DONGSHIGU, China (CNN) — A medida que Christian Bale se acercaba a un puesto de control improvisado que conduce a este pequeño pueblo al este de China, cuatro hombres que bloqueaban el estrecho camino comenzaron a marchar hacia él al unísono de manera amenazante.
“Estoy aquí para ver a Chen Guangcheng”, dijo el actor de Hollywood y yo traduje, con el corresponsal Stan Grant y el camarógrafo Brad Olson de pie junto a nosotros.
“¡Fuera!”, gritaron los guardias vestidos de civil, empujándonos hacia atrás.
En medio del forcejeo y los gritos, docenas de guardias en abrigos estilo militar verde olivo —y dos camionetas grises— surgieron desde el otro lado del puesto de control, todos venían hacia nosotros.
“¿Por qué no puedo visitar a este hombre libre?”, preguntó Bale en varias ocasiones, solo para recibir golpes de los guardias dirigidos contra su pequeña cámara fotográfica, mientras trataban de arrastrarlo lejos de nosotros.
Cuando nos retirábamos, reconocí al cabecilla: el mismo hombre corpulento que había lanzado piedras contra el equipo de CNN diez meses antes para sacarnos por la fuerza de la misma localidad.
Una escena difícil se produjo este jueves, cuando una de minivan gris persiguió nuestro auto a alta velocidad en carreteras con baches durante al menos 40 minutos.
Cuando terminó el alboroto, hicimos un recuento de un auto averiado, una cámara dañada y un protagonista de Batman decepcionado —pero no sorprendido— por su incapacidad de ver a un héroe personal.
“Lo que realmente quería hacer era conocer al hombre, estrechar su mano y decirle que es una fuente de inspiración”, dijo Bale.
Ése hombre, Chen Guangcheng, de 40 años de edad, ha sido confinado en su casa junto con su esposa, madre e hija, y es vigilado todo el día por docenas de guardias desde que fue liberado de prisión en septiembre de 2010. Un tribunal local lo había condenado a más de cuatro años de cárcel por dañar propiedad e interrumpir el tráfico en una protesta.
Sus partidarios sostienen que las autoridades utilizan cargos falsos para silenciar a Chen, un abogado ciego y autodidacta que saltó a la fama a finales de 1990 gracias a su defensa legal de lo que llamó víctimas de prácticas abusivas por parte de los funcionarios de planificación familiar de China.
Bale se enteró de Chen a través de los informes de noticias, incluida la cobertura de CNN en febrero, cuando estaba en China filmando The Flowers of War (Las flores de la guerra), un drama de guerra ubicado en Nanjing de 1930, en el que interpreta a un empresario de pompas fúnebres que trata de salvar a un grupo de alumnas de la garras de los soldados invasores japoneses.
La injusticia que enfrenta el activista y su familia agitó emociones tan fuertes en Bale que, al saber de su inminente regreso a China para promover la película, decidió hacer algo inusual para elevar la conciencia internacional sobre Chen y de ese modo aumentar la presión sobre el gobierno chino.
“Esto no es algo natural para mí, esto no es lo que realmente disfruto; no se trata de mí”, explicó durante nuestras ocho horas de viaje de Beijing a la ciudad oriental de Linyi, donde se encuentra la aldea de Chen. “Pero ésta es simplemente una situación en que dije: ‘no puedo mirar hacia otro lado’”.
Conocido por ser una celebridad tímida con los medios, Bale se acercó a CNN y nos invitó a unirnos a él en su viaje para visitar a Chen.
En el auto, lamentó la falta de conocimiento de la población estadounidense sobre el caso de Chen, pese al apoyo cada vez más efusivo de altos funcionarios estadounidenses por su libertad. La secretaria de Estado, Hillary Clinton, y Gary Locke, el embajador estadounidense en China, han apoyado la causa de Chen.
Aunque los medios de comunicación propiedad del Estado han ignorado la historia, la situación de Chen se ha difundido en línea y ha indignado a un número creciente de internautas chinos. Muchos han tratado de visitarlo, y los activistas dicen que casi todos los posibles visitantes han sido rechazados, a menudo violentamente, por policías vestidos de civil y matones locales.
“Yo no soy valiente haciendo esto”, dijo Bale. “La gente local que se está enfrentando a las autoridades, que están visitando a Chen y a su familia, y están siendo golpeados o detenidos, quiero apoyarlos”.
Mientras nuestro coche aceleraba hacia Pekín en la oscuridad, Bale se preguntó en voz alta si no se le permitiría volver nunca —una posibilidad que está dispuesto a aceptar— incluso si The Flowers of War se convirtiera en el ingreso oficial de China a los premios de la Academia del próximo año.
“Realmente, ¿qué más puedo hacer para ayudar a Chen?”, no dejaba de preguntar cuando el reloj dio la medianoche, con su última película —financiada parcialmente por el Estado— a punto de estrenarse a nivel nacional en China.