(CNN) - Algo no marchaba bien.
David Henneberry había permanecido encerrado durante horas, atrapado en el interior de su casa sin poder salir, mientras la policía buscaba a uno de los sospechosos de los atentados de la Maratón de Boston. David se aventuró a salir a tomar un poco de aire fresco cuando la policía levantó por fin la prohibición de salir a la calle.
Miró el barco estacionado en su patio.
Lo que vio puso fin a la persecución de las autoridades en busca del sospechoso.
“La lona con la que protege su barco en invierno se agitaba en una especie de aleteo en el viento”, explicó su hijastro Robert Duffy al reportero Piers Morgan de la CNN.
Henneberry había atado la lona del buque, aparcado en el patio de su casa, con tanta fuerza que no se había movido durante todo el invierno, ni siquiera durante las de tormentas de nieve de este año.
“Se acercó y se dio cuenta de que una de las correas de sujección había sido cortada, no desgastada, rota o desenganchada”, dijo Duffy. Henneberry vio algo más: algo en la lona que parecía sangre.
El residente de Watertown pensó que algún animal había forzado el acceso al barco. Tal vez era una ardilla, le dijo a su hijastro.
Henneberry se subió a una escalera de mano para mirar dentro.
“Básicamente, metió la cabeza debajo de la lona y entonces vio un charco de sangre”, dijo Duffy.
‘Arrugado en una bola’
Estaba oscuro debajo de la lona, por lo que el propietario de la embarcación sólo podía distinguir vagos contornos “pero sin duda se dio cuenta que había algo encogido, hecho una bola”, dijo el hijastro.
Un charco de sangre, una cacería humana en Watertown, el tiempo justo para llamar al 911.
Los coches patrulla con las luces intermitentes corrieron y se dispusieron en las calles. Los funcionarios se desplegaron alrededor de la casa.
La policía se llevó a los Henneberrys tan apresuradamente lejos del peligro, refugiándolos en la casa de un vecino, que la pareja dejó su teléfono celular en casa.
Llamadas telefónicas frenéticas
Duffy trató desesperadamente de llamar a su madre y su padrastro mientras veía en la televisión cómo los oficiales de la ley desataban una lluvia de disparos en el patio trasero.
“Sólo veíamos las balas, y nos enteramos de que había un hombre cubierto de sangre en el barco”.
Su padrastro, pensó Duffy.
Siguió marcando.
El teléfono fijo de la pareja daba señal de ocupado constantemente.
“Fueron 40 minutos absolutamente horribles”, dijo Duffy.
Condujo a la casa de un familiar para ver si las líneas telefónicas funcionaban mejor desde allí. Tan pronto como llegó, su hermana lo llamó.
“Mamá me ha llamado, están a salvo”, le consoló.
“En ese momento, las lágrimas de horror se convirtieron en lágrimas de alegría”, dijo Duffy.
El fin de la caza
La llamada de Henneberry a la policía puso fin a la caza del hombre sospechoso de poner una de las dos bombas que explotaron cerca de la línea de meta de la maratón de Boston, matando a tres personas y causando heridas a decenas más, heridas típicas sufridas en regiones en conflicto como Afganistán e Irak.
Antes de que la policía lo detuviera, Dzhokar Tsarnaev, con su hermano mayor, Tamerlan, mató presuntamente a un policía universitario, secuestró un coche a punta de pistola, y dispararon y lanzaron granadas contra los agentes que los perseguían.
La policía disparó y mató al hermano, pero Dzhokar Tsarnaev logró esquivarlos durante todo el viernes, hasta la llamada de Henneberry al 911.
Antes de abrir fuego, las autoridades, utilizando un megáfono, pidieron a Tsarnaev que se rindiera.
Tiroteo. Cuando finalmente terminó y la policía se acercó al barco, eran conscientes del peligro al que se enfrentaban.
A diferencia Henneberry, utilizaron un robot para retirar la lona que cubría el barco.