Por Sheena McKenzie

(CNN) — La doctora Ellen Stofan está inmersa en una conversación con un periodista cuando, incapaz de contenerse más, un asesor con el teléfono triunfalmente en alto, grita: “Rosetta… ¡ha aterrizado!”

“Maravilloso”, sonríe Stofan, y el puñado de reporteros reunidos en una sala de conferencias en el University College de Londres celebra con emoción en sus asientos.

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Apenas se posa la sonda sobre la superficie de un cometa a 498 millones de kilómetros de la Tierra, y una de las grandes mentes científicas ya está hablando del próximo hito cósmico de la humanidad.

Stofan quiere hacer que un hombre aterrice en Marte para mediados de la década de 2030.

O más bien, “hacer que un humano aterrice en Marte”, me corrige la madre de tres con una sonrisa irónica.

“En cierto sentido, es nuestro destino ir más allá de este planeta, y Marte es la elección lógica”, dijo la geóloga de 53 años de edad.

“Es un lugar donde los humanos podrían vivir y trabajar, no al aire libre, pero con modificaciones que no son demasiado radicales”.

Ciertamente, puede que la vida en el “Planeta Rojo” ya no sea solo material de ciencia ficción.

“Marte es el otro cuerpo en el sistema solar en el que probablemente descubriremos que la vida ha evolucionado”, dijo Stofan.

“Así que poder tener un laboratorio en Marte, poder tener algún tipo de presencia humana sustentada en Marte en el futuro es, en mi opinión, de importancia fundamental para la ciencia”.

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Próxima parada: Marte

Sobrevivir un viaje de ocho meses a Marte es una cosa… permanecer con vida una vez ahí es algo muy distinto.

Los astronautas enfrentarían altos niveles de radiación; “aún no hemos encontrado cómo protegerlos adecuadamente”, dijo Stofan.

La atmósfera delgada también complicaría el aterrizaje, particularmente para una pesada nave espacial que transporta equipo y personas.

“Si piensas en la cápsula Apolo entrando a la Tierra con un paracaídas, la atmósfera de Marte simplemente es tan delgada que tienes que encontrar la forma de reducir tu velocidad verdaderamente rápido”, explicó Stofan, quien es hija de un ingeniero de la NASA y vio su primer lanzamiento de cohete a los cuatro años.

En aquel momento, el lanzamiento no tripulado explotó estrepitosamente, y dejó una marca en la pequeña niña que décadas más tarde tiene la mirada puesta en una misión a Marte.

La hazaña interplanetaria está más relacionada a descubrir los secretos de la Tierra de lo que te imaginas.

“Al poder comparar la Tierra con Venus, con Marte y estudiar estos mismos procesos increíbles en todo el sistema solar… de pronto adquieres más inteligencia en relación a tu propio planeta”, explicó Stofan.

“Si eres doctor y solo tienes un paciente, nunca entenderás verdaderamente el avance de la enfermedad. Necesitas muchos pacientes, y los científicos aprenden más sobre la Tierra al estudiar muchos planetas”.

Realidad de la ‘Guerra de las galaxias’

Pero con tantos problemas terrenales, ¿realmente trae cuenta asignar presupuestos de miles de millones de dólares al cielo?

“Sabes, realmente estamos gastando ese dinero aquí en la Tierra”, dijo Stofan.

“Obtenemos una maravillosa tecnología derivada del trabajo que ha hecho la NASA”, añade, enumerando todo desde dispositivos de punta alar de los aviones, hasta sistemas de control del tráfico aéreo y equipos para medir el cambio climático.

La ciencia ficción se hace realidad en el laboratorio de la NASA, ya que la esfera que flotaba en “La guerra de las galaxias” (los fans recordarán que Luke Skywalker la utilizaba durante el entrenamiento con el sable de luz) sirvió de inspiración para los dispositivos de la vida real a bordo de la Estación Espacial Internacional.

“Piensa en estas cosas que solías ver en la televisión, y eran material de ciencia ficción, como los comunicadores en Star Trek… bueno, ahora en realidad los tenemos”, dijo Stofan.

“La exploración del espacio nos impulsa a decir ‘estas son cosas que soñábamos, pero ahora podemos hacerlas realidad’”.

Marvin el marciano

¿Eso significa que ella también cree en la vida inteligente?

“Creo que tiene que estar en el universo… qué tan fácil de encontrar será, esa es otra pregunta”, dijo Stofan.

“Según las estadísticas, cada vez que ves una estrella posiblemente estés viendo un sistema planetario. Si haces números, hay miles de millones de estrellas, así que con el tiempo llegarás a decir que existe otro cuerpo donde la vida podría haber evolucionado a un nivel bastante sofisticado”.

“Ahora, ¿creo que nos van a visitar y a cambiar los patrones de cultivos de las personas? No. Si fueran lo suficientemente inteligentes como para venir aquí, lo sabríamos”.

¿Asunto de mujeres?

Como una mujer que trabaja en la NASA, en ocasiones es Stofan quien se siente como un extraterrestre en la habitación, y admite lo siguiente: “Tuve que trabajar cuatro veces más, para que me tomaran en serio en un 50 por ciento”.

“Aún entro a la mayoría de reuniones, veo a mi alrededor y de pronto registro la proporción de hombres a mujeres… las mujeres por lo general conforman del 10 al 20% de cualquier habitación en la que me encuentro, en el mejor de los casos”.

Es una proporción que concuerda bastante con las mujeres que trabajan en los sectores STEM (ciencia, tecnología, ingeniería, matemática) en Estados Unidos, y Stofan habla apasionadamente sobre la necesidad de poner “todas las manos a la obra”.

“Cuando tienes problemas como tratar de llevar humanos a la superficie de Marte, si no tienes a las mejores mentes del mundo (no solo hombres blancos), entonces no estás utilizando a la humanidad de la manera en que deberías”.

Hacer que un humano aterrice en Marte inspiraría a una nueva generación de científicos, personas que no hemos visto desde la misión Apolo hace 45 años, dice Stofan.

“Se trata de un gran esfuerzo humano internacional, ya que todas las naciones del mundo están poniendo la mirada más allá de la Tierra para explorar un nuevo planeta, un nuevo mundo”.

“Y lo estamos haciendo juntos”.