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Por Elizabeth Landau

Boston (CNN) — Mmmm, un helado con chocolate. La dieta supuestamente empezaría hoy, pero por supuesto que puede esperar hasta mañana… o quizá pasado mañana.

Muchas personas saben qué es bueno para ellas, pero deciden hacer exactamente lo opuesto, especialmente en lo que se refiere a la dieta y el ejercicio. Los investigadores indagan en el cerebro para descifrar qué está detrás de esta falta de autocontrol.

Ubicar la impulsividad y la fuerza de voluntad en el cerebro no es sencillo. Los científicos todavía están en las primeras etapas de descifrar cómo miles de millones de células llamadas neuronas generan resultados particulares, y qué circuitos hacen qué. Pero experimentos recientes han dado algunas pistas.

Cuando las personas que intentan perder peso se confrontan con opciones de comida, parece que hay dos grandes factores en su decisión: el sabor y la salud, dijo Todd Hare, profesor de Neuroeconomía en la Universidad de Zurich, en Suiza.

Las personas que hacen dieta y no pueden alejarse de los dulces dicen que intentan comer saludablemente, pero “parecen incapaces de alejarse de la representación más automática y fuerte del sabor”, dijo Hare.

Los problemas de autocontrol, como comer y gastar en exceso, ¿son el resultado de una falta de fuerza de voluntad, de la incapacidad de hacer un compromiso previo, o de ambas?

Con imágenes de resonancia magnéticafuncionales (fMRI, por sus siglas en inglés), los científicos pueden ver cómo una región del cerebro llamada la corteza prefrontal ventromedial se activa al valorar opciones en predicamentos como este.

La corteza prefrontal ventromedial también parece estar involucrada en ciertas decisiones monetarias. Por ejemplo, cuando los investigadores les presentan a los participantes la opción de aceptar una recompensa mayor más tarde o una recompensa menor inmediatamente.

Los científicos también ubicaron una segunda área cerebral importante para estos tipos de decisiones: la corteza prefrontal dorsolateral. Hay más actividad en esta región cuando los participantes seleccionan opciones que parecen mejores para ellos a largo plazo: el alimento saludable o la mayor recompensa monetaria que llegará después.

La interacción entre estas dos regiones cerebrales; la corteza prefrontal ventromedial y la corteza prefrontal dorsolateral, es más fuerte para las personas que muestran un mayor autocontrol con el dinero o la comida, dijo Hare.

“Trabajan juntas para moldear la manera en la que tomas tus decisiones”.

Los científicos también investigan áreas cerebrales asociadas con rechazar las tentaciones.

La neurocientífica de la Universidad de Cambridge en Reino Unido, Molly Crockett, y sus colegas sugirieron en un estudio a principios de este año que el “compromiso previo” (restringir voluntariamente el acceso de uno a la tentación), es más efectivo que la fuerza de voluntad para lograr el autocontrol.

En el experimento, los hombres calificaban, según su preferencia, una serie de imágenes eróticas.

Posteriormente podían decidir por adelantado no ver las imágenes a las que dieron calificaciones más bajas. A cambio, podrían ver las imágenes calificadas altamente después de un retraso de tiempo considerable. Esto se llama “compromiso previo”.

En una tarea diferente, los hombres tenían que utilizar la fuerza de voluntad para resistirse a ver las imágenes calificadas pobremente, mientras esperaban las imágenes calificadas altamente. En promedio, la estrategia del compromiso previo tuvo mejores resultados.

¿Podemos alterar la función cerebral para bien?

Actualmente, no tenemos medicamentos diseñados para atacar las deficiencias cerebrales asociadas con la falta de autocontrol.

Pero, en teoría, un medicamento del futuro podría estimular áreas cerebrales clave para ayudar a las personas con problemas de autocontrol a hacer dieta o ahorrar dinero, de acuerdo con David Laibson, profesor de Economía en la Universidad Harvard en Estados Unidos.

Sin embargo, las realidades prácticas de un medicamento de autocontrol son complejas. Hare dijo que estas áreas cerebrales serían difíciles de modificar con medicamentos debido a que muchas otras áreas cerebrales resultarían afectadas al mismo tiempo. Ningún medicamento podría aumentar selectivamente la actividad solo en la corteza prefrontal dorsolateral, por ejemplo.

Un enfoque diferente, que no ha sido probado, sería utilizar la estimulación magnética transcraneal para mejorar temporalmente la actividad de regiones del cerebro cerca del cráneo. Esta técnica se usa en pacientes con depresión que no responden a los medicamentos y consiste en campos magnéticos que generan pequeñas corrientes eléctricas, lo que activa las células en una parte específica del cerebro.

En un estudio de 2010 de Nature Neuroscience se utilizó estimulación magnética transcraneal para inhibir temporalmente la corteza prefrontal dorsolateral, y se mostró que esto lleva a que los participantes tomen decisiones más impacientes. En teoría se podría invertir para producir lo opuesto.

Los científicos también podrían crear terapias conductuales a partir de las “diferencias de circuitos del cerebro que vemos en personas con tipos diferentes de problemas de autocontrol”, dijo Joshua Buckholtz, profesor de Psicología en la Universidad Harvard. Buckholtz tiene investigaciones no publicadas en las que se sugiere que las personas con IMC alto y las personas impulsivas sin obesidad tienen patrones similares de química cerebral.

Comprometerse a cambiar

Mientras inventan la ‘cura’ para la falta de autocontrol, ¿qué podemos hacer para ayudarnos a comportarnos más acorde a nuestras buenas intenciones, incluso frente a las tentaciones?

Hasta cierto punto, la mayoría de nosotros ya está atrincherada en un sistema de compromisos: se llama lugar de trabajo.

Los sistemas integrados en nuestra sociedad aseguran que los empleados en todos los niveles hagan lo que supuestamente tienen que hacer, bajo amenaza del castigo (o que no les paguen), dijo Laibson.

“No dependemos completamente de nuestra fuerza de voluntad para hacer todo. Dejamos que el sistema cuide de nosotros”, dijo.

Por ejemplo, en lo que se refiere a dinero, muchas empresas ofrecen planes de ahorro que automáticamente colocan un porcentaje fijo de tu sueldo en una cuenta, con sanciones estrictas si intentas acceder a ese dinero antes del plazo establecido. Una vez que te registras, no tienes que pensar en tomar la decisión cada semana; simplemente ocurre en segundo plano.

“No queremos que las personas nos digan qué hacer y perder la libertad, pero necesitamos un poco de ayuda para que en realidad vayamos a trabajar y tengamos un día productivo en lugar de presentarnos a las 11:00 horas”, dijo Laibson.

Aplicar ese método a la comida es mucho más complicado. Tu jefe puede obligarte a ir a una reunión a las 09:00 horas, pero no tienes un administrador de comida que te estimule a evitar las papas fritas y que te haga contar las calorías en cada comida.

Para fomentar los hábitos saludables en un lugar de trabajo, las empresas podrían establecer en su lugar escritorios en los que se trabaje parado o incluso “reuniones caminando”, en las que las personas se muevan mientras discuten negocios en lugar de sentarse en una sala de conferencias. Sin embargo, estas intervenciones deben ser probadas científicamente antes de promoverse ampliamente, dijo Laibson.

La intervención gubernamental es otra forma de autocontrol que debe imponerse, pero es controversial. En 2012, la ciudad de Nueva York en Estados Unidos intentó limitar la venta de bebidas azucaradas a 473.1 mililitros, pero una corte de apelaciones dictaminó en julio que esto era “arbitrario y caprichoso”. En el punto de vista de Laibson, una política así necesita evidencia científica de que tiene resultados positivos de salud antes de ser promulgada ampliamente.

Pero no necesariamente necesitas un jefe o funcionario del gobierno que te amenace con castigarte por romper las reglas que quieres seguir por el bien de tu salud. Puedes establecer un sistema en el que te disciplines.

El cambio puede empezar hoy.