Por Ernie Reid, especial para CNNEspañol.com

Nota del editor: Ernie Reid se desempeñó como Gerente de Marketing Estratégico y Productos Especiales en EMI Music, PolyGram/Universal Music Group, y como consultor externo en Sony Music. Actualmente es consultor en Marketing Estratégico y en piratería fonográfica.

Es muy difícil definir a Fabián Tweety González: por un lado, es el ex tecladista, productor, programador y mítico cuarto integrante de Soda Stereo. Por otro, es el músico y productor de los discos más icónicos grabados en Argentina.

Pero, además, es pionero del uso de la electrónica y los recursos digitales en la ingeniería de sonido. Tweety González es uno de legendarios “tapados” de la historia del sonido grabado. Cada vez que un disco suena increíble y a la vez distinto a todos los demás, lo más probable es que Tweety González haya tenido algo que ver con él. Es un obsesivo de la innovación.

Lo visitamos en lo que él mismo llama su segundo hogar, los estudios de grabación El Pié en Buenos Aires, propiedad del cantautor argentino Alejandro Lerner. Tweety es hombre de pocas palabras. Casi no habla con los medios, pero logramos convencerlo.

Ernie Reid: ¿Dónde naciste? ¿Cuando empezaste a estudiar música?

Tweety González: Nací en Buenos Aires. Crecí en el barrio de Versalles, cerca del estadio de fútbol de Vélez Sarsfield. Por supuesto, soy hincha de Vélez. En mi casa siempre hubo música, y a medida que fui creciendo hubo cada vez más música, simplemente porque mi padre compraba discos y mi madre había sido profesora de acordeón.

A los cuatro años me mandaron a estudiar percusión y flauta dulce. Los maestros más entrañables que recuerdo fueron Carmelo Saitta, profesor de percusión, quien era además percusionista del Teatro Colón y Gerardo Cavana, su discípulo y mano derecha. Después, en el Conservatorio Manuel De Falla, tuve grandes profesores como Sebastián Piana, que fue un gran compositor, un top five de los tangos argentinos de los años pre ‘50s. Era como tener a un Duke Ellington al lado enseñándote a tocar… te hacía temblar.

ER: ¿Cuál fue tu primera banda como profesional? ¿Qué músicos la integraban?

TG: Tuve muchas bandas como amateur, y un día, por casualidad, se dio un proyecto que duró un mes junto a Walter Giardino, el guitarrista de Rata Blanca. Él estaba haciendo el servicio militar, tenía el pelo cortísimo, y ya tocaba tan bien como hoy. Yo tendría unos 17 años. Ése fue el primer trabajo en vivo en el que algún billete habré llevado a mi casa.

ER: ¿Cómo fue el encuentro con Celeste Carballo?

TG: Con Celeste empecé a tocar porque con sus músicos frecuentábamos el mismo club de jazz, llamado Jazz&Pop, en 1982. En esa época yo iba al colegio de noche, y después nos encontrábamos ahí. Todas las noches del año. Cada noche había algo distinto. Fue como hacer cinco años de Conservatorio en uno, sólo de escuchar, tocar y ponerme al nivel de otros músicos que tocaban ahí. Fue por recomendaciones que terminé tocando con Celeste.

ER: ¿Cuándo conociste a Fito Páez? ¿Cuántos discos grabaste con él?

TG: Lo conocí cerca del ’84. Nos cruzamos en los estudios Panda, donde todo el mundo grababa en esa época. Yo le recomendé a un bajista, Paul Dourge, quien a su vez me recomendó. Nos hicimos muy amigos, al punto de que llegamos a vivir juntos en la casa de mis padres.

Hicimos varios discos: Giros (EMI, 1985,  Ciudad De Pobres Corazones (EMI, 1987), Ey! (EMI, 1988), y mucho más tarde, cuando yo ya estaba tocando en Soda Stereo,  El Amor Después Del Amor (Warner, 1992) y Circo Beat (Warner, 1994).

ER: El Amor Después Del Amor fue un disco que marcó un record de ventas en toda Latinoamérica y en España ¿Esperaban un éxito así?

TG: La anécdota que más recuerdo fue la de haber terminado los demos, después de habernos pasado 11 días encerrados trabajando en la pre-producción del disco,  que ya sonaba como iba a sonar el álbum. Nos mirábamos, y nos hacíamos una pregunta que nunca te hacés… “¿cuánto puede vender este disco?”; fantaseábamos con 80.000 y al final superó las 800.000. Fue una sorpresa para todos.

ER: Trabajaste también con Luis Alberto Spinetta. ¿Cómo fue eso?

TG: Con Luis Alberto trabajé en una cosa muy específica. La programación de una caja rítmica en una canción de un disco suyo de fines de los ’90, que después usó también en otro disco.  Pero nos conocíamos desde 1985, porque soy muy amigo de Mariano López, su sonidista. Yo operaba los monitores de todos los shows de Spinetta Jade, y con Luis nos hicimos muy amigos. Después, yo me mudé a la vuelta de su estudio y nos veíamos todas las semanas. Lo que más rescato de Luis es el amigo, al margen de que yo estoy en esto por haber escuchado Muchacha (Ojos De Papel), Laura Va, o Canción De Pototo cuando tenía 6 ó 7 años. Ya en ese momento sabía que esto era lo que me gustaba.

ER: A fines de los años ’90 te dedicaste a la música electrónica, y luego vino Ácida y te mudaste por un tiempo a Los Angeles. ¿Cómo fue ese período?

TG: Los ’90 fueron una etapa de transición para mí, porque hasta 1997 tocaba mucho con Soda Stereo, y cuando se terminó me quedé pensando “¿qué voy a hacer después de tanto tiempo de tocar en vivo?”. A la vez, toda la vida fui muy amante de las máquinas, la tecnología. Me considero un pionero del uso samplers, sequencers y máquinas de ritmo en Argentina; sobre todo en vivo. Quise ahondar más en eso, especializarme, y así fundamos un sello junto a Charly Alberti, URL Records. De ahí salieron artistas que hoy están trabajando para sellos europeos. Un verdadero semillero.

ER: Contanos de tu experiencia con la banda peruana Libido, quienes venían de ganar un MTV Award

TG: El segundo disco que hice con Libido…creo que fue Hembra. Les produje dos discos, y recuerdo una anécdota de ese disco. Me llamó el bajista, Antonio Jáuregui, y me dijo “vos nos tratás mal, pero nos hacés unos discos buenísimos”.  Lo que pasa es que cuando les hice el primer disco, ellos estaban muy pichones y yo los puse a ensayar ocho horas seguidas al día durante veinte días antes de grabar. Eso les cambió la vida. Se convirtieron en profesionales a la fuerza en un mes.

ER: Luego participaste junto a Gustavo Cerati en la producción de cuatro temas para el disco de Shakira Fijación Oral Vol. 2…

TG: El trabajo con Shakira fue más que nada ayudarle a Gustavo (Cerati), que era el verdadero convocado para trabajar esos cuatro temas. Era una situación muy bizarra, porque nos mandaron las sesiones de Pro Tools ya hechas por productores como Dave Stewart de Eurythmics, con el estribillo producido por The Matrix, que eran los productores de moda de ese momento. Shakira le dio libertad a Gustavo para desarmar todo y hacer lo que él quisiera. Hubo una versión de un tema, Don’t Bother, en la que dejamos la voz de Shakira y volvimos a grabar todo lo demás, y la convertimos en una balada. Quedó buenísima. Está inédita. Es un tesoro que algún día, alguien va a encontrar.

ER: Y entonces llegó la multitudinaria gira “Me Verás Volver” con Soda Stereo… ¿Nos contás?

TG: La experiencia de la vuelta de Soda en 2007 fue muy fugaz, porque fueron dos meses de ensayo y dos meses de gira; 22 shows. Fue como esas experiencias que sabés que tienen fecha de expiración. Este reencuentro fue muy distinto a la despedida del ’97. Aquella fue muy triste en un punto, porque además fueron sólo 6 shows, y la tecnología no estaba tan avanzada como en el 2007, en que Soda Stereo montó un show de primerísimo nivel mundial. También fue interesante ver cómo volvían a tocar juntos tres músicos que no lo hacían desde hacía 10 años.

ER: Es inevitable preguntarte por la salud de Gustavo Cerati ¿Sabés algo?

TG: Más o menos lo que sabemos todos. Creo que está sostenido por la fe de su familia, de su entorno y de sus fans. Son increíbles las demostraciones de afecto que llegan todo el tiempo a la puerta de la clínica. Las paredes llenas de cartas… regalos todos los días, de todas partes del mundo. Es emocionante. Está vivo en el corazón de la gente, la está luchando, y hay que rezar por que algún día vuelva.

ER: ¿Cómo te relacionás con tus pares y tus fans? ¿Qué recursos usás online?

TG: Tengo cuenta en Twitter, pero más que mandar tweets, me gusta leer los que escriben los demás. No tengo tiempo en la cabeza para eso. Uso LinkedIn bastante a nivel profesional. Tengo mi sitio web, que reestrené en diciembre de 2011, y me asombra el feedback que tengo, porque no le hice nada de promoción y todas las semanas me contactan ya sea por trabajo o consultas. La cuenta que tenía en MySpace fue hackeada y perdí diez mil amigos de un día para otro. Era una fuente de trabajo muy buena; Jimena Sariñana, con quien estuvimos nominados al Grammy Latino el año pasado, me encontró a través de MySpace.

También uso mucho mi perfil en SoundCloud. Allí se pueden subir muy bien los tracks. Ahí tengo las cosas más importantes de los últimos 7 años.

Pero hay que tener mucho tiempo para estar conectado en la red. Lo hago bastante menos que antes.

ER: Por último, Tweety, sé que estás muy ocupado terminando el nuevo disco de Kevin Johansen y que no podés mostrarlo todavía. Pero también sé que tenés por ahí otro proyecto de mucho valor personal para vos. ¿Nos mostrás?

TG: Con gusto. Vamos a escuchar a un grupo llamado AMEL, en el que participan dos entrañables amigos con sangre Spinetteana:  Gustavo Spinetta, el baterista de Artaud y su sobrino Gonzalo Pallas, un muy buen compositor, cantante y guitarrista, junto a dos de sus ex compañeros de colegio.

Producir este disco fue muy importante para mí. Luis Alberto me pidió que lo haga yo y que los ayude. Fue algo muy íntimo entre nosotros. No fue un disco más.

Escuchamos AMEL – “Esto No es Realidad” (Gonzalo Pallas)/Tornasolado.

Después de hablar con Tweety González, siento como si me hubieran dado una clase gratis. Una por la que con gusto hubiera pagado.

¡Gracias, Tweety!

Sigue a Ernie Reid en Twitter: