(CNN) – Los republicanos aprovecharon las revelaciones de que varios documentos clasificados del período de Joe Biden como vicepresidente se encontraron en su antiguo despacho privado para intentar encubrir el acaparamiento de archivos secretos por parte del expresidente Donald Trump.
Las revelaciones de este lunes sobre el material que se encontró el otoño pasado desataron una tormenta política inmediata, justo cuando Trump se encuentra en un creciente peligro legal. Mientras tanto, la nueva mayoría republicana en la Cámara de Representantes se apresura a socavar las investigaciones en su contra y a desatar una oleada de contrainvestigaciones contra el actual presidente.
Pero hay claras distinciones entre ambos casos.
Hasta ahora, la nueva controversia parece ser de menor escala que los más de 100 documentos clasificados —algunos con las más altas designaciones de secreto gubernamental— que se recuperaron del complejo turístico de Trump en Mar-a-Lago tras un allanamiento aprobado judicialmente por agentes del FBI. Y Biden parece estar cooperando con los Archivos Nacionales y el Departamento de Justicia de una forma que Trump no hizo y, a diferencia del expresidente, no está siendo investigado por posible obstrucción a la justicia.
Bradley Moss, experto en autorizaciones de seguridad, dijo este martes a “CNN This Morning” que hasta ahora, y si no surgen más pruebas problemáticas, la conducta del equipo del actual presidente era diferente por “la cooperación y la ausencia de obstrucción en la que se han involucrado en comparación con lo que hizo Donald Trump”.
“Hasta ahora, es completamente distinto aquí”, dijo Moss, que es el subdirector ejecutivo del James Madison Project.
Trump, que tacha de victimización política los intentos de hacerle rendir cuentas por su conducta en el cargo y después, trató de sacar provecho de la cuestión de los documentos de Biden en una publicación en su red social Truth.
“¿Cuándo va a hacer el FBI una redada en las numerosas casas de Joe Biden, quizá incluso en la Casa Blanca? Estos documentos definitivamente no fueron desclasificados”, escribió.
El nuevo presidente de Supervisión de la Cámara de Representantes, James Comer, dijo a CNN: “Esto es (una) preocupación más de que hay un sistema de justicia de dos niveles”.
El nuevo presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, también se movió rápidamente para responder al descubrimiento de los documentos en una oficina utilizada por Biden después de dejar la vicepresidencia.
“¿Ah, sí? Los acaban de encontrar ahora después de todos estos años”, dijo a CNN. “¿Qué dijo sobre que el otro presidente tenga documentos clasificados?”.
El secretario de Justicia, Merrick Garland, solicitó al fiscal de EE.UU. en Chicago que revise el material, parte del cual llevaba la marca “información confidencial compartimentada”, lo que demuestra que procedía de fuentes de inteligencia.
Preguntas a las que debe enfrentarse Biden
La imparcialidad y el respeto a la ley dictan que Biden debe responder a muchas de las mismas preguntas a las que se enfrenta Trump, en relación con si tenía derecho a los registros, por qué no fueron entregados previamente, si estaban almacenados de forma segura y cómo terminaron en su oficina en primer lugar.
Los críticos también se preguntarán por qué Biden no reveló inmediatamente al público el descubrimiento de menos de una docena de documentos el pasado otoño, dada la enorme sensibilidad de la investigación del Departamento de Justicia a Trump sobre una cuestión similar. Y el presidente se enfrentará sin duda a acusaciones de hipocresía dadas sus agudas críticas de que Trump no tomó las medidas adecuadas para asegurar los documentos clasificados en Mar-a-Lago.
Aún así, incluso si hay respuestas adecuadas a estas cuestiones, cualquier distinción en la gravedad de los documentos de Biden y Trump quedará borrada en el torrente político que ya se está agitando y con los medios de comunicación conservadores probablemente dibujando falsas equivalencias entre los dos casos.
El informe ofrece una oportunidad inmediata a Trump, que trata de eludir la culpabilidad por su comportamiento y alega que es víctima de una persecución para frustrar su campaña de 2024. El expresidente es un maestro en convertir un incidente en toda una narrativa de campaña, como hizo con los correos electrónicos de la excandidata demócrata Hillary Clinton en 2016.
Y el informe dará a la nueva mayoría republicana de la Cámara material fresco mientras desata un asalto de investigación en varios frentes contra la Casa Blanca. Y aunque hasta ahora parece haber claras diferencias en la magnitud de los casos, el informe sobre Biden —difundido primero por la CBS— aumentará inevitablemente la presión política sobre la investigación del fiscal especial Jack Smith sobre la retención de material clasificado por parte de Trump.
Smith también está profundizando ahora en el círculo íntimo del expresidente al citar a su exabogado Rudy Giuliani como parte de una investigación del jurado investigador federal que analiza la recaudación de fondos de Trump, entre otras cuestiones relacionadas con las elecciones de 2020.
El dilema de Garland
Las revelaciones de los documentos de Biden también profundizarán el ya intenso dolor de cabeza político al que se enfrenta Garland mientras contempla una eventual decisión sobre si acusar o no a Trump, cuya condición de expresidente y candidato para 2024 conlleva enormes implicaciones políticas.
Garland insiste en que las investigaciones irán a donde exijan las pruebas y la ley, mientras trata de subrayar la independencia del Departamento de Justicia, que estuvo perpetuamente en entredicho durante la presidencia de Trump. Pero ahora, inevitablemente y se resuelva como se resuelva el asunto de los documentos vicepresidenciales de Biden, una decisión de acusar a Trump por el caso de los documentos clasificados pero no tomar la misma medida contra Biden incitaría un revuelo político entre los conservadores que seguramente alegarían un doble rasero.
El equipo legal del expresidente emitió una respuesta moderada al informe de Biden que buscaba ampliar las opciones que podrían proteger a su cliente. Un abogado dijo que la historia de Biden era “indicativa de un problema mayor al intentar hacer un seguimiento de la información clasificada en las oficinas del presidente y del vicepresidente. Hay un problema de sobreclasificación, y al final de una Administración, las cosas se empaquetan y se mueven y es difícil hacer un seguimiento”.
El abogado también advirtió que, si Trump es imputado, sus representantes exigirían todas las comunicaciones entre los Archivos Nacionales y el equipo de Biden sobre el asunto.
El descubrimiento de Biden
Los abogados de Biden encontraron los documentos en un gabinete cerrado con llave en un despacho privado en Washington que el entonces vicepresidente utilizaba como profesor visitante en la Universidad de Pensilvania.
La Oficina del Asesor Jurídico de la Casa Blanca notificó el hallazgo a los Archivos Nacionales, que se hicieron cargo de los documentos a la mañana siguiente. Biden no sabía que los documentos estaban en la oficina hasta que sus abogados personales informaron de su existencia y sigue sin conocer el contenido del material, según dijo a CNN una fuente familiarizada con el asunto. Los titulares de cargos federales están obligados por ley a entregar los documentos oficiales y clasificados cuando finaliza su servicio gubernamental.
A diferencia del caso de Trump, Biden no parece haber intentado reivindicar la propiedad de los archivos, obstruir su entrega o hacer afirmaciones extravagantes de que los había desclasificado previamente basándose en un pensamiento privado no revelado.
Trump está siendo investigado por Smith para ver si infringió la Ley de Espionaje al quedarse con material clasificado y por posible obstrucción a la justicia.
Los republicanos se reúnen para el asalto investigador a la Casa Blanca
El caso de los documentos de Biden intensificará el enfrentamiento que ya se perfila entre la nueva mayoría republicana de la Cámara de Representantes y la Casa Blanca.
Durante dos años, Trump se ha visto sacudido por las investigaciones del Congreso y penales sobre su conducta durante y después de su presidencia, que le han acercado cada vez más a rendir cuentas.
Pero la ayuda está en camino.
La nueva mayoría republicana en la Cámara de Representantes está dispuesta a poner en marcha una vasta maquinaria de investigación aparentemente diseñada para desacreditar y distraer la atención de las supuestas transgresiones de Trump y dañar la incipiente carrera de Biden hacia la reelección.
Esta ofensiva se veía venir, dado hasta qué punto el Partido Republicano de la Cámara de Representantes, profundamente conservador, sigue esclavizado por el expresidente. Pero la intensidad, el alcance y el poder financiero de las investigaciones se vieron reforzados por las concesiones ofrecidas por McCarthy al ceder ante los partidarios de la línea dura de la derecha para ganar la presidencia de la Cámara la semana pasada. Y representa un reto en rápida expansión para la Casa Blanca, que ya lleva meses preparando su defensa.
Un nuevo paquete de normas de la Cámara de Representantes aprobado el lunes, por ejemplo, establecerá investigaciones sobre la supuesta parcialidad política en organismos como el FBI y el Departamento de Justicia y lo que los republicanos consideran una instrumentalización política de dichos organismos.
La medida consolida el brusco giro del Partido Republicano hacia el FBI, considerado en su día como uno de los organismos más conservadores del Gobierno estadounidense, tras las repetidas afirmaciones de Trump de que fue objeto de investigaciones ilegales y su incapacidad para utilizar el FBI como arma para promover sus reclamos políticos.
El escrutinio y la supervisión rigurosos son inevitables y deseables como parte del deber constitucional del Congreso y la responsabilidad de garantizar la rendición de cuentas con el dinero de los contribuyentes. Y en los dos primeros años del Gobierno de Biden, hay múltiples cuestiones que merecen una mayor investigación y sobre las que el público merece más claridad.
Esto incluye la caótica gestión de la retirada de Afganistán en 2021, la forma en que se gastaron los fondos de mitigación del covid-19 o la falta de voluntad de la administración, al menos hasta hace poco, para considerar el creciente número de migrantes que cruzan la frontera sur como una crisis. Una supervisión adecuada puede evitar que se repitan errores e informar mejor la política en el futuro.
Pero, como siempre ocurre en el Congreso, hay dudas sobre cuándo termina la auténtica supervisión y cuándo comienza la cacería de brujas por motivos políticos hiperpartidistas, especialmente en el caso de republicanos clave que tienen un largo historial de pasarse de la raya.
Por ejemplo, el presidente entrante del Comité Judicial de la Cámara de Representantes, Jim Jordan, fue uno de los principales implicados en una investigación previa de la Cámara de Representantes republicana sobre la muerte del embajador estadounidense en Libia, Chris Stevens, y otros tres estadounidenses asesinados por militantes islámicos en Bengasi en 2012.
La investigación, que duró dos años y estuvo dirigida por el Partido Republicano, concluyó que los asesinatos se debieron a una tormenta perfecta de inercia burocrática, el rápido empeoramiento de la seguridad en Libia y recursos inadecuados. Pero Jordan no quedó satisfecho cuando el informe final no apoyó a los ataques conservadores a la conducta de Hillary Clinton, que era secretaria de Estado en el momento de las muertes.
El legislador de Ohio publicó su propio informe, mucho más crítico, junto con el entonces representante Mike Pompeo, que más tarde se convirtió él mismo en secretario de Estado. Y en su momento, McCarthy se jactó de que la investigación perjudicó la campaña presidencial de Clinton en 2016, revelando aparentemente motivaciones partidistas detrás de la investigación.
Además de la tormenta en construcción sobre los documentos clasificados, un enfoque clave de la nueva mayoría republicana de la Cámara será investigar a la Comisión Selecta de la Cámara en la anterior Cámara gobernada por los demócratas que pintó una imagen dañina del comportamiento de Trump después de las elecciones de 2020 y antes de la insurrección del Capitolio.
El hecho de que muchos de los actuales miembros de la Cámara votaran a favor de negar la certificación de la victoria electoral de Biden basándose en mentiras sobre el fraude electoral que Trump estaba utilizando para tratar de robar el poder subraya por qué muchos observadores están planteando nuevas preguntas sobre la naturaleza partidista de las investigaciones republicanas.
Pero tras las revelaciones sobre los documentos encontrados en el despacho de Biden, los republicanos reconocen un regalo político cuando lo ven.
– Jamie Gangel, Manu Raju, Morgan Rimmer, Sara Murray, Phil Mattingly, Katelyn Polantz, Paula Reid y David Wright contribuyeron con este reportaje.