Por Sarah LeTrent
(CNN) — El obituario de Marianne Theresa Johnson-Reddick, publicado en el diario estadounidense Reno Gazette-Journal (RGJ), comenzaba con una frase típica: “Nació el 4 de enero de 1935 y murió el 30 de agosto de 2013”. Pero un texto escrito por sus hijos dio un rápido giro hacia el reproche.
“Le sobreviven seis de los ocho hijos a quienes se pasó la vida torturando de todas las formas posibles”, dice el obituario. “Mientras descuidaba y abusaba de sus hijos más pequeños, se negaba a permitir que alguien más los cuidara o les mostrara compasión”.
El obituario llegó al RGJ por medio del sitio web, fue publicado el 10 de septiembre y pronto se hizo viral, escribió el editor del diario, John Maher. Patrick and Katherine Reddick escribieron la cáustica memoria. Luego Patrick declaró a los medios que cuando supo que su madre había muerto, cantó la canción ¡Ding-Dong! La bruja ha muerto, de El mago de Oz.
Los familiares que se consideran maltratados no siempre encuentran la paz en el cementerio.
Los expertos en duelo dicen que la gente que vive la muerte de un ser menos que querido suele tener muchos asuntos emocionales no resueltos.
Los hermanos Reddick argumentaron en el obituario que su objetivo era “estimular un movimiento nacional” en contra del abuso infantil en Estados Unidos. “Los hijos que le sobreviven ahora vivirán el resto de su vida en paz sabiendo que su pesadilla por fin tuvo una especie de cierre”, escribieron.
Cuando el duelo no se resuelve, ni siquiera la muerte de una persona tóxica puede generar el cierre que los hermanos mencionan, dijo el director ejecutivo de la institución abocada al duelo, Grief Recovery Institute, Russell Friedman.
“La gente que está en duelo tiende a magnificar los hechos, en escenarios donde idolatran o satanizan a la persona que murió”, dijo.
Friedman dice que revivir los recuerdos difíciles en un obituario como el de Johnson-Reddick mantiene a los sobrevivientes atascados en el dolor y el duelo.
“Cuando vuelven a narrar la historia de su dolor, no hay recuperación. ¿En dónde está el cierre? (…) Solo están reafirmando el dolor que se ha integrado; el dolor se vuelve su identidad. El dolor no es libertad, es la prisión”.
¿Vengarse o perdonar?
Algunos sobrevivientes de abusos horribles coinciden en que aferrarse al odio y avergonzar públicamente al fallecido no cerrará el ciclo de una vida de dolor.
Becky Blanton sabe cómo se siente el duelo no resuelto. Escribió un ensayo llamado The Monster,en el que acusa a su padre de abuso físico y sexual y detalla cómo asimiló estos abusos cuando éste estaba en su lecho de muerte.
La única forma de superar el dolor que causa un personaje decisivo en la vida de una persona es perdonar, pero la definición de esa palabra a veces está mal entendida, dijo Blanton.
Tanto Blanton como Friedman dijeron que el perdón implica liberarse del resentimiento.
“El perdón no se trata de decir: ‘Está bien’ o de que ‘aceptes’ o ‘apruebes’ lo ocurrido (…) El perdón es aceptar que lo que ocurrió, ocurrió, y que ahora estás listo para soltar el bagaje, el dolor y el miedo”, dijo Blanton.
Blanton descubrió que cuando una persona perdona, ya no actúa con base en los sentimientos de venganza, ira o temor, sino que toma decisiones con base en su propio carácter.
Friedman dijo que si no se toman los pasos adecuados para vivir el duelo y dejar ir, el dolor puede volverse parte de la identidad de una persona: “(La venganza) no te da virtud. (Solamente) creará la ilusión de que has hecho algo valioso para ti”.
La solución para ese dolor se reduce a una frase clave: “Recuerdo ese momento en el que hiciste eso y no voy a permitir que el recuerdo de ese evento me siga lastimando”.
Siempre hay formas de describir a un fallecido de carácter cuestionable sin atacarlo en un obituario, de acuerdo con Andrew Meacham, jefe de epílogos del diario estadounidense Tampa Bay Times.
“Así como las personas no son santas, tampoco son totalmente viles (…) No tienes que calificar a alguien de villano, simplemente menciona los hechos y la gente puede leer entre líneas”, explicó Meacham.
Meacham dijo que si él hubiera escrito una historia sobre la muerte de la madre de los Johnson-Reddick, habría querido hablar con otra persona que conociera a la fallecida. “No necesariamente para sanearla (la historia), pero después de todo era un ser humano”.
¿Qué decir a los deudos?
Es difícil tratar de consolar a una persona que ha experimentado una pérdida, especialmente si la relación era conflictiva.
“Lamento tu pérdida” no sirve, dijo Friedman. “‘Lo lamento’ es una frase peligrosa si no conocías a la persona que murió”.
Friedman sugiere usar frases abiertas como: “Ni siquiera sé qué decir. No puedo imaginar lo que esto ha sido para ti”.
“Haz que la oración sea más como una pregunta que le dé a la persona el espacio para decirte la verdad si tienen ganas de hacerlo”.
Blanton coincide.
“‘Lamento tu pérdida’ no sirve cuando el fallecido es un monstruo”, dijo Blanton.
Una frase apropiada es: “Oye, lamento lo que te hizo. Desearía que hubieras tenido el apoyo de alguien”.
Blanton entiende lo que viven los Reddick. Dijo que están tratando de alzar la voz porque tal vez no pudieron manifestar la ira durante su niñez, quizás porque estaban demasiado asustados para hacerlo, y están haciendo lo mejor que pueden con las herramientas que tienen.
Su respuesta: “Los escuchamos”.