Por Andrea Bartz y Brenna Ehrlich, especial para CNN
Nota del editor:Brenna Ehrlich y Andrea Bartz son las sarcásticas creadoras del blog de humor y el libro Stuff Hipsters Hate (Cosas que los hipsters odian).
(CNN)—¿Qué es lo que aviva nuestra necesidad de ser masoquista en nuestra vida virtual?
La necesidad de escuchar verdades dolorosas sobre nosotros mismos es profunda. En un experimento, el 87% de los sujetos optó por ver una transcripción de otros burlándose de ellos; aunque el 39% admitió que leer esas cosas desagradables haría más mal que bien.
Igualmente profunda y formidable es la necesidad de ser increíblemente desagradable en línea. Los científicos señalan una variedad de razones para esto: el anonimato permitido en internet, la incapacidad de ver el rostro herido de la otra persona y la velocidad vertiginosa de la comunicación que desalienta la reflexión y alienta misivas groseras, ruidosas y a menudo llenas de errores.
Todo contribuye a un internet que a menudo es una frontera malvada, polvosa y sangrienta. WWW también podría ser el significado de Wild Wild West (el Salvaje, Salvaje Oeste).
Si tienes presencia en internet, las personas van a encontrar formas de insultarte, a través de comentarios anónimos o correos electrónicos malvados; realmente, su reproche no tiene límites.
Así que, les preguntamos, ¿por qué demonios induces injurias de las entrañas de tu conexión de alta velocidad? Millones de personas hacen eso, colocándose a sí mismos en posición para ser despellejados por las masas digitales.
Aquí hay tres formas estúpidas en las que las personas están autoflagelándose, además de algunas alternativas más divertidas:
1. Publicar textos ambiguos de personas con las que has salido
El extrañamente adictivo sitio HeTexted.com, permite que los usuarios publiquen los confusos mensajes que les enviaron personas con las que han salido para que la comunidad virtual vote sobre su futuro juntos. (Existen tres opciones: ‘Le Gustas’; ‘No le Gustas’; ‘El Jurado Continúa Deliberando’). Las multitudes son estúpidas. No deberías necesitar consultar una para seguir tu relación.
2. Dejar que las masas digan (o pregunten) algo; anónimamente
Todos estamos obsesionados con nosotros mismos, y todos mataríamos por conseguir una perspectiva subjetiva sobre cómo nos ven otros. Esto no significa que ciertos sitios (como Formspring.com), que permiten que extraños anónimos te digan qué piensan de ti, son algo más que una terrible, terrible idea.
(Y pensabas que la tendencia había terminado con HotorNot.com, que incidentalmente aún existe y ahora es un tipo de sitio de citas repugnante).
Las probabilidades de que tu ego aumente como resultado de elogios virtuales son muy pocas. Y la crueldad sin límites realmente puede lastimar en una forma muy dura.
La opción más benigna: si buscas algunos elogios, comienza a ofrecerlos a tus amigos, o incluso extraños. El choque del centro de recompensas del cerebro por hacer mejor el día de alguien más emitirá un brillo en ti también. O haz un pacto con un amigo para enviarse elogios por mensajes de texto el uno al otro cada día durante una semana. El juego más cálido de la historia, siempre y cuando tu ego no alcance proporciones enormes.
3. Rastrear quién te deja de seguir o deja de ser tu amigo
Desafortunadamente hay muchos programas disponibles para seguir tu conteo de amigos o seguidores y hacer un escándalo cuando uno de ellos intenta escabullirse silenciosa y amablemente.
Oye, tu antiguo seguidor no hace nada malo al cortar los lazos. El problema es cuán personalmente escoges tomarte el pequeño desaire.
En pocas palabras: te ves como un narcisista cuando monitoreas esas cosas; y cuando realmente publicas sobre su uso (“@MyBiggestFan dejo de seguirme:( :(” ).
La opción más benigna: tuitea o publica con una feliz ignorancia. Si realmente debes saber, puedes preguntar amablemente al desertor si hiciste algo para molestarlo.