(CNN) – Hay premios de arte, y está el premio Turner, el rebelde de los premios de arte contemporáneos.
Fundado en 1984, el premio Turner fue diseñado para promover el debate sobre el arte en Gran Bretaña al celebrar las obras más extraordinarias hechas por un artista británico cada año. Luego de treinta años, es famoso tanto por su prestigio, como por provocar el debate con nominaciones que causan divisiones.
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Pero la controversia que rodea a ciertas obras (nominadas al premio Turner o no) dice tanto sobre el público como sobre los artistas.
Madre e hijo (Divididos) (1993), Damien Hirst
La obra ganadora de Damien Hirst “Madre e Hijo (Divididos)”, una vaca y un ternero bisecados y conservados en formol, fue una sensación en los tabloides.
Piss Christ (1987), Andrés Serrano
Históricamente, la readaptación de la iconografía religiosa ha sido la manera infalible de escandalizar debido a los perdurables tabúes culturales. Cuando Andrés Serrano exhibió su “Piss Christ”, la fotografía de un crucifijo sumergido en la orina del artista, fue ampliamente considerado una falta de respecto para los cristianos. Finalmente mereció la condena de los senadores conservadores y desató discusiones sobre el asunto de la financiación del arte público. Veinticuatro años más tarde, los integristas católicos franceses destruyeron una reproducción de la foto que estaba en exhibición en Avignon.
Aunque Serrano (un cristiano) al principio dijo que la obra no tenía una motivación política específica, desde entonces ha sugerido que el objetivo era destacar la constante degradación de la imagen de Cristo, y la hipocresía de aquellos que retuercen las palabras de Cristo para adecuarlas a sus propios fines.
Myra (1995), Marcus Harvey
El retrato de Marcus Harvey de 1995 de la asesina de niños Myra Hindly causó agitación cuando fue exhibido en la Real Academia de Arte en Londres en 1997. El retrato, hecho con impresiones de las manos de un niño, creó una desagradable yuxtaposición entre el atroz crimen de Hindly y la inocencia asociada a la juventud.
Manifestantes le lanzaron huevos y tinta en el primer día de su exhibición (acertadamente titulada “Sensación”), y la propia Hindley escribió una carta desde la prisión implorando a los organizadores que la quitaran de las exhibición porque mostraba “una absoluta ignorancia no solo del dolor emocional y el trauma que inevitablemente experimentarían las familias de las víctimas de los moros, sino también las familias de cualquier víctima infantil”.
La Santísima Virgen María (1996), Chris Ofili
La “Santísima Virgen María” de Chris Ofili, una virgen negra rodeada de recortes de revistas pornográficas y estiércol de elefante, fue recibida con indignación semejante, incluyendo el escarnio público del ex alcalde de la ciudad de Nueva York, Rudy Giuliani y de Hillary Clinton, cuando ganó el premio Turner en 1998. Lo que se vio simplemente como otro intento blasfemo de provocación en realidad fue una fuerte perspectiva de la degradación de la mujer negra en la sociedad moderna. (Al igual que Serrano, él también se inspiró en el cristianismo, ya que él mismo fue criado en un hogar religioso).
Lo que diferencia a la controversia relacionada a los premios Turner, es el impacto financiero positivo que puede tener sobre la carrera de un artista, gracias a la elevada reputación de los premios en el mundo del arte. “Sea cual sea la cantidad que están recibiendo (como premio), es una gota en el océano en comparación con el dinero que van a hacer después de eso”, dice Alexandra Kokoli, una profesora destacada de la cultura visual para las bellas artes en la universidad de Middlesex de Londres. “Definitivamente les garantiza una mayor distinción y mejores precios en las subastas, estén interesados en eso o no”.
Mi cama (1998), Tracey Emin
Sin embargo, la mala fama tiene un lado negativo. Aunque la instalación “Mi cama” de Tracey Emin, nominada al premio Turner, (con todo y un cenicero lleno de cigarrillos, calzones sucios y condones usados) llegaría a venderse por más de 4 millones de dólares en una subasta, hay quienes aún consideran su éxito ilegítimo por la controversia que ha rodeado a su obra, y la celebridad que ha inspirado.
“Emin no es alguien que se preocupe más por sus finanzas, y eso es mucho decir de un artista contemporáneo… pero la gente supone que está sobrevaluada en varias formas”, dice Kokoli. “Es alguien muy envidiada por su éxito, ya que las personas del mundo del arte y otros artistas sienten que ha tenido mucha mayor exposición de la que merece”.
Arco inclinado (1981), Richard Serra
Un artista no tiene que abordar temas de sexualidad o religión para dar lugar a la indignación del público. “Arco inclinado”, una pared de metal instalada por Richard Serra en una plaza de Manhattan en 1981 con el tiempo fue eliminada porque el público pensaba que no era más que una molestia perturbadora. En 2003, la “Obra no. 227” de Martin Creed (una habitación en la que una luz se encendía y apagaba cada cinco segundos) también recibió duras críticas cuando ganó el premio Turner en 2001.
“Lo que más molesta a las personas, lo reconozcan o no, es esa noción de desprofesionalización, que las personas están haciendo dinero a partir de nada”, dice Kokoli. “Existe una gran ansiedad en contra de un cierto tipo de conceptualismo que parece estar completamente basado en una idea artística, y cuya ejecución como obra de arte no requiere de ninguna de las habilidades artísticas y técnicas tradicionales”.
La Fuente (1917), Marcel Duchamp
Los argumentos en contra de la desprofesionalización no son nuevos. La Sociedad de Artistas Independientes se negó a incluir la obra “La Fuente” de Marcel Duchamp, un pionero del dadaísmo, que consistía en un orinal colocado al revés, en una exhibición a pesar de que su constitución requería que aceptara todas las propuestas de los miembros. “La Fuente” y otras piezas a las que llamó “readymades” (su término para un objeto cotidiano que se presenta como arte), generó discusiones modernas sobre qué es verdaderamente una obra de arte y, en consecuencia, quién es un verdadero artista.
Olympia (1863), Édouard Manet
Lo que es controvertido hoy en día podría no serlo mañana. Mientras el desnudo de una mujer era en ese entonces un tema común para los pintores, incluso los espectadores ilustres quedaron escandalizados por “Olympia”, de Édouard Manet. La expresión casi desafiante de la supuesta prostituta, dirigida al espectador o a un cliente inesperado, y la sexualidad ocasional eran consideradas pornográficas en aquel entonces.
Las señoritas de Avignon (1907), Pablo Picasso
Casi 50 años antes, la obra “Las señoritas de Avignon” de Pablo Picasso, que mostraba prostitutas en un burdel en Barcelona en lo que en ese entonces era un estilo radical del pre-cubismo, fue considerada escandalosa y obscena por las mismas razones. La idea de que una mujer descaradamente mostrara su sexualidad de esa manera aún era inconcebible.
“Sorprendentemente, la sexualidad femenina sigue ocasionando problemas hoy en día. Simplemente es otro lado de la cultura sexista”, dice Kokoli.
Madame X (1883-84), John Singer Sargent
Es difícil creer que la obra “Madame X”, quien aparece totalmente vestida, de John Singer Sargent haya escandalizado alguna vez. Pero cuando fue vista por primera vez, los espectadores se opusieron a la piel mortalmente pálida (demasiado mórbida), al escote y a lo escueto de su vestimenta (el original tenía un tirante caído, el cual volvieron a pintar más adelante), y al hecho de que quien aparecía en el cuadro, Virginie Amélie Avegno Gautreau, era una conocida socialité de la época. En vez de alterar la imagen para esconder la identidad de Gautreau, Sargent la pintó exactamente como ella era.
Desde entonces, las sensibilidades públicas y las actitudes hacia el éxito han progresado hasta el punto en el que estas obras, para la mayoría, han perdido la capacidad de provocar indignación.