(CNN) — ¿Cómo fue que los humanos de la actualidad conquistaron el planeta? Esa es una de las preguntas más intrigantes de la ciencia.
Hoy en día, ubicados en la cúspide de la cadena alimentaria, es tentador considerar nuestro ascenso al poder en los últimos 200.000 años (desde la aparición del primer Homo sapiens) como un hecho, como el fin evolutivo de una historia que empezó en la sabana africana con dos innovaciones clave: cerebros más grandes y la transición hacia caminar erguidos.
Pero para nuestros ancestros las cosas no estaban tan claras. No eran (como nosotros ahora) los únicos en el lugar. Cuando los cromañones (los ancestros del humano moderno) migraron hacia el norte, desde el Valle de Rift en África, para establecerse en Europa hace cerca de 40.000 años, el continente europeo ya estaba poblado por otra raza de homínidos, los neandertales. En unos cuantos miles de años, los neandertales desaparecieron y el cromañón predominó.
¿A qué se debió esto? ¿Cuáles fueron los atributos especiales de nuestros ancestros que no tenían los neandertales?
Como señala Ian Tattersall, curador de antropología en el Museo Americano de Historia Natural, el registro de fósiles a menudo formula más preguntas que respuestas. Los esqueletos de los neandertales, por ejemplo, demuestran que tenían complexiones fuertes y el mismo tamaño de cavidad craneana de los cromañones. Fabricaban sofisticadas herramientas. Los restos de animales encontrados en sitios de neandertales revelan que eran cazadores habilidosos, expertos en derribar a grandes mamíferos como los mamuts. Con base en dicha evidencia, la razón de por qué nosotros sobrevivimos y ellos no, no queda clara.
Sin embargo, Tattersall afirma que debemos ver más allá del registro de fósiles para descubrir el éxito de nuestra supervivencia. Uno de los lugares en los que hay que empezar a buscar es en las cuevas de Lascaux, al sur de Francia. El complejo de cuevas de Lascaux fue descubierto por accidente en 1940, un grupo de cuatro niños. En este complejo hay cientos de pinturas de animales en cavernas más grandes que campos de futbol.
En una conferencia que tuvo lugar en el museo, con motivo de la presentación de su nuevo libro Masters of the Planet: The Search for Human Origins, (Amos del planeta: en busca del origen de los humanos), Tattersall describe una de las visitas a las cuevas como “una de las experiencias más profundas de mi vida”. No obstante, lo que lo llevó a visitarlas fue algo más allá de la belleza del arte paleolítico. Las pinturas rupestres, dice, demuestran la capacidad de los primeros humanos de pensar simbólicamente. Los caballos que llevaron hasta las paredes de la cueva son representaciones simbólicas de los caballos de la vida real.
Ninguna otra especie de humano prehistórico dejó un legado artístico, lo cual es una diferencia crucial.
La capacidad del pensamiento abstracto es la clave de la supervivencia. Toda nuestra creatividad emana de ahí. Pero el pensamiento abstracto no sólo es útil para crear arte. Los primeros cazadores, por ejemplo, que reportaban el movimiento de las manadas de renos, no habrían servido si aquellos que escuchaban el reporte, no hubieran podido dar el salto a la comprensión de que las manadas existían a pesar de no haberlas visto.
“Es esta capacidad de pensamiento del tipo: qué pasaría si lo que separa a los humanos de otras criaturas”, afirma Tattesall.
Señala que no es coincidencia que este avance en los procesos cognitivos humanos se diera al mismo tiempo que el lenguaje.
No hay evidencia que nos diga si los cromañones hablaban una lengua entre sí, aunque Tattersall está seguro de que así era. También es imposible saber si el humano prehistórico desarrolló la capacidad del lenguaje o si era una capacidad innata, tal como señala el aclamado lingüista Noam Chomsky. Chomsky cree que los seres humanos nacen con la capacidad de aprender el lenguaje oral. Por lo tanto, los pequeños tienen un asombroso talento para unir las palabras en el orden correcto aunque jamás hayan escuchado las frases.
De acuerdo con Tattersall, es probable que los humanos hayan tenido la habilidad del lenguaje millones de años antes de que algún estímulo cultural, que aún desconocemos, lo haya puesto en funcionamiento.
“Las aves tuvieron alas durante millones de años antes de aprender a volar. Uno adquiere una capacidad y, mucho tiempo después, le encuentra un uso”, continúa Tattersall, quien ha investigado la historia a través del registro de fósiles desde la década de los años 60 y que ha escrito varios libros al respecto.
Por supuesto, la capacidad del pensamiento simbólico es una de las teorías de cómo los seres humanos llegaron a colocarse en la cima de la cadena alimenticia, pero hay muchas más.
Quizá, tal como argumentan algunos antropólogos, en una era prehistórica donde la naturaleza era salvaje y feroces depredadores como los tigres dientes de sable merodeaban los alrededores, nuestros ancestros se convirtieron en los depredadores más eficientes de la competencia. Quizá las enfermedades y las catástrofes hayan tenido un papel importante, así como los cambios climáticos de la historia.
Pero esa forma única que tienen los humanos de ver el mundo les ayudó en su ascenso a convertirse indiscutiblemente en los amos del planeta. Y tal vez jamás sepamos si ese fue el factor más grande e importante que marcó la diferencia.