta 1990. En medio, Sudáfrica participó de la guerra civil en Angola, que involucró también a Namibia.
Con información de Brandon Tensley, Scott Anderson, Stephanie Busari y Zeena Saifi.