Por Jacque Wilson

(CNN) — Al final, un cupón le cambió la vida a Torrie Creamer.

Años de propósitos de año nuevo no lo habían logrado. Las preguntas inquisitivas de su hijo respecto a que todavía tenía vientre de embarazada tampoco lo habían hecho. Los comentarios hirientes de un amigo acerca de otra mujer obesa en un partido de béisbol, solo habían fomentado su deseo de bajar de peso.

Entonces, la propuesta de LivingSocial llegó a su bandeja de entrada. Por 25 dólares, ella podría tomar cuatro semanas de clases en un entrenamiento estilo militar para mujeres. Y después del incidente en el estadio, Creamer estaba dispuesta a intentar casi cualquier cosa.

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La residente de Norfolk, Virginia había estado subiendo de peso a un ritmo constante desde que se casó con Jason, su novio desde la secundaria, hacía más de 10 años. Cada uno de sus hijos -Jordan, luego Gabriel, luego Kameron- le añadieron las libras adicionales de las que parecía no poder deshacerse. Para el 2011, medía 1,8 metros y pesaba 146 kilos.

Los entrenamientos estilo militar han llegado a ser populares en la comunidad del acondicionamiento físico en los últimos 10 años. Han recibido elogios por su enfoque en intervalos de alta intensidad y en ejercicios de peso corporal. El entrenador Ken Williams inició el programa Bootcamp for Women - Body by Ken con cinco miembros en 2002. Para julio, el cupo estaba lleno.

Mientras caminaba hacia a la playa para su primer entrenamiento, Creamer notó que había mujeres corriendo ida y vuelta en la arena. Indecisa, se unió a ellas y al poco tiempo se cayó. Tres entrenadores tuvieron que ayudarla a levantarse.

Creamer salió llorando de la clase de boot camp. Pero regresó al día siguiente, y siguió asistiendo a todas las clases durante las próximas cuatro semanas.

“Siempre era la última corredora en llegar, o en mi caso, la última en llegar caminando”, dice. “No podía hacer flexiones. No podía terminar una rutina sin sentir que moría y estar a punto de vomitar. Pero de alguna manera seguía asistiendo”.

Ella bajó 6 kilos en cuatro semanas, y le dijo a Williams que iba a regresar.

Al día siguiente, Creamer se enteró de que la habían despedido de su trabajo. Le dejó un mensaje a Williams para informarle que no podía pagar el programa sin un ingreso fijo y creyó que ahí terminaba todo.

Pero esa noche recibió una llamada de alguien del grupo. Las mujeres habían hablado e iban a contribuir para que Creamer pudiera seguir con sus sesiones de entrenamiento.

“Me senté en mi porche y pensé ‘estas personas no me conocen’”, dice Creamer. “En ese momento, me hice una promesa… si ellas no iban a dejar que fracasara, entonces ¿cómo podría yo hacerlo?”

Creamer se comprometió a 12 semanas más de entrenamiento estilo militar. Cada semana, le resultó más fácil completar el intenso entrenamiento. Continuamente, aumentó sus metas y habló con Williams acerca de los cambios que podía hacer cuando se estancaba. Cuando terminaron las 12 semanas, regresó.

“Cada día que venía, podía verla esforzándose al 100%”, dice Williams. “Eso es lo que la hacía diferente. Cuando te decides, cuando lo tienes en mente y cuando tienes esa actitud, no puedes evitar tener éxito”.

Creamer tambien modificó su dieta. Ella solía comer un tazón de helado cada noche antes de irse a dormir; amaba “todas y cada una” de las comidas fritas, carbohidratos y dulces. Ahora ella come seis comidas pequeñas al día y utiliza un plato de niños para controlar el tamaño de sus porciones.

Su día normal consiste en:

  • Un batido de proteína con avena para el desayuno.
  • Nueces mixtas como una merienda en la mañana.
  • Un sándwich de ensalada de pavo para el almuerzo.
  • Yogur con fruta como una merienda en la tarde.
  • Pollo con vegetales y “carbohidratos buenos” para la cena.
  • Y otro batido de proteína como una merienda después de la cena.

Todas las personas que Williams conoce han bajado una fuerte cantidad de peso tienen una cosa en común, afirma: “Ellos están cansados de estar enfermos y cansados”.

Desde aquel fatídico día en la playa, Creamer ha bajado 65 kilos. Ahora se siente más feliz y positiva que nunca, y esto se evidencia en cada aspecto de su vida.

Le encanta tener suficiente energía como para jugar con sus hijos. Y ha llevado a muchísimos clientes nuevos al programa de Williams. Está decidida a extender sus “abrazos saludables” a otras mujeres que sufren a causa del sobrepeso.

“Creo que éste es mi verdadero propósito, y honestamente, tuve que tocar fondo para entenderlo”, dice Creamer. “Si yo puedo hacerlo, tú también puedes”.