Por Maeve Reston Stephen Collinson, CNN

(CNN) – El presidente Barack Obama, quien alguna vez pronunció la célebre frase “no hay un Estados Unidos negro y un Estados Unidos blanco”, de nuevo está tanteando el terreno para retomar un inestable debate en relación al racismo, el cual presenta nuevas evidencias sobre las fuertes divisiones de la nación.

El primer presidente afroamericano se enfrenta a los delicados temas de la justicia y la discriminación luego de que esta semana se reanudara la violencia en Ferguson, Misuri. Ésta se desencadenó por la decisión del gran jurado de no procesar a un policía blanco que disparó y mató este verano a Michael Brown, un joven negro. Estos temas no se le dejan de presentar a Obama, a pesar de que existía la esperanza de que su elección conduciría a una era post-racial.

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El martes por la noche en su ciudad natal de Chicago, Obama trató de dominar un acto de equilibrio que se ha convertido en algo demasiado familiar durante sus casi seis años en la Casa Blanca, al reflexionar sobre la experiencia afroamericana mientras se mantiene en pie a través del sistema legal. Le ofreció consuelo a los indignados por la decisión del gran jurado, mientras que se identificó con el horror de los saqueos e incendios de los negocios en los suburbios de St. Louis.

“Si una parte de la comunidad americana no se siente bienvenida o tratada de manera justa, eso es algo que nos pone a todos en riesgo”, dijo Obama.

Sin embargo, agregó que “nada bueno resulta de los actos destructivos. No siento ninguna simpatía hacia aquellos que piensan que lo que sucedió en Ferguson es una excusa para la violencia”.

No fue tanto la retórica de la figura política trascendente que habló elocuentemente sobre la raza durante su primera campaña, y tampoco fue el apasionado presidente que reaccionó de manera tan personal a consecuencia de la muerte del adolescente Trayvon Martin de Florida. En lugar de eso, Obama se comprometió a dirigir un diálogo nacional sobre la raza y abordar la creencia profundamente arraigada en muchas comunidades de color con respecto a “que nuestras leyes no siempre se aplican de manera uniforme”.

Los comentarios de Obama reflejan su renuencia a tomar partido o emitir juicio sobre la decisión del gran jurado y es un intento por evitar aumentar la agitación racial. Pero también muestran su lucha por hablar sobre la raza de una manera en la que logre conectarse con todos los estadounidenses.

El presidente “está siempre en un sube y baja de no querer realmente inclinarse demasiado lejos en esta dirección o en esa dirección”, dijo Julian Bond, un activista de los derechos civiles y presidente emérito de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, por sus iniciales en inglés). “Él no quiere ser el presidente negro. Él quiere ser el presidente, y eso lo limita muchísimo. No creo que alguna vez logre superar eso”.

Su enfoque hacia Ferguson contrasta con sus observaciones del año pasado después de que George Zimmerman fuera absuelto en 2012 después de matar a tiros a Martin, de 17 años de edad. En ese momento, Obama relató sus propias experiencias como un hombre negro en términos profundamente personales.

“Cuando Trayvon Martin acababa de ser muerto a tiros, dije que podría haber sido mi hijo”, dijo Obama. “Otra forma de decir que Trayvon Martin podría haber sido yo hace 35 años”.

Y continuó: “Hay muy pocos hombres afroamericanos que no han tenido la experiencia de caminar por la calle y escuchar las cerraduras de las puertas de los carros cerrándose. Eso me sucedía, o al menos antes de convertirme en senador”.

Él se mostró más cauto el lunes considerando que al principio la violencia se intensificó, y diciendo que la nación había logrado “un enorme progreso en cuanto a las relaciones raciales”.

“He sido testigo de eso en mi propia vida, y creo que negar ese progreso sería negar la capacidad que tiene Estados Unidos para cambiar”, dijo.

Obama ha tratado con cautela los asuntos raciales desde que irrumpió en la escena política nacional en 2004 como senador del estado de Illinois, pronunciando un electrizante discurso en la Convención Nacional Demócrata de ese año. La victoria de su reunión electoral del 2008 en el estado de Iowa con una gran mayoría blanca, le abrió el camino hacia la presidencia. Posteriormente, hablaría con orgullo acerca de sus “imponentes victorias en los estados con algunas de las poblaciones de más personas blancas en el país”.

Pero más adelante en el 2008, tuvo que enfrentar el problema de manera más directa en medio de un intenso debate acerca de las observaciones agitadoras de su entonces pastor, Jeremiah Wright. Él respondió con un discurso en Filadelfia en el que Obama dijo que las ideas de Wright denigraban la “grandeza y la bondad de nuestra nación”, y con toda razón ofenderían “tanto a blancos como a negros”.

El tema de la raza seguiría siendo un trasfondo desagradable durante toda la campaña y después de ella, en particular cuando sus ayudantes tuvieron que enfrentar reclamos por los teóricos de la conspiración conservadora respecto a que el presidente no había nacido en Estados Unidos. Esa controversia solo se desvaneció cuando él presentó un documento certificando su nacimiento ante los reporteros. (Activistas conservadores y del Partido del Té refutaron la idea de que sus vehementes críticas en contra del presidente tuvieran que ver con asuntos raciales).

Durante cinco años después del discurso fundamental de Obama sobre la raza en Filadelfia, él intentó evitar los temas raciales hasta que se encontró con el polémico caso del profesor de Harvard, Henry Louis Gates, Jr., quien fue arrestado en su domicilio en 2009.

Obama permitió que el fiscal general Eric Holder y otros funcionarios se mantuvieran firmes acerca de asuntos como los derechos del voto y de vivienda que son importantes para la comunidad afroamericana.

Pero el caso Martin pareció establecer una nueva modalidad para el segundo período de su presidencia, en el que se había expresado con mayor libertad sobre la raza.

Obama se vio profundamente afectado por una reunión privada que celebró el año pasado con un grupo de jóvenes varones negros aproximadamente a una milla de su casa en Hyde Park, Chicago. Él recordó ese encuentro a principios de este año cuando dio a conocer su proyecto de mentores llamado “My Brother’s Keeper” en la Casa Blanca.

“Me pude ver en estos jóvenes”, dijo Obama, admitiendo que tuvo suerte de cometer sus transgresiones en el perdonador y multicultural estado de Hawái, y no en las desfavorecidas ciudades interiores de Estados Unidos.

En otras ocasiones, Obama ha utilizado el movimiento por los derechos civiles para plantear la cuestión acerca de la capacidad de los movimientos políticos, incluso su propia cruzada de cambio que parece haberse detenido abruptamente.

“El arco del universo moral se puede doblar hacia la justicia, pero no doblarse por sí solo” dijo citando a Martin Luther King el año pasado, medio siglo después de la Marcha en Washington.

Pero Obama deliberadamente ha evitado el debate sobre si la raza es un factor en sus índices de aprobación, los cuales van a pique. También rehuye hablar de si la raza jugó un papel en las luchas de su partido en el Sur esta temporada electoral, como lo sugirió la Senadora Mary Landrieu, una demócrata, durante una entrevista sobre sus propias perspectivas de reelección en este otoño.

Las personas que lo han visto en lugares privados dicen que el presidente habla con más franqueza sobre la raza en privado que en público. Según dicen fuentes internas, el presidente siente la responsabilidad de usar el tiempo que le queda de su mandato para asegurar su legado en cuanto a los asuntos afroamericanos y ha reflexionado profundamente sobre su propio y único lugar en la historia.

Rogers Smith, coautor de “Still a House Divided”, un estudio de la política racial en la era de Obama, dijo que el presidente entendía el simbolismo.

“Definitivamente creo que él está consciente de que como el primer presidente negro, será objeto de un escrutinio histórico interminable, así como un intenso escrutinio contemporáneo”, dijo Smith.

Aún así, es probable que la raza continúe siendo un problema durante los últimos años de Obama en la Casa Blanca.

“Para la abrumadora mayoría de las personas que solo se sienten frustradas y dolidas porque sienten que algunas comunidades no son tratadas con justicia o que a algunos individuos no se les considera tan valiosos como a otros, entiendo eso y deseo trabajar con ustedes y seguir adelante con ustedes”, dijo Obama el martes. “Su presidente estará justo allí con ustedes”.