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Por John L. Allen Jr., CNN

Nota del editor:John L. Allen Jr. es analista del Vaticano y corresponsal para el National Catholic Reporter.

Río de Janeiro, Brasil (CNN) — No necesitábamos que el papa Francisco viajara a Brasil para entender que el nuevo líder católico, quien tiene un tono de simplicidad y amor para la gente ordinaria, es un éxito.

Encuestas en todo el mundo muestran cifras de aprobación envidiables para cualquier político o celebridad, mientras que grandes multitudes acompañan al papa en actividades rutinarias.

Lo que Brasil confirmó, quizá, es que el Pontífice tiene tanto éxito de gira como en casa.

Durante la semana que permaneció en el país sudamericano por la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), un evento católico internacional, las multitudes aparecieron en todas partes a donde iba, a pesar del frío y la lluvia.

El lunes, seguidores frenéticos casi toman su papamóvil. El miércoles, un grupo de monjas  se acercó al papa como si fueran adolescentes en un concierto de Justin Bieber, mientras que el jueves atrajo a más de un millón de personas a una ceremonia en la playa de Copacabana. Además, alrededor de tres millones de personas estuvieron presentes en una misa este domingo, según los organizadores.

Francisco también convocó a unos 30,000 jóvenes argentinos, una reunión que convirtió la ciudad en una virtual colonia argentina. Dada la rivalidad entre Brasil y Argentina, un habitante local dijo que en cualquier otra circunstancia, la presencia de tantos argentinos en las calles de Río de Janeiro se hubiera considerado como un acto de guerra.

Más allá de eso, hay cuatro cosas que aprendimos sobre el papa Francisco y su semana en Brasil:

Un carisma tranquilizante

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Francisco fue elegido papa a los 76 años, así que no tiene el magnetismo del joven Juan Pablo II, el último pontífice que tenía este tipo de popularidad.

Elegido cuando tenía 58, Juan Pablo tenía gestos dramáticos, como el actor que alguna vez fue. Por ejemplo, besaba el suelo de cualquier país que visitaba, algo que Francisco no hizo. Juan Pablo aplaudía y movía sus pies en eventos musicales, y por la noche salía a la ventana de su residencia para decir bromas.

Francisco tiene un carisma más tranquilo, y deja que su sonrisa, su genuino gusto por conocer a las personas y su sabiduría humilde hagan el trabajo.

Durante su visita a una favela de Río de Janeiro, por ejemplo, dijo que los pobres generalmente son más generosos, y citó un  proverbio latinoamericano: “Siempre puedes echarle más agua a los frijoles”.

Puede que sea un rockstar,pero no es del tipo de los que provocan subir el volumen. Es como Simon y Garfunkel, no los Rolling Stones, o quizá Taylor Swift en lugar de Lady Gaga.

Ha cambiado el guión

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Si se necesitaran pruebas de cuánto Francisco ha cambiado la trama de la Iglesia católica, hay que considerar que ha estado en la mira global por cinco días consecutivos y nadie ha hablado sobre los escándalos de abuso sexual a niños dentro de la Iglesia, hasta que él mismo lo hizo.

En su discurso al término de un Vía Crucis, Francisco dijo que Jesús se une a los que sufren, incluidos aquellos “que han perdido su fe en la Iglesia, o incluso en Dios, por la falta de consistencia de los cristianos y ministros del Evangelio”.

La referencia velada es un recordatorio de cuánto estos escándalos han afectado a la Iglesia. Pero el hecho de que no nublaran el viaje de Francisco, como probablemente hubiera ocurrido con otro pontífice, también fue una lección del aliento que ha dado este papa.

Un político con experiencia

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Antes del viaje, había temores sobre el resurgimiento de las protestas masivas que llenaron las calles de Brasil en junio. Fuera de algunos incidentes aislados, eso no ocurrió, y aparentemente Francisco recorrió con destreza los temas políticos.

En varias ocasiones, el “papa de los pobres” llamó a poner más atención a los necesitados y aplaudió la sed de justicia entre la gente joven.

Durante su visita a la favela de Río, dijo que ninguna campaña de “pacificación” puede ser exitosa sin abordar las condiciones sociales que generan miseria, un golpe indirecto a los operativos policiales recientes en los barrios pobres, que tienen el objetivo de terminar con la violencia.

Al mismo tiempo, Francisco no atacó a sus anfitriones. Fue diplomático con la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. Acudió al palacio de gobierno de Río de Janeiro el jueves para rezar por los Juegos Olímpicos de 2016, lo que significa que los organizadores pueden presumir una bendición papal en contra de las quejas de que estos y la Copa Mundial son un desperdicio de dinero.

Al final, Francisco ofreció algo pequeño a todos, sin empañar su mensaje central durante su visita a la favela: “La medida de la grandeza de una sociedad se encuentra en la forma en que esta trata a los más  necesitados”.

Un papa con energía

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Por último, aprendimos que a pesar de su avanzada edad, Francisco tiene mucha energía.

Incluso antes de dejar Roma, recortó los dos días de descanso planeado a uno e incluyó una salida a Aparecida, Brasil, para visitar un santuario mariano, deteniéndose ese mismo miércoles en una clínica de adictos a las drogas y al alcohol en Río.

En su ruta hacia Brasil, en el avión estuvo de pie durante una hora para platicar con cada periodista que cubría el viaje y pasó el resto del vuelo hablando con sus asesores del Vaticano, haciendo notas. Un vocero dijo que había planeado un momento de siesta, pero él no lo tomó.

Incluso en su día de descanso el martes, Francisco estuvo activo. Tuvo una reunión de negocios con un cardenal de Honduras, Oscar Rodríguez Maradiaga, quien está a cargo del nuevo consejo de ocho cardenales de todo el mundo que ayudan al papa a reformar el Vaticano.

Un vocero del Vaticano confesó: “Estoy muy feliz de que vayamos a la mitad, porque si (el viaje) durara más estaría destruido”.

Pero Francisco parecía tan fresco como al principio. Y las cosas no se calmarán pronto, pues anunció que no se tomará su descanso papal en agosto, sino que permanecerá en Roma.

Este aspecto de su personalidad le servirá, porque no obstante su desempeño en Brasil, el Vaticano no se reformará solo.