Por Doug Gross, CNN
(CNN) – Una feminista que impulsa la inclusión de mujeres en los billetes británicos recibió en Twitter decenas de amenazas de violación. Una escritora que recientemente se pronunció en contra de las bromas sobre violaciones, casi previsiblemente, recibió el mismo trato.
Paralelamente, Facebook anunció que actualizará sus políticas sobre contenidos luego de que una campaña acusara a la red social de permitir comentarios ofensivos sobre las violaciones y el abuso doméstico.
Los discursos y las acciones violentas contra las mujeres no son, como se sabe, algo novedoso. Pero en la era digital, los sitios de redes sociales deben asimilar el hecho de que sus servicios se han convertido en los nuevos patios de las escuelas o plazas públicas. Allí, donde la mayoría discute e interactúa amablemente, la canallada y la maldad también se hace presente.
“Lamentablemente, la expresión de odio y el abuso son parte de nuestra sociedad y hoy también son parte de nuestra cultura digital en tiempo real”, dijo Brian Solis, analista de nuevos medios del Altimeter Group.
“Al vivir un estilo de vida digital, nuestra expectativas son tales que deberíamos denunciar cualquier amenaza y hacerlo inmediatamente”, agregó.
La pregunta para sitios como Twitter, que el martes respondió a una petición para facilitar la denuncia de conductas abusivas, es cómo controlar a cientos de millones de usuarios, ofreciendo un ambiente seguro para algunos usuarios y, al mismo tiempo, respetando la libertad de expresión de otros.
En el centro del problema está la mecánica del monitoreo ante el creciente número de usuarios.
“Twitter representa un nuevo medio que el mundo no conocía”, señaló Solis sobre el sitio que sirve de plataforma para 400 millones de tuits por día. “Para proteger a sus usuarios, debe invertir en seguridad manual y automática y mecanismos de denuncia”, añadió.
Tras los casos de amenazas de violación a varias mujeres, se multiplicaron las quejas sobre la velocidad de respuesta de Twitter. Una petición en el sitio Change.org que solicitaba que el sitio incluyera un botón prominente para denunciar abusos, sumaba 88 mil firmas el día martes.
El esfuerzo llevó a Del Harvy, directora del área de Confianza y Seguridad de Twitter, a responder el martes en una entrada de blog titulada “Los escuchamos”.
“Observamos una cantidad increíble de actividad en nuestros sistemas…”, escribió en el blog de Twitter para el Reino Unido. “La inmensa mayoría de estos casos son positivos. Dicho esto, sabemos que siempre habrá gente que utilice Twitter de manera abusiva y que puede dañar a los demás”, agregó.
Harvey destacó que la compañía lanzó una herramienta para la versión para iPhone de Twitter que les permite a los usuarios denunciar tuits individuales. Esta característica estará disponible en la web y otros sistemas móviles en poco tiempo, indicó.
Reconoció, sin embargo, que monitorear todos los mensajes ofensivos es muy difícil, sino imposible.
“Pese a que es imposible revisar manualmente todos los tuits dado el alcance global y el nivel de actividad de Twitter, utilizamos sistemas tanto automáticos como manuales para evaluar informes de usuarios que estarían violando nuestras reglas y que podrían ser suspendidos”, explicó Harvey.
El caso de Twitter se suma al de Facebook, que en el mes de mayo prometió ahondar esfuerzos para eliminar comentarios degradantes e intolerantes en el sitio tras la fuerte presión ejercida por grupos activistas y anunciantes.
Ambos episodios pronostican un aparente cambio en la cultura online. Dada la historia de Internet, siempre se espera una cierta cantidad de malas conductas, trátese de provocaciones intencionales o verdaderos discursos del odio desde el anonimato.
Pero, ya en 2013, se ha vuelto casi imposible distinguir dónde termina la “cultura web” y dónde comienza la cultura en un sentido más general. Solis, el analista, subrayó que en la medida en que las redes sociales continúen popularizándose, las malas conductas serán cada vez menos aceptadas.
“La idea de ‘libertad de tuitear’ no puede sustituir a la ley”, dijo. “La expresión que apunta a lastimar o intimidar a alguien es una amenaza que debe ser escuchada en todo el mundo”, concluyó.