Por Jacopo Prisco

Dublin (CNN) — Ésta es una prueba más de que ahora puedes imprimir cualquier cosa en 3D: una compañía llamada Natural Machines ha introducido una impresora 3D para comida.

“Foodini”, como se le llama, no se diferencia demasiado de una impresora 3D tradicional, pero en lugar de imprimir con plásticos, hace uso de ingredientes comestibles que obtiene de cápsulas de acero inoxidable: “Es la misma tecnología”, dice Lynette Kucsma, cofundadora de Natural Machines, “pero con los plásticos hay solo un punto de fusión, mientras que con los alimentos hay diferentes temperaturas, consistencias y texturas. Además, la gravedad trabaja un poco en nuestra contra, ya que los alimentos no mantienen la forma tan bien como el plástico”.

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En la conferencia de tecnología Web Summit en Dublín, el emprendimiento con sede en Barcelona tiene la máquina en exhibición y afirma que es la única de su clase capaz de imprimir un amplio rango de platillos, dulces y salados.

“En esencia, se trata de una planta de fabricación de mini alimentos reducida hasta el tamaño de un horno”, dijo Kucsma, señalando que por lo menos en la etapa inicial, la impresora estará orientada principalmente a los usuarios profesionales de la cocina. Luego, lanzarán una versión para los consumidores, a un precio de venta al por menor de más o menos 1.000 dólares.

En principio, la impresora Foodini parece ser la máxima asistencia para la holgazanería: pulsa un botón e imprime tus ravioles. Pero Natural Machines rápidamente señala que la impresora está diseñada para ocuparse solo de las partes difíciles y las que más tiempo requieren en la preparación de alimentos, y que además son las que disuaden a las personas de cocinar en casa. También afirman que promueve el consumo de alimentos saludables al requerir ingredientes frescos antes de realizar las impresiones.

Sin embargo, la compañía está trabajando con importantes fabricantes de alimentos para crear cápsulas plásticas pre-empacadas que puedan ser ingresadas a la máquina para preparar la comida. Aseguran que dichas cápsulas no tendrán conservantes y que su vida útil se limitará a cinco días.

El proceso de impresión es lento, pero es más rápido que las impresiones normales en 3D. Aparte de que puede crear diseños complejos, como decoraciones muy detalladas para pasteles o alimentos dispuestos en formas inusuales, la impresora Foodini podría resultar útil para las recetas que requieren precisión y destreza, como la pizza hecha en casa o la pasta rellena.

Actualmente, el aparato solo imprime los alimentos. Luego, estos deben ser cocinados como de costumbre. Sin embargo, un modelo futuro también cocinará la preparación y el producto estará listo para comer.

La idea también viene acompañada de un elemento social. “Hay una pantalla táctil al frente que se conecta a un sitio de recetas en la nube, así que es un aparato de cocina conectado al Internet de las cosas”, dijo Kucsma. Los usuarios también podrán controlar el dispositivo de forma remota utilizando un teléfono inteligente, y compartir las recetas con la comunidad.

Esto sucederá siempre y cuando las personas no rechacen la idea de comer alimentos impresos. “Hemos hecho pruebas y a todos les ha gustado la comida”, explica Kucsma. “Considera por ejemplo, el horno de microondas: en los años setenta, las personas le tenían un poco de miedo. Pensaban que la comida podría resultar envenenada por la radiación o algo, pero si ves 30 años más tarde, hay un microondas en todos los hogares. Aquí tenemos comida real, con ingredientes frescos; simplemente la preparamos haciendo uso de una nueva tecnología”.

La compañía está completando una ronda de financiamiento y planifica empezar la fabricación en masa en el segundo semestre del próximo año.