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Por Emanuella Grinberg

(CNN) — Escuelas en Estados Unidos están implementando un proceso para ayudar a los niños a lidiar con los fracasos, esto se trata de la “hora genio”.

La “hora genio” es un periodo de 80 minutos cada lunes en el que los niños pueden trabajar en proyectos que ellos escogen.

“Definitivamente es lo más destacado de mi semana”, dice Emily de 12 años, una estudiante que participa en este programa en Illinois. “No es un proyecto que un maestro te asigne, es algo que en realidad te interesa, y te hace aprender en formas diferentes de lo que hacemos el resto del día en la escuela”.

La “hora genio” de su salón se inspiró en la iniciativa del 20% del tiempo de Google, que permite a los empleados dedicar el 20% de sus horas de trabajo a sus propias ideas. El concepto ahora se pone de moda en las escuelas, normalmente enraizados en la idea de proyectos apasionados liderados por estudiantes con un enfoque en crear y compartir.

Los maestros dijeron que es parte de un mayor movimiento en la educación para promover el aprendizaje impulsado por estudiantes, al asegurar que los jóvenes aprendan a pensar por sí mismos. Los educadores en todos los grados piden a los estudiantes que ideen sus propias preguntas, hagan su propia investigación y formen sus propias conclusiones.

Los estudiantes de Nicholas Provenzano en la Preparatoria Grosse Pointe South en Michigan, Estados Unidos, mantienen 20 Time blogs donde publican semanalmente sobre proyectos que van desde documentar Detroit, ser vegetariano, aprender polaco y cómo fabricar camisetas.

Provenzano también se inspiró en conversaciones en Twitter, y lanzó 20 Time este otoño después de un verano de planeación y establecimiento de pautas para los estudiantes. Una clave en su lista de “mandamientos”: “el fracaso ES una opción”.

Los beneficios de aceptar el fracaso

En medio de la presión para aprobar exámenes y tener éxito, permitir a los estudiantes conocer que el fracaso es aceptable les permite tomar riesgos, dice Provenzano.

“Con la hora genio, el fracaso es un resultado aceptable y el énfasis está en aprender del fracaso. Esto permite que el estudiante se impulse y tome riesgos. Los ambientes tradicionales de aprendizaje no apoyan ese enfoque”, dijo.

“Le pregunté a mis estudiantes qué les gustaba sobre este proyecto y las respuestas más comunes fueron que amaban la libertad de explorar cosas que les apasionaban en lugar de solo trabajar en lo que les asignaban los maestros. La libertad es lo que los motiva a explorar grandes ideas y apropiarse de su conocimiento”.

En un área en la que las pruebas estandarizadas dominan las conversaciones de educación, puede ser difícil para los maestros venderles la idea a los administradores, padres e incluso estudiantes. Pero hay mucho que aprender para los estudiantes cuando tienen libertad, dijeron los maestros. Es una hora a la semana en la que el fracaso no solo es una opción; es una oportunidad de aprendizaje.

“Es hacer que los niños aprendan por su cuenta y se conviertan en personas que aprenden toda la vida”, dijo Joy Kirr, maestra de Emily Born en Arlington Heights, Illinois, y una evangelista de la hora de genio. “No van a tener maestros que les ayuden toda la vida. Van a tener que estar por su propia cuenta”.

Vender la idea a los padres

Inspirada en una plática sobre diseñar pensamiento en las escuelas, Kirr comenzó en febrero de 2012 a dedicar un periodo de clase cada semana al aprendizaje impulsado por los estudiantes.

No le dio un nombre; simplemente le dijo a los estudiantes que quería intentar algo diferente para alentar más lecturas. En lugar de asignar libros, los estudiantes escogerían los suyos, y los discutirían con la clase.

Algunos estudiantes estaban emocionados, pero otros estaban confundidos. Dos niñas en realidad lloraron, dijo Kirr.

“Estaban tan acostumbrados a las calificaciones y a que les dijeran qué había que hacer, y creían que los proyectos cuatrimestrales de libros estaban bien”, dijo. “Todo lo que quería hacer era tomar las tareas fabricadas de maestros y hacerlas algo más liderado por estudiantes”.

Esa sesión semanal de lectura abierta evolucionó a tiempo para que los estudiantes trabajaran en proyectos que ellos escogían.

“Al principio, dije, ‘simplemente leamos y compartamos lo que leemos’”, dijo Kirr. Ahora les dice que “lean, estén inspirados en lo que leen, y actúen sobre eso”, una idea que tomó de una educadora de Iowa, Erin Olson.

Con el tiempo, dijo Kirr, reconoció que necesitaba integrar más estructura para mantener a los estudiantes en la tarea. Ahora, la hora de genio incluye conferencias regulares uno a uno, establecer objetivos bisemanalmente y autoevaluación. Antes de completarlo, los estudiantes comparten qué aprendieron en una presentación en clase.

Kirr y un colega trabajan continuamente para asegurarse que los proyectos cumplan con los estándares de currículum de la escuela, especialmente para hacer que los estudiantes sean mejores lectores, escritores, comunicadores y oyentes.

Kirr también aprendió la importancia de educar a los padres tempranamente. Así como la hora genio era extraña para los niños, es incluso menos familiar para los adultos. Kirr reflexiona sobre la hora genio en su blog personal y celebra el progreso de los estudiantes en el blog de su salón.

Incluye actualizaciones en correos electrónicos bisemanales a los padres y ofreció una explicación detallada en una noche de currículum a principios del año escolar.

Allí fue donde le vendió la idea a la madre de Emily Born.

Como madre de tres niños y maestra sustituta, Sara Born se preguntaba cómo Kirr manejaría una sala de estudiantes que trabajan en proyectos diferentes. Pero encontró que el énfasis de Kirr en conferencias uno a uno era tranquilizador, y ha visto la conclusión, dijo.

“La Sra. Kirr describió conferencias con niños, no decirles qué hacer sino guiarlos en la dirección correcta, y permanece fiel a eso”, dijo.

Además, le gusta esa hora genio. La mayoría del tiempo, los estudiantes completan tareas e inmediatamente se olvidan de estas. Debido a que es impulsado por los estudiantes, toman decisiones para basarse en sí mismos.

“A veces, las ideas fracasan y siguen adelante. Tienen que aprender a adaptarse y me gusta eso”, dijo Sara Born.

En un nivel práctico, su hija aprende a tener lluvias de ideas, entrevistar personas, escribir cartas profesionales y recolectar datos; todo con un mayor objetivo que solo completar una hoja de trabajo.

Vender la idea a los estudiantes

Para los estudiantes, la parte más difícil de un proyecto personal es idearlo. Las escuelas no los han entrenado para pensar así, dijeron los maestros.

En el salón de tercero de primaria de Julie Oliver en la Primaria Warner en Spring Arbor, Michigan, mantiene publicadas las expectativas para que todos las vean: “Aprenderé, trabajaré, y compartiré”.

Inspirada por maestros que compartieron sus experiencias en Twitter, Oliver comenzó a experimentar con la hora genio en otoño. Ella y otro maestro idearon una lista de ideas sobre las formas de relieve de Michigan y los símbolos estatales para que los estudiantes investigaran y crearan una presentación.

En la temporada de vacaciones, el tema fue la Navidad, lo que llevó a reportes sobre la Navidad en otros países, nombres diferentes para Santa Claus en todo el mundo y una decoración creada en la tradición japonesa. En enero, los estudiantes idearon sus propios proyectos, lo que llevó al automóvil Pinewood Derby, investigación sobre la niebla de árboles y una casa de muñecas hecha de cartón.

“Aprendí que a veces no tienes suficiente tiempo para todas las cosas que quieres hacer”, dijo Jesse Pratt de ocho años, quien diseñó una canica hecha en la escuela y construida en casa con su padre.

“Creí que resultaría diferentemente, pero en realidad es bastante genial en la forma que resultó”.

Ejecutar los proyectos ha sido una serie de “pasos pequeños”, dijo la maestra Oliver, y hay problemas que solucionar este primer año. Considera mantener una lista de proyectos para los estudiantes que tienen dificultades al idear el suyo. También aprendió cómo ser flexible mientras administra un salón de estudiantes de diferentes horarios. Ojos y manos extra serían útiles, dijo, especialmente para los niños a los que “no les va bien con la libertad”.

Aun así, es alentada por la respuesta de sus estudiantes y cómo “piden” tiempo para la hora genio. Por ahora, se divide entre 45 minutos los jueves y otros 20 los viernes.

“Lo que realmente me gusta es que es impulsada por los estudiantes”, dijo Oliver. “Los niños deciden qué tipo de cosas les interesan y siguen con esto. Son alentados a pensar más allá, a ser creativos, y tomar riesgos. Está bien fracasar e intentarlo de nuevo”.

Kirr de la Secundaria Thomas intentó inspirar a los estudiantes con un video que explica proyectos de 30 días, en los que los estudiantes asumen una tarea o meta y se comprometen a esta durante 30 días.

El video inspiró el proyecto hora genio de Izzy Kurbat: dibujar imágenes 50 días consecutivos basados en una lista de temas que ideó con los compañeros. Una vez que terminó las imágenes, avanzó a su próximo proyecto: escribir una novela basada en parte en el mundo de fantasía que creó en sus imágenes.

A Izzy le gusta el proyecto porque la escuela puede ser “rígida”, dijo, al ofrecer pocas oportunidades de aprender sobre temas de interés para ella, y menores oportunidades para trabajar de cerca con maestros y compañeros. Pero esto todavía es una tarea de la escuela, con objetivos y fechas límite.

“No es como que digas ‘voy a escribir una novela’, y cinco años después no la has terminado”, dijo. “Tienes que hacerlo”.

Su madre dijo que el proyecto impulsó la confianza de su hija en su capacidad artística. Poder seguir su pasión por la fantasía y ciencia ficción en la escuela; y que el proyecto fuera apoyado tan entusiásticamente por su maestra, valida lo que ama, dijo Mary Kurbat.

“Es una hora en la que tu hijo aprende sobre sí mismo, y eso es realmente importante en esta edad, cuando intenta descifrar su lugar en el mundo”, dijo.

“No hay mucha libertad en la educación ahora. Todavía hay mucho énfasis en las pruebas estandarizadas. Esto es un poco de libertad en un ambiente seguro a explorar y empujar a los límites y que no haya malas repercusiones”.