Por Dr. Sanjay Gupta
(CNN) – Cada vez que le entrego a un paciente una receta de pastillas para el dolor le digo: “Recuerde que no debe beber alcohol mientras esté tomando estos medicamentos”.
Durante años, en la comunidad médica creímos que un simple mensaje como éste era escuchado. Pero resulta que estábamos equivocados. Cada 19 minutos alguien muere a causa del uso indebido de medicamentos recetados. A veces, porque tomaron demasiado. Muchas veces porque los pacientes se olvidan o ignoran la advertencia de su médico acerca de no combinar los medicamentos con alcohol. Y el resultado es la muerte de decenas de miles de personas por año.
A pesar de toda la atención que se le prestan a las drogas ilícitas como la cocaína o la heroína, la verdad es que los remedios recetados matan a más personas en EE.UU. que las drogas ilícitas combinadas. Tal vez sea una cuestión de percepción: “venía de una farmacia, por lo tanto, debería ser seguro.”
Ciertamente los remedios recetados son seguros pero también pueden ser increíblemente adictivos, y las cifras hablan por sí solas: hay más de 1,9 millones de estadounidenses adictos a los analgésicos recetados. Estos analgésicos son especialmente peligrosos porque deprimen el sistema nervioso central, lo que hace más lenta la respiración y la capacidad de respuesta del tronco cerebral al dióxido de carbono (CO2), hasta el punto en que alguien que abusa de estos medicamentos, puede simplemente dejar de respirar. Si a ello se le suma la combinación de estos analgésicos con el alcohol -otro antidepresivo-, ahí se tiene una receta para el desastre.
Los investigadores están luchando para encontrar una ayuda y hay algunas ideas prometedoras en desarrollo. Un estudio reciente, el primer ensayo a gran escala destinado a la dependencia de analgésicos, podría ofrecer algo de esperanza.
Casi la mitad de los adictos a los analgésicos - 49% - fueron capaces de reducir su consumo de drogas al tomar el medicamento Suboxone durante al menos 12 semanas. Esta droga funciona ya que reduce los síntomas de abstinencia y el alivio de la ansiedad.
Por desgracia, la tasa de éxito se redujo a menos del 10%; específicamente un 8,6% cuando los pacientes dejaron de tomar el medicamento. En el estudio, aquellos pacientes que recibieron terapia psicológica intensiva por su adicción, no tuvieron mejores resultados que aquellos sin terapia.
La naltrexona, droga que se vende en EE.UU. bajo el nombre comercial Revia y Vivitrol, es un inyectable de acción prolongada, que también se viene usando para el abuso de analgésicos recetados. Sin embargo, la naltrexona sólo funciona en aquellos pacientes que ya han estado un buen período de tiempo “limpios”, es decir sin tomar analgésicos.
Lo cierto es que la mayoría de los investigadores que he entrevistado durante la última década, parecen estar de acuerdo en una cosa: la adicción es una enfermedad del cerebro. Los últimos adelantos de la ciencia muestran como la dependencia a las drogas o el alcohol puede cambiar la química del cerebro, alterando los centros de dolor y de recompensa. Como resultado de esta nueva ciencia, la idea de tratar la adicción solamente con terapia, está disminuyendo.
Sin embargo debo señalar que millones de pacientes, cada año, usan remedios con receta en forma segura; sin caer en la adicción y desde luego, sin morirse. Pero cerca 30.000 personas al año, pagan el precio con sus vidas.
Como médico, seguiré mirando a los ojos a mis pacientes cada vez que les entregue una receta, para decirles cuánto me preocupan los efectos de las píldoras que van a tomar. No va a ser sólo un recordatorio casual de que no tienen que tomar alcohol mientras están en tratamiento, sino una advertencia convincente respaldada con estadísticas, que pueden dar miedo pero son contundentes.
Les recordaré que podrían caer en la adicción y hasta morir. Ese es nuestro trabajo como médicos, y es una forma de salvar miles de vidas.