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Por Saundra Young

(CNN) — Solo tenía 18 años cuando recibió la noticia. Era el verano antes de su último año en la preparatoria.

“Tenía una fiebre de 39 grados centígrados”, dijo Bryan Seth Johnson. “El cuerpo me dolía; no comía, no podía mantener los alimentos. Me sentía débil todo el tiempo”.

Fue al hospital, les dijo que tenía dificultad para tragar y fue tratado por amigdalitis. Pero no tenía amigdalitis.

Johnson tenía el virus de inmunodeficiencia humana, mejor conocido como VIH.

“Básicamente estaba en shock, porque el chico que me transmitió el VIH trabaja en el área de prevención del VIH”, recordó Johnson. “Me borró de Facebook y básicamente cortó toda la comunicación”.

En ese momento, Johnson era analizado por enfermedades de transmisión sexual cada tres meses en SMYAL, una organización dedicada a apoyar a los grupos lésbico, gay, bisexual y transgénero y a cuestionar a la juventud en Washington, Estados Unidos. Johnson dice que generalmente practicó el sexo seguro, pero una vez, cuando estaba bajo la influencia del alcohol, tuvo sexo sin protección.

Aun así, “me negaba en ese momento. Creía que podría ser una prueba falsa”.

Así que se volvió a someter a otra prueba. Recuerda la fecha: 16 de septiembre. El resultado fue el mismo.

“El recorrido hacia la casa en autobús fue tan callado. Aunque había mucho ruido a mi alrededor, bloqueé todo”.

En su casa, no podía decírselo a su madre; su hermano pequeño murió de complicaciones por Sida, dos años antes de que Johnson naciera.

Uno en un millón

En la vigésima Conferencia Internacional de Sida en Melbourne, Australia, esta semana, jóvenes de más de 50 países se reunieron para asegurar que los problemas de su generación fueran escuchados.

Las cifras son bastante sorprendentes.

Mundialmente, cinco millones de jóvenes de entre 15 y 24 años viven con VIH. Representan el 41% de todas las transmisiones nuevas. Aproximadamente a 2,500 jóvenes se les transmite el virus cada día, según Advocates for Youth, una organización que trabaja en Estados Unidos y en países en desarrollo.

En Estados Unidos, el 36% de todos los casos nuevos de VIH son entre jóvenes de entre 13 y 24 años, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) del país. La mayoría de las transmisiones nuevas está entre hombres jóvenes gay y bisexuales.

Sin embargo, solo uno de cada cinco estudiantes de preparatoria que tuvo sexo fue analizado para VIH, según un nuevo reporte de los CDC (PDF en inglés) sobre comportamientos sexuales de riesgo. Aunque la mayoría de los adolescentes sexualmente activos reportó utilizar condones, esas cifras disminuyen, de acuerdo con la médico Stephanie Zaza, directora de la División de Salud Adolescente y Escolar de los CDC.

“Los adolescentes no están conscientes de su riesgo de VIH y de cómo protegerse”, dijo Zaza. “Como padres y profesionales de la salud, y como educadores, necesitamos tener la responsabilidad de ayudarlos a aprender sobre el VIH”.

Sexo seguro o nada de sexo

Brennan Stewart, de 22 años, entiende la importancia de educar a los jóvenes. Fue diagnosticado con VIH a los 16 años. Stewart acababa de realizarse una prueba física rutinaria y una prueba de sangre. Su madre le dio la noticia.

“Mi primer pensamiento fue la muerte. Iba a morir”, recordó Stewart. “Me sentía como, ‘por Dios, soy esta persona sucia. …Contraje algo que va a arruinar mi vida’”.

No está seguro de cómo se le transmitió. Dice que practicó el sexo seguro pero no todo el tiempo. Nunca se enfermó, nunca tuvo síntomas de la enfermedad.

Algunos meses después del diagnóstico, comenzó a tomar medicamentos. Hoy en día, toma una píldora al día y no tiene efectos secundarios. Dice que su carga viral es indetectable.

“Si crees que no puede pasarte, puede pasarte”, dijo empáticamente. “Tienes que analizarte, porque si no lo haces, puedes poner tu vida en peligro, así como la de alguien más”.

Oh, “y protégete”, dijo. “Sexo seguro o nada de sexo”.