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(HLN) – Tres adolescentes de Oklahoma están acusados de asesinar a un estudiante australiano. Su motivo, según la policía, es que estaban aburridos. Un niño de 10 años de Nuevo México está siendo juzgado por matar a su padre. Y unos jóvenes de Georgia están siendo investigados por asesinar a un bebé de 13 meses. ¿Qué está llevando a nuestros hijos a la violencia?

Le pedimos a un panel de expertos en salud mental que nos identifiquen indicios que podrían preocuparnos. ¿A qué signos de advertencia debemos estar atentos?

Doctora Tiffanie Davis Henry, terapista:

1. Investiga la historia de enfermedades mentales, especialmente si no han sido tratadas y el niño no está estable.

2. Observa un patrón de actos de violencia, sobre todo si con el tiempo pasan de menores a severos.

3. Pensamiento, plan y propósito: ¿han verbalizado pensamientos sobre el acto violento? ¿Tienen un plan para dicho acto? ¿Tienen el propósito de llevarlo a cabo?

Doctor Tracey Marks, psiquiatra:

1. Mantente alerta a la típica tríada de conductas sociópatas: mojar la cama pasados los 12 años, prender fuego cosas y torturar animales. Los últimos dos son los más preocupantes y característicos de asesinos.

2. Ten cuidado con un niño agresivo o enojado que puede tener tendencias suicidas.

3. La exposición en redes sociales o gestos para llamar la atención también son signos de advertencia. ¿La actividad en Internet sugiere que guarda preocupación por la violencia?

Doctor John Sharp, psiquiatra:

1. Observa conductas agresivas con un historial de mal comportamiento.

2. Mantente alerta si elige el aislamiento, con pensamientos trastornados y obsesiones.

3. ¿Le cuesta observar las cosas desde otro punto de vista? ¿No siente empatía? Esto es particularmente peligroso cuando aparece en sintonía con los puntos 1 o 2.

Melody Moezzi, consejera en salud mental:

1. La intuición es quizá el indicador más ignorado en los niños que padecen problemas mentales. Los padres eligen ignorar su intuición porque no quieren creer que su hijo es “diferente”.

2. La clave está en la comunicación. Depende de los padres comunicarse con sus hijos, conocerlos y descubrir cuando algo no anda bien.

3. Mantente alerta a cualquier cambio en la conducta, la vestimenta, las notas, los amigos, problemas para dormir, etc.