Por Teo Kermeliotis
(CNN) — Un murciélago peludo al que dieron el nombre de Chewbacca, el famoso personaje de Star Wars, escarabajos bombarderos que liberan un gas explosivo y apestoso para defenderse, hormigas que no pueden caminar ni sostenerse en superficies planas y una misteriosa rana cavernícola que corre en lugar de saltar.
Estas extrañas y sumamente interesantes criaturas son solo algunas de las 1.200 especies de animales y plantas que los científicos documentaron por primera vez en el Parque Nacional Gorongosa, un asombroso refugio para la biodiversidad en el centro de Mozambique.
A mediados de abril, un equipo de 15 científicos, locales e internacionales, se aventuró en las extensas selvas del parque, en las profundas cañadas y en los bosques fluviales para llevar a cabo el primer estudio integral sobre biodiversidad en una región remota y en gran medida inexplorada que fue saqueada durante años de guerras y cacería furtiva.
Durante cuatro semanas, los biólogos se transformaron en detectives de la naturaleza para estudiar la meseta Cheringoma, la zona más inexplorada del parque en términos biológicos. Equipados con botas de hule, lámparas y una gran variedad de equipo sofisticado, se embarcaron en la ardua misión de documentar la vida de la región y descubrir especies raras, amenazadas y desconocidas para la ciencia.
Escalaron árboles gigantes y descendieron a rapel por acantilados de piedra caliza para recabar muestras de organismos en cañones prácticamente inaccesibles; recurrieron a las luces ultravioleta y a las feromonas para atrapar insectos; usaron cámaras controladas a distancia y técnicas tradicionales de rastreo para documentar a los mamíferos grandes; los detectores ultrasónicos sirvieron para registrar a los ejemplares difíciles de encontrar, redes de niebla para atrapar aves silvestres y trampas para capturar reptiles y anfibios.
“Encontramos toda clase de cosas realmente emocionantes”, dice el líder de la expedición, Piotr Naskrecki, director adjunto del Laboratorio para la Biodiversidad que será inaugurado próximamente en Gorongosa.
“Por lo menos duplicamos la cantidad de especies conocidas en el parque nacional, tal vez estamos cerca de triplicarla”, agrega. “Algunas eran desconocidas en Mozambique y otras eran un misterio para la ciencia”.
Los grandes descubrimientos consistieron en 182 especies de aves, entre ellas cuatro inusuales ejemplares de bosque que fueron registrados por primera vez en Gorongosa. También encontraron varias especies de grillos desconocidos por la ciencia y un grillo en forma de hoja que no había sido visto desde el siglo XIX; 54 especies de mamíferos, entre ellas unas diminutas musarañas elefante.
Otros encuentros notables fueron las más de 100 especies de hormigas, 47 de reptiles, 33 de ranas, cientos de escarabajos y más de 320 de plantas desconocidas en Mozambique.
Además, claro, descubrieron al murciélago Chewbacca (su nombre científico es Triaenops pérsicus), que fue bautizado así en honor al compañero peludo de Han Solo en las cintas de Star Wars, y una extraña rana de color plata y negro de nombre Kassina, que probablemente era desconocida hasta ahora.
“Fue una experiencia extremadamente enriquecedora en cuanto a los datos agregados a nuestro conocimiento sobre el parque”, dice Naskrecki, quien también es entomólogo en el Museo de Zoología Comparativa de Harvard.
Ubicado en el extremo meridional del gran valle del Rift, Gorongosa solía ser uno de los refugios de la fauna más diversos en África, una tierra de maravillas naturales que bullía con grandes poblaciones de búfalos, leones, elefantes e hipopótamos. Sin embargo, todo cambió a mediados de la década de 1970, cuando Mozambique estuvo involucrado en una sangrienta guerra civil. El conflicto terminó en 1992 y tuvo un impacto devastador en Gorongosa.
El parque era un campo de batalla. Miles de animales que vagaban por sus amplios pastizales murieron a manos de los grupos combatientes y poblaciones enteras de animales quedaron al borde de la extinción.
“Después de la guerra, quedaba muy poco”, dice Naskrecki. “El lugar parecía estar condenado”.
Asegura que antes de la guerra, el parque albergaba a unos 14,000 búfalos africanos; después del conflicto, había solo 100. “Pasó lo mismo con los leones” agrega Naskrecki. “Solía haber unos 2,000 leones en el parque y después de la guerra quedaban tal vez 30”, continúa. “También habitaban unos 2,500 elefantes y tras la guerra quedaron solo 200”.
La masacre continuó después del conflicto debido a la caza furtiva generalizada y a la tala clandestina.
Sin embargo, en los últimos años la esperanza ha resurgido en el parque, en gran parte gracias a los esfuerzos del Proyecto de Restauración del Gorongosa, una iniciativa encabezada por el empresario estadounidense Greg Carr, quien tiene el objetivo de recuperar la antigua gloria del frágil ecosistema.
En 2008, la fundación de Carr firmó un contrato por 20 años con el gobierno de Mozambique para rejuvenecer y proteger el diverso ecosistema del parque, así como crear un próspero negocio turístico que beneficiaría a las comunidades de la región.
La clave para los esfuerzos de restauración es la documentación y el estudio de la vida en Gorongosa, proceso que inició con la expedición científica a mediados de abril.
Naskrecki dice que la información recopilada —que será presentada en su totalidad dentro de un reporte a finales de este año— ayudará a guiar los esfuerzos de recuperación del parque. También demostrarán que la reserva todavía es un lugar rico en biodiversidad, que necesita protección ante el desarrollo industrial, como la minería.
“Cada especie que encontramos, cada orquídea, cada grillo, cada rana son un argumento poderoso para mantener el estatus de protección en la región”, dice Naskrecki.
“No obstante, el punto esencial no es que hayamos descubierto especies inusuales, raras o nuevas, sino que encontramos muchas y que sus poblaciones prosperan. Todo esto indica que el Parque Nacional Gorongosa podría recuperarse con éxito del daño ocasionado durante 17 años de la guerra civil que acabó con muchas de sus especies”, señaló.
“Los animales pequeños pueden parecer insignificantes comparados con los leones o los elefantes —que también se han recuperado satisfactoriamente— pero son muy buenos indicadores de la salud y de la riqueza del ecosistema del Gorongosa”.