El Caf'e Versailles de Miami es el lugar ideal para encontrarse con los votantes cubano-estadounidenses.

Por Mike Valdés-Fauli*, especial para CNN

NOTA: Sintoniza CNN en Español a las 8 ET este jueves para ver el debate de los candidatos del Partido Republicano en Jacksonville, a pocos días de las primarias de Florida. Véalo también en vivo por CNN.com y en las aplicaciones móviles de CNN.

(CNN) – Desde hace meses, el senador cubano-estadounidense Marco Rubio figura en las listas de los expertos políticos como posible candidato a la vicepresidencia, y las primarias del 31 de enero vuelven a situar a la población hispana de Florida en el centro de atención del panorama político. Un grupo que acaparará aún más atención en la batalla de los candidatos por captar a los votantes latinos para noviembre.

La diversidad demográfica de Florida la convierten en un microcosmos del llamado “melting pot” que es Estados Unidos, pero los políticos saben que los cubano-estadounidenses en particular tienen una notable influencia en el resto de la comunidad latina de este país y tienen un impacto directo en el resultado de las elecciones en Florida. En este crucial estado vive la tercera mayor comunidad hispana del país, con más de 4,2 millones de personas. Y una tercera parte de los votantes hispanos registrados son cubanos.

Desde la primera ola de inmigrantes cubanos en 1960, la población cubana en Estados Unidos ha sido muy exitosa y se le acredita - o se le culpa, según se mire - con haber decidido muchas elecciones presidenciales.

Aunque tradicionalmente este grupo se ha inclinado hacia la derecha y ha votado republicano tanto en elecciones locales como nacionales, los tiempos han cambiado y los jóvenes cubano-estadounidenses son más moderados en sus puntos de vista. Además, los cubanos votan en un mayor número que otros latinos. Casi la mitad, 49,3%, de los latinos de origen cubano votaron en 2010, en comparación con el 29,6% de los puertorriqueños y el 28,7% de los mexicano-estadounidense, según el Centro Hispano Pew.

Por ello, los candidatos presidenciales se han dejado caer por Miami en busca de fondos, pero también para las visitas de rigor al café Versailles, luciendo la tradicional guayabera cubana para tomarse fotos y beber café espresso con los ruidosos y apasionados cubanos.

Pero hay otra razón: la comunidad cubana tiene el poderío económico. Los números no engañan. Los cubano-estadounidenses tienen un salario promedio de 50.000 dólares, superior al del resto de grupos hispanos, e incluso que los blancos no-hispanos, que promedian 48.000 dólares, según el Centro Hispano Pew. Esto se debe en gran medida al enfoque en la educación, como demuesrta el hecho de que el 39% de los cubano-estadounidenses nacidos en Estados Unidos tienen un título universitario o superior, frente al 30% de los blancos no-hispanos. Pese a que solamente representan el 5% de la población hispana de Estados Unidos, fueron cubanos los primeros en ser elegidos como senadores latinos, como es el caso de Robert Menéndez, Mel Martínez y Rubio; el primer secretario de Comercio hispano, Carlos Gutiérrez; y el primer latino en figurar en la lista de 50 presidentes de empresas de Fortune, con Roberto Goizueta al frente de The Coca-Cola Company.

¿Y cómo es posible que una isla, tan pequeña tanto geográficamente como en población, haya generado una población de emigrantes que logra semejantes niveles de éxito frente a otros grupos? ¿Cómo logró esta gente que llegó aquí sin nada convertirse en los factores decisivos de la política nacional de Estados Unidos una y otra vez?

Mi propia familia es un ejemplo. Mis abuelos tenían una mansión en La Habana con todas las comodidades de una vida opulenta; una mansión, sirvientes y choferes. Cuando se exiliaron, perdieron todo eso y tuvieron que trabajar el doble para lograr llegar a fin de mes en Miami. Mi abuelo tuvo que volver a la facultad de derecho a sus cuarenta y tantos años, mientras que mi abuela, que nunca había trabajado en su vida, empezó a trabajar como cajera en una tienda de juguetes para llevar la comida a la mesa. Para ellos, como para muchos otros de sus amigos, el arduo trabajo rindió frutos. Tuvieron cuatro hijos, todos ellos exitosos. Mi padre estudio Derecho en Harvard, fundó una de las primeras firmas de abogados propiedad de hispanos en el país y fue alcalde de Coral Gables, Florida, durante cuatro mandatos. Sus tres hermanos fueron altos ejecutivos de instituciones financieras. Pero lo que hace aún más asombrosa esta historia es el hecho de que como ellos hay muchos otros.

Yo atribuyo este gran éxito de los cubanos y su actual influencia en la política a tres factores:

La educación

La mayoría de los cubanos que se marcharon tras la llegada de Fidel Castro al poder, desilusionados por su sorprendentemente violento régimen comunista, procedían de las altas esferas de la sociedad cubana y tenías vidas acomodadas en la isla. Sus padres los educaron bien y miles de médicos, abogados, banceros y ambiciosos adolescentes huyeron a Estados Unidos. Una situación muy diferente a la de otros grupos de inmigrantes, que normalmente salen de su país en busca de una vida mejor que no tenían en sus países de origen, aunque eso signifique trabajar como mano de obra barata.

No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes

Si naces rico y nunca lo pierdes, quizás no tengas una gran motivación. Si naces sin nada, quizás nunca sepas la diferencia. Pero si pasas de tenerlo todo en Cuba a no tener nada en Miami, eso es el aliciente para trabajar duro y recuperar lo que tenías lo antes posible. Afortunadamente, esta generación me transmitió el valor del trabajo duro, pese a que tuvimos una vida más estable, sin el inimaginable drama que supone exiliarse de tu país en la adolescencia..

La unión hace la fuerza

Durante 30 años, la comunidad cubana en Miami se ha esforzado por ayudarse a ascender. Los cubanos no sólo tuvieron éxito en este país, sino que también contribuyeron a crear una micro-sociedad en Miami compuesta de empresarios, políticos electos, constructores, banqueros y presidentes de universidades que utilizaron diversas “conexiones latinas” para elevar el nivel de sus familiares y amigos.

Esta poderosa fórmula contribuyó al éxito de las generaciones anteriores y tuvo un gran impacto en sus descendientes, como es mi caso.

Además, este éxito y la visión de la política que generó seguramente influirá esta semana en los candidatos presidenciales republicanos cuando visiten Miami. Los aspirantes tendrán que entender los temas que apasionan a un complejo electorado, todavía obsesionado con una isla a 90 millas de nuestra costa, pero a la vez deberán tener en cuenta los peligros que acarrea la generalización. Las nuevas generaciones tienen unas preocupaciones actuales a la hora de votar, a pesar de que sigan frecuentando el Versailles para su “cafecito”.

(Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a Mike Valdés-Fauli)

*Nota del editor: Mike Valdés-Fauli es el presidente del JeffreyGroup, la mayor firma independiente de comunicaciones enfocada en audiencias hispanas. Ha sido comentarista de temas hispanos en CNN en Español, AdWeek, PR Week, el Miami Herald. Mike fue elegido como uno de los 40 de menos de 40 de la revista PR Week. Vive en Miami con su esposa y su hijo.