Por Jordan Bissell

(CNN) — Danyeil Durrant tenía 10 años cuando empezó a hacer dieta. No tenía ni idea de que estaría luchando con sus hábitos alimenticios durante las tres décadas siguientes.

En 2012, luego de años de alternar entre hacer dietas y darse gustos, Durrant había pasado de ser una “niña regordeta” a una mujer con obesidad mórbida. La procuradora de 1,57 metros de altura, residente de Sebastian, Florida, pesaba 164 kilos.

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Había dejado de ir a parques de atracciones y conciertos porque no cabía en los asientos, no podía caminar sin dolor de rodillas y no podía subirse a su auto sin quedarse sin aliento. En los aviones, debido a que era demasiado grande para los asientos de clase económica, tenía que volar en primera clase e incluso utilizar un extensor de cinturón de seguridad. Tomaba duchas porque ya no podía levantar su cuerpo de la bañera.

El doctor de Danyeil Durrant le dijo que sus niveles de colesterol estaban tan mal, que “yo iba a sufrir un ataque al corazón en los próximos 10 años si no hacía un cambio en mi estilo de vida”.

Además de la carga física, su autoestima estaba por los suelos.

“Pasé 30 años de mi vida pensando que si tan solo pudiera bajar de peso, entonces podría empezar mi vida, entonces formaría parte del equipo de animadoras, entonces podría tomar esas vacaciones, entonces conocería al hombre de mis sueños, etc.”, dijo Durrant. “Nunca sentí que yo fuera suficiente”.

Durrant, quien ahora tiene 41 años, atribuye el hecho de haber subido de peso a las dietas que hizo a una edad tan temprana.

“Esto me enseñó que la privación era la única forma de bajar de peso y que la comida era mala”, dijo. “Pensaba que era más gorda de lo que realmente era, y nunca desarrollé una autoestima saludable”.

Ella se sentía inútil; sabía que su vida estaba en riesgo, pero no sabía cómo cambiar.

El 3 de agosto de 2012 marcó el inicio de su nueva vida. Esa noche, se encontraba en una cena por el cumpleaños de su hermana, “atiborrándose de la comida más grasienta posible”, cuando su hermana mencionó que se había unido a Weight Watchers y le estaba yendo bien.

A la mañana siguiente, Durrant se unió a Weight Watchers con su mejor amiga y nunca volvió atrás. A través de el programa de puntos de la compañía, ella aprendió a crear un menú equilibrado. Se dio cuenta de que el sistema no era tan restrictivo como otras dietas y le permitía disfrutar alimentos como carnes, siempre y cuando las comiera con moderación.

Durrant dejó de comer comida rápida y eliminó las gaseosas de su dieta. Comenzó a apreciar (y con el tiempo, a amar) las frutas y verduras.

Lo más importante es que eliminó gran parte de la culpa al darse cuenta de que comer algo que no era saludable no equivale al fracaso.

“Antes, si comía un alimento que no era de dieta, pensaba que lo había arruinado todo y dejaba de hacer cualquier dieta que estuviera haciendo”, dijo Durrant. “Ahora sé que puedo darme un gusto ocasionalmente, asistir a celebraciones, ir a restaurantes… porque he aprendido a elegir alimentos saludables a donde quiera que voy”.

En el proceso, bajó 68 kilos.

Durante los primeros meses, las lipoproteínas de baja densidad, o LDL, de Durrant bajaron 37 puntos a medida que hacía cambios más positivos en sus hábitos alimenticios y pasaba más tiempo en el gimnasio. Este cambio en su salud fue un hito importante en prevenir un ataque al corazón que según el doctor, era una amenaza real. Pero Durrant no había terminado de hacer cambios.

Desde el inicio, ser fuerte físicamente era tan importante para Durrant como bajar una gran cantidad de peso.

En enero de 2014, estableció el propósito de Año Nuevo de ir al gimnasio todos los días durante un año. Hasta ahora, lo ha cumplido.

“Aunque esté fuera de la ciudad, me aseguro de ir al gimnasio antes de salir, o me apresuro a regresar para ejercitarme antes de la media noche”, dijo. “Siento que nada me puede detener”.

Además, Durrant usa el equipo que tiene para ejercitarse en casa: un saco de boxeo, una silla para hacer abdominales, pesas para manos, pesas rusas y DVD de ejercicios. Ella trata de hacer más o menos 8 kilómetros de cardio todos los días; además, hace pesas para el tronco y la parte inferior del cuerpo. Hace poco, descubrió su pasión por el levantamiento de pesas y las prensas de pierna.

“Estoy muy orgullosa de mis músculos”, dijo. “Los veo fijamente todo el tiempo”.

Joe Goshen, el novio de Durrant, ha sido su mayor animador. Él dijo que siempre ha sido hermosa, pero que “ahora tiene un millón de sonrisas distintas, cada una más hermosa que la anterior”.

Durrant pesa 96 kilos y usa ropa talla 12. Su meta máxima es pesar “68 kilos de músculo”.

Aunque la apariencia de Durrant es la que ha cambiado de manera más radical, también le gusta reconocer los cambios internos.

“No le tengo miedo a lo que la gente piense de mí. No le tengo miedo a las situaciones sociales”, dijo. “Básicamente, no tengo miedo”.

Ella dijo que su recién descubierta confianza en sí misma realmente le ha ayudado a enfocarse hasta en el momento más pequeño.

“Cuando llega el fin de semana, me levanto junto con los pájaros, lista para salir de casa y hacer que cada momento cuente, en lugar de quedarme acostada sin energía, comiendo y viendo televisión”.

Durrant decidió crear una página de Facebook llamada “Get Down with Dani”. para inspirar a otros y rendir cuentas sobre sus objetivos de pérdida de peso.

“He tenido el placer de conocer a las personas más fuertes que conoceré alguna vez”, dijo. “Han estado conmigo en cada etapa del proceso, y me han permitido inspirar y motivarlos para que inicien sus propios viajes hacia la pérdida de peso”.

Al inicio, Durrant dijo que retó a sus seguidores a que se ejercitaran con ella todos los días durante un mes, y más de 300 personas se unieron para alcanzar esa meta.

“Ahora, tengo un grupo de desafío con miles de mujeres y unos cuantos buenos hombres. Todos ellos participan en el programa ‘Down with Dani’ y se emocionan con cada desafío nuevo que les doy”, dijo. “Hemos hecho que bajar de peso sea divertido”.

Ella dijo que ser la que está inspirando o motivando a otros es un sentimiento increíble, cuando hace dos años “lo único que quería hacer era esconderme en un rincón y llorar”.

“Mi lucha con la obesidad es lo único en lo que siempre fracasé en la vida”, dijo. “Convertirte en una inspiración en lo que fue tu mayor fracaso no tiene precio”.