Por Sara Cheshire, especial para CNN
(CNN) – Tener que pedir un expansor para el cinturón de seguridad durante un vuelo fue una de las más grandes humillaciones en la vida de Benji Kurtz.
Tampoco podía comprar en las tiendas de ropa populares… la ropa no era lo suficientemente grande. Cuando encontraba ropa que le quedaba, a menudo no tenía opciones de estilos o colores, y únicamente podía comprar los pantalones disponibles en talla 50.
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En su peso máximo, en 2005, Kurtz pesaba 126 kilos. Con una altura de 1,65 metros, padecía de obesidad severa.
Durante varios años, hizo dietas bajas en carbohidratos con las que logró bajar temporalmente de 13 a 18 kilos, pero con el tiempo recuperaba el peso que había perdido. Tampoco vio resultados con las muchas otras dietas que probó. Entonces, por casualidad, se le presentó la solución.
El fin de semana del Día de los Caídos de 2013, Kurtz y su esposa vieron “Forks Over Knives”, un documental sobre la ciencia detrás de la alimentación basada en vegetales. En ese momento, pesaba 117 kilos.
La evidencia científica que se presentó sobre por qué los humanos deberían comer una dieta basada en verduras simplemente le hizo sentido a Kurtz. Fue como si una bombilla se hubiera encendido, explica.
Leyó numerosos libros y vio conferencias en línea para aprender más mientras empezaba a comer de los cuatro grupos de alimentos recomendados por el Comité de Médicos por una Medicina Responsable: frutas, verduras, granos enteros y legumbres (con nueces y semillas). Poco a poco, redujo su consumo de azúcar, sal y grasas.
“Cuando vi la evidencia científica de cómo hemos evolucionado como herbívoros y no como omnívoros, y cuando vi lo bien que mi cuerpo estaba reaccionando a una dieta baja en grasa, basada en alimentos integrales y vegetales, se hizo cada vez más fácil desde ahí”, dijo Kurtz, un emprendedor de 37 años en Atlanta.
La rapidez de los resultados fue estimulante.
No fue solo su peso el que comenzó a reducirse. Su colesterol pasó de 200 a 167. Su presión arterial disminuyó. Las tarifas de su seguro medico también se redujeron tres veces a medida que su salud mejoraba.
Al mismo tiempo, otras cosas aumentaron, como sus niveles de energía y su capacidad de saborear la comida.
“Una vez empiezas a comer de esta forma, tu paladar cambia totalmente”, dijo Kurtz. “Le sientes a la comida el sabor que esta debería tener en primer lugar. Es como si le hubieran quitado una capa a tus papilas gustativas”.
También descubrió que podía comer la cantidad que quisiera de los alimentos adecuados, cuando quisiera, y no subir de peso. Su nueva forma de comer parecía más abundancia que privación.
En el desayuno, comía avena y tomaba licuados de fruta con leche de almendra. Para el almuerzo o la cena, sus alimentos favoritos eran vegetales al vapor con un condimento de queso tipo parmesano, chili de lentejas rojas, papas horneadas, macarrones vegetarianos y sopa de arvejas con queso. Si le daba hambre entre comidas, sus meriendas eran nueces sin sal y sin tostar, fruta o pudín de chía preparado con leche de almendra.
Después de un año y un día de su nueva dieta, Kurtz ha logrado bajar 45 kilos. Ahora pesa 62, usa talla 31 de pantalón (19 tallas más pequeñas que cuando estaba en su peso máximo) y usa camisas talla pequeña.
La historia de Kurtz no es poco común, dice el doctor John McDougall, un médico de California que ha estudiado el efecto de la nutrición en enfermedades durante 30 años y que respondió a las preguntas que Kurtz tenía sobre la dieta durante su transformación. Después de alejar a la gente de la dieta estadounidense alta en grasas y llena de carnes y productos lácteos, McDougall dice haber visto pacientes que bajaron de peso, dejaron de padecer de estreñimiento y redujeron sus niveles de colesterol.
Una de las mayores claves para obtener estos resultados, dice, es entender que los humanos siempre han sido principalmente consumidores de almidón; los almidones no son malos. La pasta, los frijoles, el arroz, el maíz y las papas son alimentos que satisfacen al cuerpo y pueden ser alternativas a la carne y los productos lácteos.
“Las personas piensan que van a morir de hambre si no se comen una hamburguesa”, dijo McDougall.
McDougall continuó diciendo que el marketing de la carne y los productos lácteos ha sido tan efectivo que a menudo asociamos el calcio con los productos lácteos y las proteinas con la carne, cuando, segun él, es bastante fácil obtener esos nutrientes a partir de una dieta natural y vegetariana.
Kurtz atribuye su facilidad para pasar a esta dieta basada en verduras al hecho de que vive cerca de una abarrotería donde podía comprar alimentos saludables y a que trabaja en casa, por lo que cocinar era más fácil. También encontró una tranquila piscina interior con un personal amable, donde nada más o menos 20 vueltas de seis a siete días a la semana.
“No se me antojan las comidas que ya no como. No me voy a acostar con hambre. La vida es mejor en todo sentido”.