Por Laurence England, especial para CNN
Nota del editor: Laurence England vive en Brighton, Inglaterra, y escribe el blog That The Bones You Have Crushed May Thrill.
(CNN) — Durante el año que ha transcurrido desde que eligieron a Francisco como papa, los medios nos han contado cierta historia sobre este hombre “procedente de los confines de la Tierra”, como él se describió alguna vez.
Nos dicen que Francisco es cálido y amigable, gentil y compasivo. Abraza a los pobres, los desfigurados, los rechazados.
Nos informan que estos atributos hacen un marcado contraste con su predecesor, malicioso, prejuicioso y arrogante, el papa emérito Benedicto XVI, quien se dio a conocer por sus prendas elegantes y su actitud distante y académica.
Si Francisco tiene un atractivo para el pueblo, como cuenta la historia, Benedicto estaba firmemente alejado, en la punta de una torre de marfil muy dentro del Vaticano.
Para muchos católicos, los medios promueven un contraste risible entre ambos papas.
Benedicto tal vez haya sido impopular para el mundo y para muchas de las personas que moldean las opiniones, pero quienes lo amaban como el Santo Padre, quienes escuchaban lo que tenía que decir y leían lo que escribía, conocían a un hombre muy diferente al que caricaturizan cruelmente en los medios.
Recibimos de buen grado la teología y la visión litúrgica de Benedicto; la característica de su papado fue una profunda humildad enraizada en la oración. Siempre fue un caballero. Sus críticas contra las tendencias de la sociedad moderna, que contradicen a las enseñanzas de la Iglesia respecto a la vida, el matrimonio y la familia, se emitieron con lenguaje cortés.
Cuando Benedicto decía algo que probablemente se consideraría ofensivo, a menudo era extremadamente cauteloso con la forma en la que lo decía.
De hecho, tenía mucho más cuidado de no ofender que su sucesor en el trono de San Pedro.
Cada papa tiene su propio estilo de enseñanza, y es obvio que el estilo de Francisco no es la observancia del protocolo y el respeto a las costumbres. Su fortaleza radica en comunicar partes de la fe católica de forma simple, directa y visible.
Su franqueza es una espada de dos filos y algunos de sus discursos y sermones han ofendido a algunos de los partidarios más importantes del papado. Esto, claro, contrasta con la imagen de Francisco como “guía pastoral gentil”. Al revisar los reportes de los medios, me desconcertó la frecuencia con la que el Papa critica a los cristianos y la severidad de sus insultos.
Las conversaciones con los miembros del clero me inspiraron a hacer un compendio de las invectivas papales y le di el irónico título de: The Pope Francis Little Book of Insults (El pequeño libro de insultos del papa Francisco)
Es claro que no es un libro real (esto debería haber sido obvio porque ofrecí un 20% de descuento a cualquier persona que profiriera alguno de los insultos del Papa al cajero de la librería). Más bien es una letanía en línea de frases sorprendentes y a veces incisivas del arsenal verbal de Francisco.
De hecho, estas son algunas de las cosas que el papa le ha dicho a la gente: “cristianos con cara de pepinillos en vinagre”, “cristianos cerrados, tristes y atrapados”, “cristianos derrotados”, “cristianos liquidos”, “cristianos que recitan el credo como loros” y, finalmente, “cristianos de fe diluida y esperanza débil”.
Los católicos que se concentran en las tradiciones de la Iglesia son “momias de museo”, dice el papa. Las monjas que no logran inspirar fe en la Iglesia son “solteronas” y la jerarquía del Vaticano a veces ha sido “la lepra del papado”, en palabras de Francisco.
De hecho, el clero recibe la peor parte de los ataques de Francisco. Ha llamado mariposas “vanas”, idólatras “zalameros” y “magnates-sacerdotes” a algunos. Ha descrito a algunos seminaristas como “pequeños monstruos” en potencia.
El Papa no dijo estas cosas solo para insultar a la gente, desde luego, sino que a menudo trataba de dar a entender algo más importante sobre la clase de Iglesia que quiere encabezar: abierta, piadosa y sin temor.
Pero al mismo tiempo, algunos católicos se han sentido alienados por las críticas de Francisco, como si estuvieran bajo ataque. Al hacer estallar el status quo, a veces puede parecer que el Papa está faltando al respeto a los miembros más fieles de la Iglesia.
Para ser honestos, la reacción a mi “libro de insultos” ha sido variada.
Algunos lectores están tan divertidos que quieren que el libro realmente se publique para poder comprar una copia. Otros están muy indignados de que pudiera haber concebido algo tan “desleal” con el Papa. (Espero que nuestro Santo Padre tenga buen sentido del humor).
También espero que, con el tiempo, los católicos se acostumbren al estilo de enseñanza de este pontífice, aunque contradiga la imagen superficial que los medios muestran de “Francisco, el papa amigable”, como lo llama un conocido sitio web.
Hablando de medios, el papa Francisco no ha excluido a los periodistas de la diversión. ¡En un discurso reciente, los llamó “fomentadores de la coprofagia”!
Si no saben lo que significa, búsquenlo. Pero hagan lo que hagan, no sean quejumbrosos.
Después de todo, de acuerdo con el papa, a nadie le cae bien un “amargado”.
Las opiniones recogidas e