Por Nick Glass y Matthew Ponsford
Chamonix, France (CNN) — Desde que era niña, tuve un sueño en el que, si corría lo suficientemente rápido en el suelo, podía elevarme y empezar a volar.
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Ellen Brennan, de 26 años de edad, se despierta. Abre su ventana para ver entre los muchos pinos del Valle Chamonix hasta los picos nevados del Mont Blanc.
Durante seis años, Ellen se ha estado lanzando desde las cimas de montañas, donde lo único que le impide caer como piedra hacia una muerte segura es un ancho traje sintético.
Mira el video:
Ella revisa si hay nubes. Pronto, se dirigirá al “Aiguille du Midi”, una aguja irregular y vertical de granito, donde se enfrentará a su salto más difícil hasta ahora.
Ahí, tendrá sólo 3 segundos para acelerar a 100 mph (160 km/h), girar a la derecha lejos de las rocas y empezar a correr sobre los temibles Alpes debajo.
O … “no hay opción; tienes que empezar a volar”.
Durante el vuelo
En 2006, apareció un video en YouTube que de pronto le dio al mundo su primer vistazo a los paracaidistas modernos en “traje aéreo”.
Lo llamaron “The Flying Dude”, y el clip lo mostraba saltando de un helicóptero a 1.000 pies (304 metros) por encima de la estación suiza de esquí de Verbier.
Mientras muchos antes que él habían intentado saltar de aviones y edificios con alas improvisadas, el traje de “The Dude” era diferente.
Originalmente fue desarrollado por el paracaidista francés Patrick de Gayardon, y funcionaba como un parapente del tamaño del cuerpo: creaba elevación gracias a las aletas del brazo en plano aerodinámico.
Al principio fue utilizado para saltar de aviones, las personas que volaban en trajes aéreos en busca de emociones pronto se reubicaron en helicópteros de vuelo bajo, escarpados acantilados y cimas de montañas.
En el famoso vídeo de YouTube, “The Dude” (cuyo nombre real es Loic Jean-Albert) cae hacia la irregular cresta de la montaña; luego, comienza a planear, y bordea la pista de nieve, a solo unos metros por encima de las cabezas de esquiadores sobresaltados.
El objetivo del juego se había convertido en el “vuelo de proximidad”: descender hasta más o menos dos o tres metros del suelo, a fin de sentir una sensación similar a un ave al rozar las copas de los árboles y bajar en picada a través de acantilados.
Durante el vuelo, las velocidades medias alcanzan los 160kph (124 mph). Es posible llegar hasta 200kph (124 mph).
En el ritmo de vuelo, el más mínimo error o una ráfaga de brisa del valle pueden desestabilizar a un piloto que vuela con traje aéreo.
Aterrizar requiere que los paracaidistas ganen distancia extra del terreno que se encuentra por debajo, antes de tirar de un paracaídas para reducir la velocidad. Puede ser tan peligroso como quemarse los pies en la superficie de la roca.
Entre los participantes del deporte se puede mencionar un pequeño grupo de hábiles paracaidistas acrobáticos y quienes practican el salto base, pero casi todos pueden hablar de amigos que han muerto.
Más o menos uno de cada diez perderá la vida practicando el vuelo con traje aéreo, dicen. Uno de cada veinte, de forma conservadora.
La historia de Ellen
Ellen Brenan llegó a Francia en el 2009, con la esperanza de aprender el idioma y, con el tiempo, convertirse en enfermera en el oeste de África.
Cuando descubrió Chamonix, ella renunció a todo.
Para Brennan, el deporte que se está iniciando ofrece una experiencia como ninguna otra: deslizarse a través de un terreno histórico, más como un ave que como un ser humano.
“Es único. Sabes que estás viendo esa parte del mundo de una manera que nadie más ha visto antes”, dice la neoyorquina de 1,5 metros de altura.
“Cuando aterrizas tienes esta sensación de alivio, logro y satisfacción … has logrado algo que nadie más ha podido hacer hasta ahora”.
Brennan es una de los principales competidores del deporte. Fue la primera mujer paracaidista que recibió una invitación para competir en la inauguración de la Liga Mundial de Traje Aéreo. En carreras cronometradas, ocupó uno de los primeros 8 lugares de la competencia. Esto le otorgó el título de la “mujer voladora más rápida del mundo”.
En un deporte que aún se encuentra en su fase inicial, Brennan se ha convertido en una pionera poco probable. Luego de dominar el paracaidismo acrobático y el salto base poco después de cumplir los 18 años, ella empezó a practicar el paracaidismo con traje aéreo y rápidamente acumuló entre 500 y 600 saltos. Fue la primera en despegar desde muchos de los picos traicioneros del Valle de Chamonix.
Pero Brennan no se asemeja para nada al estereotípico adicto a la adrenalina e inmune al miedo. Ella es una persona realista que admite que a menudo siente miedo, y nunca será demasiado necia como para emprender una caminata solitaria por la montaña si las condiciones empeoran.
En los primeros días, explica Brennan, el peligro número uno era que hubiera un fallo en el equipo. Ahora es no saber cuándo decir que no.
El salto
Luego de una agotadora caminata hacia la cima de Aiguille du Mindi, llegar al punto del salto implica descender en rápel hacia una angosta roca donde apenas hay suficiente espacio para que una persona se coloque de pie. Si Brennan ve hacia su izquierda, hay una caída vertical de 120 metros. A su derecha, lo mismo.
“Tienes que aprender a enfocarte solo en tu cuerpo, a ver solo las cosas que necesitas ver. Si no, es demasiado”, dice.
Envuelta en su traje rosado de ardilla, Brenan aguanta la respiración y comprueba las condiciones del viento y la posición del sol.
“Lo ideal es que veas algunas aves volando por ahí, para que te dé una idea de qué está pasando en el aire”.
“Luego dices: ‘Bueno, esto está bien’”.
Se lanza. Durante dos segundos y medio, la tierra se viene directo hacia ella, cada vez más rápido, por todos lados. Entonces la invade una sensación de feliz aceptación.
Sus alas se inflan y empieza a planear.
Son tres kilómetros hasta llegar al área de aterrizaje, y durante los próximos dos minutos y medio, estará volando.
“Creo que todos sueñan con esto”.
“Yo sigo teniendo esos sueños. Pero ahora involucran trajes aéreos… con cosas que puedo hacer y cosas que en realidad suceden”.