Por Sheena McKenzie, para CNN

(CNN) – Pregunta rápida de matemáticas: ¿Qué tiene 78 dedos, 22 brazos y ningún cerebro?

Respuesta: “Z-Machines”, la banda robótica con un sorprendente sonido humano.

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Escucha estas tres piezas con los ojos cerrados y podría ser cualquier grupo de músicos tocando una guitarra, titilando sobre un teclado eléctrico o tocando un tambor.

Claro, hay una cualidad sintetizada a la música, que va desde rock orquestal a experimental, pero ¿qué banda no obtiene un poco de ayuda de las computadoras en estos días?

Abre tus ojos y de hecho encontrarás algo muy distinto.

Para empezar, el guitarrista es un humanoide que está por encima de todos a dos metros de altura, con 78 dedos que pasan sobre los instrumentos resplandecientes, amarrados a su torso.

El robot roquero, llamado March, mueve su impresionante melena de cables multicolores al ritmo de la música, aunque de una manera un tanto torpe.

Sentado un poco más atrás está Ashura, el baterista con 22 brazos que se extienden como un pulpo futurista y que toca cuatro veces más rápido de lo que cualquier humano podría hacerlo.

Y luego está Cosmo, tal vez el miembro más alienígena de la banda, un tecladista con láseres verdes que tocan cada tecla con una precisión milimétrica.

“Las secuencia de imágenes del intérprete robótico son casi como ver a un ser humano quebrado, con un esqueleto de acero y aceite como sangre”, dijo Tom Jenkinson, mejor conocido como el compositor británico “Squarepusher”, que compuso la música para el nuevo EP de la banda mecánica.

“Usar robots tiene una narrativa inquietante asociada con ella, la penumbra entre humanos y robots. Es solo una caja de trucos, pero todavía nos asombra, porque lo vemos como una impresión de nosotros mismos”.

Grande en Japón  

Creado por ingenieros de la Universidad de Tokio, la banda robótica utiliza alrededor de 300 kilowatts de electricidad, lo cual admitió el diseñador, Kenjiro Matsuo: “es una gran cantidad de energía”.

“Simplemente compramos un panel de distribución de energía que tiene un interruptor, ahora muchas personas pueden intentar hacer este tipo de robots en sus casas”.

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Los músicos robóticos hicieron su debut en el escenario en un “Future Party” en Tokio el año pasado, presentando una mezcla musical para la multitud que gritaba.

Chicas con trajes de la era espacial giraban en torno al guitarrista March, cuyo rostro de pantalla destellaba lemas como “¡Fiesta!”.

Cada vez que la audiencia elevaba sus bebidas en el aire, la banda comenzaría a tocar más rápido, en un evento patrocinado por la compañía de bebidas.

¿Música soul?  

Ahora los músicos robóticos están configurados para lanzar un álbum de cinco pistas, con el primer sencillo “Sad Robot Goes Funny”, una canción más melancólica de lo que podrías no esperar de una banda sin corazones.

“¿Pueden estos robots reproducir música que sea emocionalmente atractiva?”, preguntó Jenkinson, quien compuso la canción y ha experimentado con música electrónica en una carrera que ha abarcado dos décadas.

“Es una pregunta fascinante y que he tratado de explorar en este proyecto. Voy a dejar que la gente forme sus propias opiniones”.

Entonces, ¿cómo crear música para una máquina con 78 dedos, que puede tocar una nota cada ocho milisegundos?

“Es solo otra manera de hacer el sonido, pero en este caso lo que es interesante es la estética del instrumento”, dijo Jenkinson.

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“Al igual que cuando se escribe la música para un ser humano, hay ciertas posibilidades y ciertos límites. El guitarrista robot, por ejemplo, puede tocar mucho más rápido que lo que un humano podría alguna vez hacerlo, pero no hay control de amplificación”.

Evolución electrónica  

Si imaginas que este es el inicio de la revolución del robot, no te preocupes, todavía falta mucho para que la gente se canse de los intérpretes de carne y hueso, dijo Jenkins.

“¿Será que el desempeño va a ser menos convincente porque son robots?”, preguntó.

“Para mí, parte de la atracción tiene que ver con escuchar un instrumento que es familiar siendo ‘tocado’ de una manera no común”.

Y detrás de cada músico robot hay un ser humano que le da vida.