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(CNN) – Hasta medio millón de personas murieron en Indonesia desde 1965 hasta 1966 , como parte de las purgas anticomunistas. Un genocidio que ha quedado, en parte, en el olvido. Pero no para todos.

Un hombre se dispuso a cambiar eso. Con su documental The Act of Killing , Joshua Oppenheimer no sólo se ha ganado una nominación al Oscar a la Mejor Película Documental , pero también ha puesto luz en una de las mayores atrocidades del siglo XX.

Oppenheimer ofrece una perspectiva singular sobre los asesinatos. Él viaja a Indonesia y no se reúne con las víctimas, sino con los autores del genocidio - los hombres que afirman haber matado a decenas o incluso cientos de sus compatriotas. Aparecen tan orgullosos de lo que hicieron que están dispuestos a volver a representar los asesinatos ante las cámaras. A través de la película, Oppenheimer da una idea de la mente de un asesino de masas. El personaje central es Anwar Congo que afirma haber matado personalmente a cerca de 1.000 personas durante las purgas. Anwar enseña a Oppenheimer la técnica que utilizaba para minimizar el derrame de sangre durante sus asesinatos .

Según Oppenheimer, Anwar atravesó una compleja gama de emociones durante el rodaje , ya que se ve obligado a reflexionar sobre lo que hizo.

“Lo que alimenta a Anwar durante todo el rodaje es tratar de negar desesperadamente el horror de lo que ha hecho, para huir de ello. La gloria y el remordimiento resultan ser las dos caras de una misma moneda”.

El asesinato en masa se ​​inició después de que seis generales indonesios fueron asesinados el 1 de octubre de 1965. Un intento de golpe por el Movimiento 30 de septiembre terminó en fracaso y el Partido Comunista de Indonesia (PKI) fue acusado y considerado culpable.

Esto despertó el sentimiento anti- comunista en el ejército y el PKI fue purgado de la vida política, social y militar. Después de eso, todo el que estaba afiliado o sospechoso de estar afiliado al partido comunista o de organizaciones de izquierda se convirtió en un objetivo para la detención, la tortura y el asesinato por escuadrones de la muerte.

Oppenheimer dice que su película ha ayudado a provocar un debate público sobre el tema, y que espera que conduzca a alguna forma de reconciliación.

“Los medios de comunicación son ahora capaces de hablar sobre el genocidio como un genocidio”, dice. “El público es capaz de debatir los vínculos entre la catástrofe de los asesinatos por un lado, y la catástrofe moral del actual régimen que los asesinos han construido”.