Por Todd Leopold
(CNN) — “¿No sería gracioso que esa chica fuera violada por unos cinco tipos justo ahora?” Con ese chiste, el comediante estadounidense Daniel Tosh se refirió a una mujer de su audiencia que lo interrumpió en un show de 2012 para decir que las bromas sobre violaciones “nunca son graciosas”.
Y no es el único ejemplo de la proliferación de la violación como tema de burla. En Facebook hay innumerables imágenes que trivializan u humorizan el problema. El gobernador de Maine, Paul LePage, recientemente comparó el plan presupuestal de su oponente político con una violación anal “sin vaselina”. El famoso comediante filipino Vice Ganda también bromeó sobre violar en masa a una persona en particular, en ese caso una conductora de un noticiero local.
¿Muy graciosos, no?
La comediante Lindi West escribió una columna al respecto en el sitio Jezebel, donde comenta que no está en contra de todas las bromas acerca de violaciones, pero cuando rechazó el chiste de Tosh en un programa de TV, algunos espectadores molestos “amenazaron con violarme y matarme”.
West dice que sería bueno que los lectores piensen en lo que dicen y escuchan. “Hay muchas personas que no creen que ciertas cosas sean importantes (…) No es solo un chiste. No existe solo en tu Twitter y luego desaparece. Las cosas tienen consecuencias en la vida real”.
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La falta de respeto no es nada nuevo para las comediantes, dice Ever Mainard. “Los chistes sobre violación suelen ser fáciles para muchos comediantes novatos (…) Puedes notar quiénes son principiantes cuando el clímax de su chiste es la violación o la homosexualidad. Creo que nuestra cultura (estadounidense) es un poco insensible a eso”.
Cuestionar la autoridad
La comedia siempre ha roto los límites. Esa es con frecuencia la intención: cuestionar a la autoridad, destruir las preconcepciones, ser franco con los poderosos.
Pero bromear acerca de la violación —un acto de violencia que afecta mayoritariamente a las mujeres— implica caminar en la cuerda floja y muchos comediantes fracasan al intentar mantener el equilibrio.
Bruce Wheeler, quien ha estudiado el tema desde varios ángulos —es comediante aficionado, instructor de Psicología, investigador sobre humor y trabajó en un centro de atención a las víctimas de violación— cree que parte del auge de los chistes sobre violación se debe al aumento del humor agresivo de parte de los comediantes.
“Hay diferentes clases de humor, a menudo se clasifican en humor de afiliación (te ríes con alguien) y humor agresivo. Hemos visto que hay formas más agresivas de comedia en vivo”, dice. “No significa que las personas en sí sean agresivas, sólo significa que el humor se ha vuelto más hostil en ciertas formas. La gente siente que se están resistiendo a la autoridad o a las normas sociales”.
La agresión puede ser parte del territorio de la comedia. La atmósfera propicia una actitud de “ellos o yo”, dice Benjy Susswein, quien contrata a los comediantes y administra el club de comedia Stand Up NY en Manhattan.
“Es brutal. La comedia (en vivo) vive entre dos extremos: querer suicidarte y sentirte como si fueras el rey del mundo. Es uno u otro”, dice Susswein.
Tal vez por eso la comedia en vivo atrae más a los hombres, mientras que los grupos de improvisación y actos preparados que tienen una dinámica de grupo atraen mucho más a las mujeres, dice Susswein.
Roles de género
Es aquí en donde la discusión sobre los chistes de violaciones entra en aguas más profundas y peligrosas.
No hay duda de que el mundo ha cambiado desde que Henny Youngman dijo: “Toma a mi esposa… por favor”. Ahora, las mujeres ocupan cargos de poder y algunos hombres se sienten amenazados por estos cambios en la sociedad.
“Uno de los problemas es que los hombres sienten que pierden poder y que tal vez les quedan pocos espacios para reunirse a hablar de esa forma sin que nadie se queje”, dice el psiquiatra David Reiss. “Muchas cosas que solían ser aceptables ya no lo son, y los hombres se sienten rodeados”.
La profesora de Sociología en el Occidental College en Los Ángeles, Lisa Wade, dice que las publicaciones de West tocaron un punto álgido en algunos hombres que no están acostumbrados a que los cuestionen.
“Cuando la gente que presiona y exige: ‘Tienes que empezar a ser considerado con las mujeres que hay en tu público y voy a empezar a hacerte responsable de este acto’, las personas se ponen a la defensiva”, dice. “Cuando alguien está en una posición privilegiada y se benefician sin esfuerzo gracias a esos privilegios, si les quitas esos privilegios ellos sienten que les estás quitando algo injustamente”.
Una cucharada de su propio chocolate
El comediante e instructor de Psicología, Wheeler, aprovecha en su show sus estudios académicos para meter el dedo en las llagas de los roles de género.
“Una buena parte de mi rutina se basa en lo mal preparadas que están las personas para comunicarse en el tema del sexo”, dice.
“Hablo mucho de cómo los hombres no tienen la culpa de ser tan malos en el sexo, porque en realidad nadie les enseña nada; ellos ven pornografía y se imaginan: ‘OK, ya sé qué estoy haciendo’. Hay mucha información que indica que muchas mujeres están muy insatisfechas sexualmente”, dice.
Wade dice que cuando habla del mal desempeño sexual, los hombres del público se incomodan y remolinean en sus asientos, mientras las mujeres aclaman.
En ese momento, se detiene y se dirige a los hombres. “Disculpen, ¿el comediante les está diciendo algo que los hace sentir incómodos? Tal vez debería contar algunos chistes de violaciones, para que todos podamos relajarnos”, dice.
Las mujeres agradecen la inversión de roles. “Varias mujeres comediantes se me han acercado tras mi actuación, han estrechado mi mano y me han dicho: ‘Quiero agradecerte por haber hecho eso porque cuando yo lo hago, para ellos es muy fácil ignorarme y pensar que estoy siendo una perra. Pero cuando tú lo haces, no hay dónde esconderse”, dice Wade. “No es que la comedia sea buena o mala, es cómo la usas”.
¿Censura?
Sin embargo, a algunos comediantes les preocupa que los ensayos como el de West tengan un efecto represor en la comedia. Les preocupa tener que censurarse y que los clubes decidan no arriesgarse.
“Los clubes de comedia son el terreno en el que los comediantes se ponen a prueba, la libertad de ser malo y ofensivo es parte del mismo proceso de entrenamiento”, escribió Roseanne Barr en el sitio The Daily Beast. “La libertad de expresión puede ser complicada, sangrienta y ofensiva; si no estás listo para lo desagradable, mantente lejos de los clubes de comedia”.
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El comediante Adam Christing, director de la empresa Clean Comedians, dice que para tener éxito tienes que conocer a tu público. Después de todo, la Primera Enmienda no solo te concede el derecho a la libre expresión, sino que también le da a tu público —o a tu cliente— el derecho de reaccionar a tu discurso.
“En los últimos años, (se ha dicho) que los comediantes son los nuevos profetas y eso me encanta. Pero si leemos el Antiguo Testamento, hubo muy pocos profetas y a la mayoría los apedrearon”.
Hasta los comediantes más extravagantes conocen a su público, dice Wheeler. Después de todo, sin el apoyo de la audiencia, la sala estará tan silenciosa como una tumba, cuando debería retumbar a carcajadas.
Como ocurre con la comedia audaz, el contexto lo es todo. Hasta el material más ofensivo puede ser hilarante con el comediante adecuado y el público adecuado. Como lo señaló West en su columna, los chistes sobre violaciones pueden ser graciosos si se cuentan con cierta consciencia, actitud e inteligencia.
No obstante, algunos comediantes están reevaluándolo. Patton Oswalt, quien alguna vez defendió los chistes de violaciones, recapacitó. “He leído suficientes puntos de vista y he hablado con suficientes amigas (comediantes y no comediantes) como para saber que no es una histeria volátil, ni un meme ni una frase pegajosa conveniente”, escribió en su blog. “Soy hombre. Puedo equivocarme. Puedo cambiar”.