Por Ben Brumfield, Tom Watkins y Josh Rubin

(CNN) — Ivan Lopez, un puertorriqueño de 34 años que participó en la guerra de Iraq, trajo de nuevo el terror a la base militar de Fort Hood, en Texas, luego de que este miércoles por la tarde disparó su arma y mató a tres personas e hirió a 16 más antes de quitarse la vida.

Las autoridades dicen que no han descartado un acto de terrorismo.

“Mantenemos la mente abierta… aún se investiga muy, muy cuidadosamente un posible involucramiento extremista”, dijo el secretario del Ejército, John McHugh, a un comité del Senado este jueves.

Pero la historia de Lopez muestra múltiples problemas de salud mental. El veterano recibía tratamientos por varias condiciones, incluidas depresión, ansiedad y trastornos del sueño, dijo McHugh.

El puertorriqueño tomaba medicinas recetadas como Ambien, que según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos sirve para tratar el insomnio. No había registro ni señales de que Lopez era propenso a la violencia en contra de otros o de él, “así que el plan en curso era monitorearlo y tratarlo como era apropiado”, dijo el secretario.

El soldado había tenido dos tareas, uno de ellos como conductor en Iraq durante cuatro meses, dijo McHugh. “(Sus registros) no muestran heridas, ni participación directa en el combate… o cualquier herida que nos haya hecho investigar alguna herida cerebral traumática”, agregó.

Lopez llegó a la base de Fort Hood con su hija y su esposa hace poco más de una semana.

Parecía una pareja normal, según Xanderia Morris, su vecina. “Ellos sonreían cada vez que veían a alguien”, contó.

El teniente general Mark Milley dijo a la prensa este miércoles que había reportes de una discusión.

“Obviamente están investigando más su historial, cualquier historial psiquiátrico o criminal, sus experiencias en el combate. Todas las cosas que esperan que hagamos se están llevando a cabo”, precisó Milley.

El teniente general aclaró que Lopez pasaba por el procedimiento de diagnóstico de trastorno de estrés postraumático, pero que aún no lo recibía.

Su historial

Lopez había sido parte de la Guardia Nacional en Puerto Rico, la cual dejó para unirse al Ejército de Estados Unidos, dijo este jueves la vocera de la fuerza puertorriqueña, Ruth Díaz.

Llevó a cabo los asesinatos de este miércoles con su propia arma, una pistola Smith & Wesson semiautomática calibre .45 que compró después de llegar a la ciudad de Killeen, donde está ubicada la base Fort Hood.

Llevarla a la base significaba romper las reglas.

“Si tienes armas y estás en la base, se supone que debes registrarte en la base”, dijo Milley. “Esta arma no estaba registrada”.

Además, a las personas no se les permite andar con armas de fuego en una base militar. Están obligados a guardarlas en una armería.

Secuencia de eventos

Alrededor de las 16:00 horas, Lopez entró en un edificio en la base y abrió fuego. Luego entró en un auto, disparó desde el vehículo, se bajó, entró en otro edificio y volvió a disparar.

Entre 15 y 20 minutos mató a tres personas e hirió a 16, todos miembros del Ejército, dijo Milley.  Tres de los heridos estaban en estado crítico este jueves por la mañana. Las autoridades no dijeron si Lopez conocía a sus víctimas.

El tiroteo tuvo lugar en los edificios de la brigada médica y del batallón de transporte. Lopez fue asignado al comando de apoyo logístico 13.

Encerrado

La base, que cuenta con más de 45.000 soldados y cerca de 9.000 empleados civiles, fue asegurada. A las personas se les dijo que podían refugiarse en el lugar.

Cuando las sirenas sonaron, el soldado Dehlan Kay permanecía en su barraca y hablaba en un teléfono. “Estoy bien”, dijo a CNN. “Estoy un poco nervioso sobre lo que está pasando”, añadió.

No saldría hasta dentro de seis horas.

Conocer el nombre

En el departamento de Lopez, la esposa estaba viendo las noticias. Salió llorando, preocupada por su marido, de quien no supo nada en toda la tarde. Pero no tenía idea de que él era el asesino, dijo Morris, la vecina.

“Estoy preocupada, estoy preocupada”, le dijo la esposa de Lopez. “Traté de consolarla y tranquilizarla, le hizo saber que todo estaba bien”, dijo Morris.

Pero no lo estaba. Cuando una estación de televisión local identificó al agresor como Lopez, la esposa se puso “histérica”, dijo Morris.

A las fuerzas del orden les tomó unos 15 minutos para responder a los disparos, dijo Milley.

El tiroteo terminó cuando una mujer policía se enfrentó con Lopez en un estacionamiento; él metió la mano debajo de la chaqueta para tomar su pistola, la puso en su cabeza y se disparó.

Un tiroteo más

El suicidio le dio un final diferente a este tiroteo respecto al último ocurrido en Fort Hood. El mayor del ejército Nidal Malik Hasan sobrevivió después de matar a 13 personas y herir a otros 32, el 5 de noviembre de 2009.

Meses más tarde, este expsiquiatra militar le dijo a un tribunal que estaba en una misión terrorista. Durante una audiencia en junio, dijo que disparó contra los soldados que se preparaban para ser desplegados en Afganistán, una acción de protección miembros destacados de los talibanes.

Hasan fue declarado culpable de 13 cargos de asesinato y 32 cargos de intento de asesinato y un jurado militar recomendó en agosto pasado la pena de muerte.

No de nuevo

“Mi reacción no fue como ‘otra vez aquí no’”, dijo Milley en respuesta a preguntas de los periodistas. “Mi reacción fue asegurarme inmediatamente de que teníamos una lectura de las víctimas. Asegurar inmediatamente el lugar. Buscar inmediatamente a uno o más tiradores”.

Pero otros vieron la conexión.

“Eso fue tan similar, que solo rompió mis fibras sensibles”, dijo el sargento Patrick Zeigler a CNN este jueves.

Zeigler, quien aún se recupera de cuatro heridas de bala en la cabeza y el cuerpo por el tiroteo de Fort Hood de 2009, expresó su sorpresa.

“Es difícil creer que esta gente con la que prestas servicio, que es de tus hermanos en las armas, se vuelva contra ti”, dijo. “Y es increíble que en casa, alguien en el entorno de una base militar se decida a hacer esto”.

Pero los procedimientos de seguridad nunca serán suficientes para disuadir a alguien decidido a cometer tal acto, dijo. “Se necesita a alguien lo suficientemente valiente como para informar de estas personas con el fin de que sea prevenido”.

“Como comunidad, es como si hubieras recibido una patada en el estómago. No puede estar ocurriendo de nuevo”, dijo el alcalde de Killeen, Dan Corbin.

Ninguna comunidad debe tener que pasar por este tipo de violencia nunca, y mucho menos dos veces, dijo John Cornyn, senador estadounidense por Texas.

“Estamos desconsolados de que algo como esto pueda haber sucedido de nuevo”, dijo el presidente Barack Obama, que fue informado por los jefes de la Defensa y del FBI por teléfono mientras viajaba en el avión presidencial.

Fort Hood ha sido resistente antes, dijo el gobernador texano Rick Perry.

Joshua Rubin, Ben Brumfield, Tom Watkins, Dana Ford, Steve Almasy, Nicole Dow, Greg Botelho, Evan Perez, Shimon Prokupecz, Pamela Brown, Brian Todd, Matt Smith, Barbara Starr, Carma Hassan y Devon Sayers colaboraron en este reporte.